Estados Unidos a la defensiva en la VI Cumbre de Las Américas

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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A insistencia de las delegaciones de Canadá y Estados Unidos, las sesiones plenarias de la VI Cumbre de las Américas fueron aisladas de los medios de comunicación, haciendo que los evidentemente sorprendidos periodistas que se aglomeraron en Cartagena a referirse de manera sarcástica al foro como “secreto.” En contraste con las anteriores dos cumbres que se efectuaron en Trinidad y Tobago el año 2009 y en Mar del Plata, Argentina en el 2005 que fueron abiertas con debates y ocasionalmente disputas que se dieron durante el proceso, fueron transmitidas en vivo a través de América Latina. Esta vez, resultó casi divertido ver a los promotores de la transparencia y la libertad de información negarse a practicar lo que regularmente predican.

Los líderes latinoamericanos famosos por infringir las reglas –Rafael Correa de Ecuador, Daniel Ortega de Nicaragua y Hugo Chávez de Venezuela, ignoraron la VI Cumbre de las Américas en protesta por la política norteamericana de marginar a Cuba de las iniciativas del Hemisferio Occidental. Evo Morales, otro líder popular, asistió pero principalmente con el propósito de asistir al Foro Social paralelo y para participar en un partido de fútbol con jugadores veteranos colombianos.

Del mismo modo, bajo la presión canadiense y norteamericana, en la agenda no se consideró el problema de las Islas Malvinas. En respuesta, Hugo Chávez hizo hincapié que prácticamente todos los gobiernos de América Latina y el Caribe desean que Londres abra sin amenazas negociaciones con Argentina sobre esos territorios. El líder venezolano expresó además la opinión que las Islas Malvinas pertenecen no solo a Argentina sino también a toda América Latina. En general, Chávez sostiene que la Cumbre de las Américas degeneró en una reunión de carácter ritual en tanto que Ottawa y Washington impiden que esta se enfoque sobre los problemas reales de América Latina.

Chávez urge a sus colegas latinoamericanos a abocarse seriamente a los problemas del continente y cita a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, CELAC establecida en pasado mes de diciembre en Caracas, como una legítima iniciativa por la unificación latinoamericana, la cual refleja una oposición creciente a la conducta imperialista, a las barreras entre países y a los regímenes serviles.

Los países del ALBA advierten que ellos ignorarán las futuras Cumbres de las Américas a menos que Cuba sea finalmente invitada a los foros y además hicieron un llamado para el levantamiento inmediato del brutal bloqueo económico que estrangula el país y por el lanzamiento de un diálogo basado en el respeto por la soberanía de Cuba y el derecho de los cubanos a la autodeterminación. Conformando un cuadro con los informes suministrados a los medios por parte de fuentes anónimas, eventualmente uno queda con la impresión que los temas tabúes de Cuba y las Islas Malvinas en realidad dominaron la reunión.

Lo anterior debería explicar por qué Washington tuvo que imponer limitaciones a la cobertura de los medios de comunicación durante la cumbre. Con la campaña electoral en Estados Unidos ganando ímpetu, el gobierno tuvo que tomar en cuenta que el electorado, especialmente la parte con raíces en América Latina, está permanentemente pendiente de las políticas norteamericanas en el continente.

Sin embargo, el problema de Obama radica en que los logros que pudieran exhibirse en el momento adecuado están completamente ausentes.

Los rivales republicanos critican acremente al actual gobierno por ser obviamente incapaz de enrielar el diálogo con los países latinoamericanos. Como cosa rara, hasta regímenes de centro-derecha en el continente fustigan con frecuencia a Washington por sus políticas en relación con Cuba, las Islas Malvinas y el problema del narcotráfico. Brasil y Argentina, pesos pesados regionales son sumamente serios en cuanto a sus propios intereses geopolíticos y las presidentas de estos países, Dilma Rousseff y Cristina Fernández abandonaron Cartagena sin firmar ningún acuerdo significativo con Obama. Obama continua prometiendo cooperación para la prosperidad de América Latina, pero la táctica hace tiempo que se ha desgastado y no concuerda.

Los asistentes quedaron visiblemente defraudados cuando Obama anunció su neutralidad respecto del problema de las Islas Malvinas. Los latinoamericanos de manera uniforme se rebelan contra la idea que a Gran Bretaña se le permita mantener posesiones coloniales residuales en el Hemisferio Occidental. De hecho, Obama favorece el status quo y de este modo se cuadra con Londres. La posición norteamericana en torno a este problema no ha mostrado señales de cambio durante las tres décadas desde la guerra de las Malvinas, y queda claro que para Washington el vínculo estratégico con Gran Bretaña es mucho más importante que el descontento de América Latina.

En vez de edificar confianza frente a sus socios latinoamericanos, actualmente el gobierno de Obama impone una presencia militar cada vez mayor en el continente. Las bases militares y navales de Estados Unidos en América Latina están proliferando y la Cuarta Flota de Estados Unidos se ha tornado hiperactiva en la parte sur del Océano Atlántico. La sincronización entre sus operaciones y las maniobras que realiza la marina británica en las proximidades de las Islas Malvinas son imposibles de ocultar más las actividades de reconocimiento espacial norteamericano constituyen un secreto a voces que el Southcom constantemente monitorea la situación en torno a los yacimientos petrolíferos en la plataforma marítima de Brasil, lo que hay que tener presente es que Brasil es todo el tiempo percibido por Washington como un país con el potencial para emerger como un importante competidor regional para Estados Unidos, lo cual con razón hace que las relaciones de la Casa Blanca y Dilma Rousseff –quien contundentemente declaró en el foro que otra cumbre sin Cuba está fuera de toda consideración—están crónicamente tensas.

El presidente colombiano, Manuel Santos, hizo el intento de ahorrarle vergüenza a la cumbre cuando dijo que aunque el consenso no había sido alcanzado y por lo tanto no se podría producir una declaración final, Obama tuvo que escuchar una cantidad de cosas contra su voluntad, como ser las crecientes críticas a su atrasada política hacia Cuba y sus enfoques contra el narcotráfico. Las consignas por la integración y la cooperación quedaron eclipsadas por el tema de la lucha contra el narcotráfico. El presidente colombiano M. Santos sugirió en un discurso que una gama de escenarios y alternativas había sido considerada para enfrentar este desafío con mayor eficiencia. El presidente guatemalteco dio a conocer una posición controversial en el sentido que el actual sistema de sanciones relacionadas con el narcotráfico debería someterse a una radical revisión, quizás hasta el punto de despenalizar del todo el consumo de estupefacientes.

Obama tuvo que reconocer el carácter multidimensional del problema. “No podemos ver el problema del suministro desde América Latina sin también ver la demanda dentro de Estados Unidos”, dijo el presidente, agregando que el problema se entreveraba con el suministro de armamento a México y las infusiones financieras al narcotráfico mexicano desde Estados Unidos.

Obama no tuvo otra alternativa que tocar este sensible problema considerando que la tasa de muertos en la guerra de las drogas que azota México con el beneplácito de Washington ha llegado a los 60 mil en México y 20 mil en Centro América. No se avizora el fin del drama y la ampliamente conocida verdad es que la comunidad de inteligencia norteamericana está directamente comprometida en las guerras de las drogas en América Latina con el propósito de afianzar el control por parte de Washington de los prósperos carteles narcotraficantes.

La super seguridad que acompañó la visita de Obama es señal de la profunda desconfianza de Estados Unidos en los anfitriones del foro y en los latinoamericanos en general.

Durante su estadía de tres días en Cartagena, el presidente norteamericano jamás comió o bebió en las cenas oficiales, aunque los mesoneros que lo atendían eran agentes de su propio servicio de seguridad. Todo el tiempo portaba píldoras de antídotos contravenenos y no escapó a la observación del conjunto de periodistas que la ropa de Obama, incluyendo sus medias, estaban hechas de Kevlar, material varios grados más resistente que el acero y usaba ropa a prueba de balas. Sus agentes de seguridad escudriñaban los lugares que serían visitados por Obama en busca de radiactividad, productos químicos peligrosos y contaminación bacteriológica. Las sillas que utilizó el presidente norteamericano fueron traídas desde Washington. Su servicio de seguridad reaccionaba nerviosamente cada vez que la distancia entre Obama y los colombianos se reducía. El plan original contemplaba que Obama y su equipo ocuparía diez pisos del hotel Hilton local y el resto de los pisos serían dejados para las delegaciones de México y Brasil, pero la seguridad norteamericana consideró este arreglo peligroso de manera que D. Rousseff y F. Calderón tuvieron que quedarse en otra parte.

La policía y el servicio de seguridad colombianos debieron sentirse molestos por la prepotencia de sus colegas norteamericanos y como se hizo evidente, no perdieron oportunidad de devolverles la moneda. El carácter del juego fue idéntico al caso del escándalo sexual del ex jefe del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. Los periodistas observaron como una prostituta de Cartagena rehusó abandonar la habitación del hotel ocupada por el Servicio Secreto norteamericano hasta que no se le pagara, mientras sus clientes se aferraban a la suma de 5 o 6 dólares. En relación con el incidente Obama dijo que “si resulta que las denuncias que se han hecho por la prensa se confirman, entonces por supuesto que estaré indignado.”

La facilidad con que la atención de los medios de comunicación saltó hacia el escándalo sexual en torno al Servicio Secreto de Estados Unidos, destacó el hecho que la eficiencia de las Cumbres de las América queda ridículamente corta en sus declaradas metas. Hoy en día, el imperio yace a la defensiva en América Latina.


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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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