La OEA es una organización sablista y profana

La OEA fue creada en 1948, en Bogotá, Colombia. La Carta de la OEA entró en vigencia en diciembre de 1951. Posteriormente ella fue enmendada por el protocolo de Buenos Aires en 1967; por el Protocolo de Cartagena de Indias, suscrito en 1985; por el Protocolo de Managua, suscrito en 1993 y por el Protocolo de Washington en 1992. La Organización fue fundada con el objetivo de lograr un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad, robustecer la colaboración y defender la soberanía, la integridad territorial y la independencia de los países miembros. Hoy en día, la OEA reúne a los 35 Estados Independientes de Américas y constituye el principal foro gubernamental político, jurídico y social del Hemisferio. Para lograr sus más importantes propósitos, la OEA se basa en sus principales pilares que son la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo. La Organización de los Estados Americanos, para realizar los principios en que se funda y cumplir sus obligaciones regionales establece los siguientes propósitos esenciales: Afianzar la paz y la seguridad del Continente; Promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención; Prevenir las posibles causas de dificultades y asegurar la solución pacífica de controversias que surjan entre los Estados miembros; Organizar la acción solidaria de éstos en caso de agresión; Procurar la solución de los problemas políticos, jurídicos y económicos que se susciten entre ellos; Promover, por medio de la acción cooperativa, su desarrollo económico, social y cultural; Erradicar la pobreza crítica, que constituye un obstáculo al pleno desarrollo democrático de los pueblos del hemisferio, y Alcanzar una efectiva limitación de armamentos convencionales que permita dedicar el mayor número de recursos al desarrollo económico y social de los Estados miembros.

Los principios en que se basa: El derecho internacional es norma de conducta de los Estados en sus relaciones recíprocas. El orden internacional está esencialmente constituido por el respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados y por el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional. La buena fe debe regir las relaciones de los Estados entre sí. La solidaridad de los Estados americanos y los altos fines que con ella se persiguen, requieren la organización política de los mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa. Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo arriba dispuesto, los Estados americanos cooperarán ampliamente entre sí y con independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y sociales. La eliminación de la pobreza crítica es parte esencial de la promoción y consolidación de la democracia representativa y constituye responsabilidad común y compartida de los Estados americanos. Los Estados americanos condenan la guerra de agresión: la victoria no da derechos. La agresión a un Estado americano constituye una agresión a todos los demás Estados americanos. Las controversias de carácter internacional que surjan entre dos o más Estados americanos deben ser resueltas por medio de procedimientos pacíficos. La justicia y la seguridad sociales son bases de una paz duradera. La cooperación económica es esencial para el bienestar y la prosperidad comunes de los pueblos del Continente. Los Estados americanos proclaman los derechos fundamentales de la persona humana sin hacer distinción de raza, nacionalidad, credo o sexo. La unidad espiritual del Continente se basa en el respeto de la personalidad cultural de los países americanos y demanda su estrecha cooperación en las altas finalidades de la cultura humana. La educación de los pueblos debe orientarse hacia la justicia, la libertad y la paz.

En teoría la OEA es algo admirable, pero en la práctica es una institución 100% burocrática e inoperante sino reciben órdenes de los Estados Unidos para actuar. La OEA es un organismo en donde los amigos de los gobernantes de los países de América son nombrados funcionarios y pueden en la capital del neoliberalismo, Washington D.C. vacacionar y darse la gran vida, aunque los líderes políticos de muchas naciones la rechacen y nieguen su efectividad. La OEA quizás nunca ha tenido razón de ser, y tan es así que los Estados Unidos y Canadá no son miembros firmantes de sus estatutos. Cuba, después de haber sido echada de esa institución por más de 40 años, se ha negado a incorporarse a ella nuevamente, por considerar que tener allí a representante es una majadería; además de aceptar la sumisión al gobierno de los Estados Unidos.

joseameliach@hotmail.com


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José M. Ameliach N


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