Suenan las alarmas para los pueblos insumisos de Latinoamérica. Ha sido depuesto, Fernando Lugo, quien comandaba un moderado proyecto de transformación en Paraguay, pero con una política regional en el bloque democrático-progresista.
El golpe de estado express contra un presidente electo democráticamente, ha concitado diferentes voces de protesta en la región denunciando el atropello contra la democracia, y se demanda la inmediata reposición del depuesto presidente.
Los análisis destacan las especificidades del caso paraguayo y desnudan la “siniestra trama” en la cual juegan papel destacado el gran capital extractivista y el consecuente avance del agronegocio en connivencia con la oligarquía terrateniente; la poderosa estructura partidista y el Congreso dominado por la derecha. Actores que torpedearon constantemente la tímida gestión progresista de Lugo y, finalmente, desconocieron violentamente la voluntad popular. Objeto de la conspiración, un Fernando Lugo, al inicio sin respaldo de partido propio y luego por el incipiente ¿y tardío? Frente Guasú. Carente además de una bancada parlamentaria significativa (sólo 4 legisladores lo defendieron con motivo de su destitución) y, para colmo, colgando peligrosamente de su alianza con el partido Liberal Radical del vicepresidente Federico Franco. Goza de un importante apoyo del campesinado, suerte de base dispersa y desorganizada que no pudo incidir en su destitución. El frágil gobierno de Lugo, para algunos cada vez más derechizado, no logra responder a “las expectativas puestas en su mandato” y acepta mansamente su destitución, cual decisión divina.
Atilio Borón advierte que es “una lección para el pueblo paraguayo y para todos los pueblos de América Latina y el Caribe: sólo la movilización y organización popular sostiene gobiernos que quieran impulsar un proyecto de transformación social…”
Los actores, ingredientes y circunstancias varían de país a país, pero la amenaza es la misma: el ataque a la legalidad democrática desde diversos e inesperados flancos contra aquellos gobiernos simplemente tildados, por fuerzas externas e internas, de revolucionarios o progresistas.
En el caso de Venezuela no está en juego un timorato proyecto de transformación y los resultados del 7/O trascienden ampliamente las fronteras nacionales.
Cuando veas las barbas de tu vecino arder...