Puerto Rico: en el puño del Imperio pero hay un destello de esperanza

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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El gobierno norteamericano sostiene que la hiperactividad desplegada por el FBI y el resto de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos en Puerto Rico es parte de la respuesta a la amenaza planteada por agrupaciones terroristas, carteles de la droga y agentes de regímenes hostiles. La lista de blancos de ataque de Estados Unidos, debemos notar, incluye como blancos legítimos a los radicales separatistas, que de hecho son los portorriqueños comunes que tratan de llevar adelante la independencia de su país. Estados Unidos ha tratado de mantener su tenaza sobre Puerto Rico desde la guerra con España en 1898. En consecuencia, el antiguo colonialismo dio paso a una nueva forma de control: hoy en día la documentación del gobierno norteamericano se refiere a Puerto Rico como un estado libre asociado y lo que sea que eso signifique, territorio organizado no incorporado. El FBI, la CIA, la Agencia de Inteligencia para la Defensa, la DEA, etc., gozan de completa libertad de movimiento en el país el cual debido a su ubicación estratégica sirve convenientemente como plataforma de lanzamiento para operaciones encubiertas contra países latinoamericanos, especialmente contra Brasil, Cuba, Venezuela y el resto del campo popular. En Puerto Rico las agencias norteamericanas espían a las embajadas y misiones comerciales de los enemigos potenciales de Washington al tiempo que los portorriqueños se quejan permanentemente de las escuchas telefónicas y la vigilancia omnipresente.

Puerto Rico es el país donde los tutores norteamericanos se reúnen con representantes de la oposición venezolana.

La agrupación portorriqueña “Amigos de Chávez” logró echar un vistazo a uno de tales encuentros en el hotel La Concha en enero del 2009. Este encuentro fue organizado por el enviado diplomático norteamericano en Venezuela, John Caulfield, cuya experiencia en zonas de conflicto deja pocas dudas acerca de estar en la nómina de la CIA.

El monitoreo del ambiente a través de la sociedad portorriqueña, junto con los supuestos grupos extremistas y el señalamiento de los epicentros donde se gesta el descontento, son en su mayor parte las tareas que maneja el FBI. Los agentes del FBI comenzaron a trabajar en Puerto Rico el año 1935. En esa época el FBI examinaba el país en busca de agentes del Comintern y del grupo nacionalista liderado por Albizu Campos y otros radicales, al tiempo que asistían al gobierno en la represión de las protestas populares.

La masacre de Ponce de 1937 cuando la policía disparó contra una marcha absolutamente pacífica matando a 20 personas e hiriendo a más de cien, se recuerda en Puerto Rico como el episodio más sangriento en la historia del país.

Un archivo del FBI que describe las ofensivas norteamericanas contra los grupos de resistencia en Puerto Rico –con un total de 20 mil páginas—fue publicado parcialmente por el Centro de Estudios Portorriqueños del Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Estos materiales le dieron a los especialistas una visión sin precedentes sobre las actividades del FBI. Un instructivo firmado por Edgar Hoover instaba a los agentes del gobierno a cultivar fuentes informativas sobre los líderes y activistas de los grupos de resistencia de Puerto Rico, acerca de su forma de vida, sus hábitos, obviamente con el propósito de preparar ataques preventivos. Sin embargo, en Puerto Rico la resistencia contra los dictados del Imperio nunca ha cesado al tiempo que cientos de personas han entregado sus vidas por la liberación del país. En el año 1950 los patriotas puertorriqueños lanzaron ataques contra la residencia del gobernador en San Juan y contra la residencia de Harry Truman en Washington y contra el congreso norteamericano.

El FBI contraatacó deteniendo a los líderes nacionalistas puertorriqueños y agrupaciones de izquierda, envió a la policía local a detener a los familiares de estos y organizó ataques contra los locales de los “extremistas.”

Los portorriqueños han logrado extraer importantes concesiones de Estados Unidos. En este momento gozan de un gobierno autónomo, cierta forma de constitución y en forma más bien diluida, autoridades parlamentarias, ejecutivas y judiciales. En todo caso, la suprema autoridad sobre Puerto Rico es ejercida por el congreso norteamericano, lo cual quiere decir que “el estado asociado” es dirigido desde Washington. Las protestas públicas obligaron a Estados Unidos a formalmente cerrar trece bases militares en Puerto Rico y dejar de utilizar las instalaciones militares de la Isla Vieques, aunque la verdad es que las instalaciones reciben mantenimiento y no tomaría mucho tiempo en rehabilitarlas.

La desclasificación de los materiales antes mencionados estimuló los debates sobre el actual estado de las operaciones de la comunidad de inteligencia norteamericana contra los que promueven la independencia de Puerto Rico. La inevitable conclusión es que parece que nada ha cambiado en este ámbito desde la Guerra Fría, época en la cual cualquier medida solía justificarse aludiendo el peligro soviético. La detención del presidente del Partido Nacionalista de Puerto Rico, Francisco Torres, en un aeropuerto de Panamá con la policía declarando al momento de la detención que estaban actuando por instrucciones del representante del FBI en el país, destacó las proporciones del problema. A Torres se le permitió continuar viaje cuando finalizó la abrupta manifestación del poder del FBI. Posteriormente, a su regreso a Puerto Rico volvió a ser detenido. Esta vez fue requisado y sus tarjetas de crédito y fotografías familiares fueron copiadas al tiempo que no se exhibió ninguna orden judicial en tal sentido. Numerosos activistas nacionalistas y de izquierda denuncian humillaciones similares pero sus opositores de derecha no debieran hacerse tampoco muchas ilusiones, los datos acerca de ellos también son cuidadosamente registrados para uso posterior.

En Washington, las esperanzas de las fuerzas portorriqueñas de inclinación nacionalista de una reunión con otros países latinoamericanos son consideradas como un riesgo para los intereses norteamericanos en la región. Abundan los pronósticos que un Puerto Rico independiente derivaría hacia Venezuela y Cuba, los dos sectores del campo popular hacen con insistencia llamados para erradicar la actual condición de colonia del país. Por otra parte, Puerto Rico liberado podría en realidad unirse al ALBA considerando el hecho que varios países isleños del Caribe, como Dominica, Antigua y Barbuda, Saint Vincent y Las Granadinas ya lo hicieron. En diciembre del 2011, un grupo de partidos portorriqueños tales como el Partido Nacionalista, el Frente Socialista y el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano solicitaron la asistencia de la CELAC en torno a los esfuerzos que se realizan en la región por sacudirse los resabios de colonialismo y exigieron un apoyo más fuerte para Puerto Rico en su lucha de más de un siglo contra el Imperio. En la correspondiente declaración conjunta Estados Unidos fue descrito como la potencia colonialista responsable de la actual situación. Por otro lado, los portorriqueños están plenamente conscientes que solo ellos podrán producir un cambio verdadero.

Las expresiones de público apoyo a las aspiraciones de Puerto Rico constituyen un telón de fondo permanente en la vida política de toda América Latina. El XI foro del ALBA que se celebró el pasado mes de febrero sancionó una declaración por la independencia de Puerto Rico. El documento fue leído por Hugo Chávez quien hizo hincapié que los portorriqueños constituyen una nación única latinoamericana y caribeña con una historia propia cuya soberanía fue escamoteada hace un siglo por Estados Unidos con la ayuda del sistema colonialista. El líder venezolano señaló que la lucha portorriqueña por su independencia debe ser asumida por toda América Latina con todos sus organismos colectivos, el CELAC en primer lugar. La declaración también incluyó la demanda que Estados Unidos libere a todos los prisioneros encarcelados por su lucha por la independencia de Puerto Rico.

Las manifestaciones radiodifundidas de solidaridad con Puerto Rico alcanzaron tales proporciones en América Latina que el presidente B. Obama, como contramedida, visitó la ciudad de San Juan el 14 de junio del 2011.

Notablemente se trató de la primera vez que un líder norteamericano visitaba Puerto Rico en los últimos cincuenta años. Superficialmente, se describió la visita como parte de su campaña de recolección de fondos, pero la agenda se centró en torno al apoyo, levemente velado, de Washington al sueño de los anexionistas de ver a Puerto Rico incorporado a Estados Unidos. El gobernador portorriqueño, Luis Fortuno, un neoliberal elegido para el cargo por el Nuevo Partido Progresista de Puerto Rico, abiertamente declara su ambición de convertir a Puerto Rico en el estado número 51 de la Unión.

Obviamente que Washington no está preparado para aceptar el plan, basándose en los considerables beneficios que se obtienen dado el status quo. Por el momento las inversiones en Puerto Rico producen ganancias razonables, en cambio su integración como estado demandaría ingentes infusiones financieras con el propósito de elevar los niveles socioeconómicos locales al promedio norteamericano.

Ruidosas protestas acompañaron a la visita de Obama a Puerto Rico. En general, combinaron una suerte de referéndum callejero a través del cual los portorriqueños dejaron absolutamente claro cuál es la vía que a ellos los atrae: hacia la autodeterminación e independencia o la fusión con Estados Unidos. Los medios portorriqueños mientras tanto tratan de imponer la actual crisis como pretexto para convencer a las masas que la ayuda de Washington es la única cura y que un Puerto Rico independiente no tardaría en hundirse al nivel de Haití.

El gobernador Fortuno sencillamente le niega el futuro a su propio país. Actualmente, el desempleo galopante no deja otra opción a las masas juveniles que unirse a los grupos delincuenciales y practicar el negocio de las drogas.

Actualmente, alrededor de diez mil estudiantes no tienen dinero para cubrir los costos educativos y están a punto de abandonar las universidades. Muchos jóvenes educados que no ven perspectivas de empleo se hacen activistas políticos. Debemos también tener en cuenta que unos cuantos portorriqueños jóvenes han servido en el ejército norteamericano. Es frecuente que los jóvenes perciban que solo la independencia puede abrirles una gama razonable de oportunidades y de todos modos, en las encuestas de popularidad dentro de los grupos jóvenes de la población, Hugo Chávez las encabeza.

El nombramiento de Héctor Pesquera el mes de abril del 2012 para el cargo de jefe de la policía de Puerto Rico, augura una oleada de represión política en el país.

Fortuno tomó la decisión luego de consultar con Washington. Se sabe que Pesquera fue agente especial del FBI en Miami, además que estuvo en contacto con las agrupaciones de emigrados cubanos, estuvo involucrado en el asesinato del comandante del Ejército Popular Los Macheteros, Filiberto Orjeda Ríos y participó en la conspiración para asesinar al fiscal venezolano Danilo Andersen, quien investigaba el golpe de estado de abril del 2002.

Pesquera jugó un papel decisivo en la detención de cinco espías antiterroristas cubanos enviados a Estados Unidos a identificar a los terroristas con destino a Cuba. Patriotas portorriqueños sospechan que la meteórica carrera de Pesquera es el prólogo de una nueva ronda de represiones contra los movimientos pro independencia lo cual sugiere la formación inmediata de un amplio frente popular para la autodefensa.

A pesar de todo, los portorriqueños son optimistas naturales. Roberto Torres Collazo escribió luego de la visita de Obama a Puerto Rico que la gira fue un evento menor para la mayoría de la población del país. El 80 por ciento de los portorriqueños habla solo castellano y la mayoría de ellos prefiere su propia música y comidas a la cultura pop norteamericana tipo McDonald. Desde nacimiento somos un pueblo espontáneo, sencillo y alegre, como la mayoría de nuestros hermanos latinoamericanos. Nuestras costumbres y tradiciones nos ubican más cerca de América Latina y América Central que de América del Norte.

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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