Se trata de un engendro de la extrema derecha política, de la oligarquía tradicional, de la ultraderecha militar, de las mafias empresariales y, sobre todo, del poder imperial de los EEUU y sus aliados mas cercanos: el sionismo israelí y el narco-estado terrorista colombiano.
Los congresistas reaccionarios paraguayos jamás se hubieran lanzado a ese “juicio al vapor” sin ese respaldo sustancial, vista y contemplada la reacción popular que ese abuso de poder podría generar, sobre todo a mediano plazo.
DEBILIDAD DE LUGO
Esas fuerzas aprovecharon el momento de mayor debilidad del presidente Lugo, que previamente cometió el error de ceder a las precisiones imperiales y oligárquicas, resignar una gran parte de sus compromisos con los electores y de recular en el proceso de recuperación de la soberanía, democratización a fondo y superación del neoliberalismo. Y que luego, al momento de ser “condenado” por esa claque reaccionaria, aceptó la supuesta validez legal de su burda destitución; aunque pasado el momento álgido declarara su disposición a reclamar su reposición en el cargo.
Contrasta su actitud –limitada en lo inmediato a recurrir a una Suprema Corte igualmente controlada por los golpistas y a la formulación de críticas relativamente débiles- con las vigorosas reacciones asumidas por Chávez, Zelaya y Correa en circunstancias parecidas.
En cierta medida influyó también en su progresiva pérdida de autoridad, gallardía personal y respaldo multitudinario, la develada manera de como en su vida sacerdotal manejó sus relaciones amorosas, no por que haya que estigmatizar el derecho de los sacerdotes al amor de pareja y a las relaciones sexuales, sino por las reiteradas manifestaciones de paternidad irresponsable que acompañaron sus incursiones en ese plano de la vida y por la cuestionable doble moral ejercida en el seno de la sociedad.
La derecha, la clase dominante y su dictadura mediática local e internacional, se cebaron en sus debilidades y limitaciones para dar este zarpazo político e intentar aplastar el proceso que de todas maneras abrió el significativo triunfo electoral del ex-obispo, que habiendo acompañado a su pueblo en la lucha contra la tiranía y su continuidad disfrazada, representó esperanzas, encarnó cambios democratizadores (aun limitados) y finalmente conservó algunas posturas y actitudes mas o menos progresistas, sin plegarse totalmente a los verdugos de esa nación.
La escogencia como su vicepresidente de un alto dirigente del viejo Partido Colorado y el pacto con esa franja de la derecha pro-dictatorial, terminó facilitando el relevo ultraderechista dentro de ese “golpe institucional” cargado de violaciones al “debido proceso” y a derechos universalmente consagrados.
CONTRA-ATAQUE IMPERIALISTA.
El golpe en Paraguay le sigue al consumado en Honduras y al fracasado en Ecuador, ambos expresiones recientes de la nueva contra-ofensiva imperialista en esta región latino-caribeña, cuyos pueblos actualmente luchan por conquistar su segunda independencia y superar la condición de “patio trasero” del imperialismo estadounidense.
El imperialismo, juntos a sus aliados locales, contra-ataca selectivamente en cada lugar donde considera que los cambios políticos, económicos, sociales, culturales acaecidos allí amenazan en alguna medida sus intereses y los de las partidocracias y oligarquías tradicionales que le sirven.
Contra-ataca especialmente en puntos que entienden son los eslabones mas débiles de la cadena del proceso autónomo, reformador, transformador que ha tenido lugar el los últimos tres lustros en nuestra América.
OTRO ZARPAZO A DERROTAR.
En Paraguay –repito- han dado otro zarpazo, aunque queda pendiente la reacción popular y ciudadana enfrentada ahora a un régimen ultraderechista en todas las vertientes del poder.
Esa reacción, sin dudas, ha sido temporalmente afectada por la postura del Presidente Lugo, aceptando -aun bajo protesta- su destitución, precisamente en momentos en que crece el cerco político internacional contra sus enemigos.
Eso diferencia la respuesta de las fuerzas democráticas paraguayas de lo acontecido en Honduras, donde de inmediato se registró uno de los episodios mas altivo, prolongado e intenso de la resistencia popular en el Continente, lo que posibilitó crear velozmente fuerzas alternativas con opción de poder.
Esto, independientemente de que en Honduras, ese gran auge de la lucha callejera y esa construcción de fuerzas fueran lamentablemente entorpecidas –no anuladas- por la influencia de posiciones reformistas-electoralistas procedentes del entorno liberal del Presidente Zelaya, alimentadas también por acuerdos internacionales e intereses de Estados imbuidos de esa misma “lógica”; lo que condujo, después de la merecida condena y del aislamiento continental del nuevo engendro, a una costosa e improcedente negociación con el Presidente Lobo, continuador maquillado de la barbarie.
ALERTAS Y LECCIONES.
Estas lecciones, que tocan de lleno el tema de precisas contradicciones entre los intereses de Estado y las luchas y cambios revolucionarios, y entre reformismo y revolución, no deben ser olvidadas.
Los riesgos no han cesado. El contra-ataque imperialista es de largo aliento y amenaza todos los procesos que en diversos grados y dimensiones no se pliegan a la estrategia de su dominación.
Cuba y Venezuela jamás serán perdonadas, menos aun desde la continuidad de su antiimperialismo y dignidad nacional.
Bolivia, Ecuador y Nicaragua están en la mira del cañón imperial.
En El Salvador, ayudados los designios del retroceso por las concesiones al imperio y a la oligarquía hechas por el presidente Funes, la derecha arenera, sensiblemente rehabilitada, prepara el contraataque al FMLN; hueso ciertamente duro de roer y de cuyos dirigentes debe esperarse disposición a atacar el contra-ataque.
El alerta debe ser especial para el caso de Venezuela en las proximidades de nuevos escenarios electorales y extra-electorales, y en el delicado contexto de los problemas de salud que afectan al líder de ese proceso; y en Bolivia donde ya el presidente Evo Morales dio la voz de alarma, denunciando que ya la sedición está en marcha.
Pero el alerta precisa ser acompañado de consistentes rectificaciones y de un latino-caribeñismo, un internacionalismo revolucionario, mucho más integral e intenso.
NECESIDAD DE UNA NUEVA OFENSIVA POLÍTICA
El contra-ataque imperialista amerita de entrada de un ataque a fondo desde el campo popular y revolucionario.
La contra-ofensiva de los enemigos de los pueblos y del derecho a la vida, nos exige desplegar una nueva ofensiva política contra las derechas, sus bases sociales y económicas, y sus principales destacamentos políticos, mediáticos y empresariales.
Ataque y ofensiva antiimperialista, anti-partidocrática, anti-oligárquica, anti neoliberal, anti-capitalista. !Pro-socialista! Por la soberanía integral y nuevas transformaciones sociales a favor de los intereses colectivos.
Esa ofensiva debe ser desplegada allí donde las derechas son gobierno y también donde son oposición sediciosa. En una y otra circunstancia se requiere de más indignación y más movilización desde los pueblos, y de certeras medidas transformadoras desde los Estados y los gobiernos con vocación de cambios sustanciales.
El periodo exige además expresiones más intensas de latino-americanismo y de internacionalismo desde los Estados transformadores (ALBA, Petrocaribe, Petroamérica, Banco del Sur, Telesur); y desde y para con los pueblos insumisos y en lucha, desde sus organizaciones políticas revolucionarias, populares y culturales, capaces de crear contrapoder, poder popular y contra-cultura frente a la dominación.
Las políticas y las luchas a favor del cambio social y la autodeterminación de los pueblos, no deben limitarse al ritmo de los Estados condicionados por sus viejas y nuevas burocracias. Ni entramparse en las redes de los intereses derivados de las relaciones con otros Estado controlados por las derechas.
Hay que replantear la manera de defender los avances y de avanzar mucho más dentro de la actual dialéctica reforma-contrarreforma, revolución-contrarrevolución.
Avanzar más desde los Estados más avanzados y desde la sociedad civil popular (cada quien con roles propios, pero a la vez harmonizables).
Esto precisa, en no pocos casos, de un viraje hacia la profundización y extensión de los cambios antiimperialistas, democratizadores y anticapitalistas en el quehacer de los gobiernos más sensibles; hacia la movilización, acción y presión social y política revolucionaria de los sujetos y actores del cambio, y hacia la solidaridad revolucionaria en la lógica de la construcción de la Patria grande como suma de soberanías en una soberanía mayor y como impulso a la de revolución continental. De lo contrario, la contra-ofensiva imperial seguirá avanzando.
La indignación, insumisión, insurgencias y oposiciones consecuentes merecen un apoyo continental mayor y una mayor articulación transnacional para cambiar aun más a nuestro favor el mapa político.
En Colombia, Honduras, Paraguay, Republica Dominicana, Haití, Panamá, Puerto Rico, México… hay oportunidades y adversidades de diversos calibres que no deben ser obviadas fuera de sus fronteras.
Dominicana, por ejemplo, no tiene un Poder Ejecutivo y un Estado menos ilegitimo que el que impera ahora en Paraguay. Los de Honduras, Colombia, México o Haití son todavía peores, aunque se les trate como “democracias” no sujetas a condenas y aislamientos. Ironías de la historia, producto de ciertos ablandamientos del quehacer revolucionario en determinados cuartos fríos estatales o de ciertas unilateralidades y superposiciones en el manejo de la compleja relación entre Estado y revolución.
Mientras, y en los que arreglamos estos enredos y entrampamientos: ¡Que crezca la solidaridad con el pueblo Paraguay! Y también con Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, procesos especialmente amenazados por este contra-ataque imperial, fría y perversamente planificado desde el Pentágono, la CIA, el MOSAAD y las grandes corporaciones capitalistas!