Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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El pasado mes de junio, Julian Assange, fundador de Wikileaks buscó refugio en la embajada de Ecuador en Londres, una vez que le fuera concedido por el gobierno de Rafael Correa el asilo político, Assange señaló que el plan compartido por las agencias de seguridad de Suecia, Estados Unidos y Gran Bretaña era extraditarlo a Estados Unidos una vez que Suecia lo hubiese atrapado en una investigación por supuestos delitos sexuales cometidos supuestamente hace un par de años. Se supone que Estocolmo hace tiempo prometió ayudar al gobierno de Barack Obama para hacer que Assange sea enjuiciado en Estados Unidos por haber publicado en Internet decenas de miles de documentos del Departamento de Estado y del Pentágono.
El asesor legal de J. Assange en Estados Unidos, M. Ratner comenta que se formó un grupo en el 2010 bajo la supervisión del Gran Jurado para analizar los materiales publicados por Wikileaks y eventualmente implicar al jefe de la publicación en una conspiración para entregar información relacionada con la defensa a receptores no autorizados. El caso quedó ingresado bajo el siniestro código 10/3/793 que se refiere a conspiración y espionaje lo cual podría significar pena de muerte.
Un juicio amañado en Estados Unidos que podría concluir en una sentencia impactante, debería advertir a potenciales denunciantes que exasperan al imperio y por lo tanto Assange no puede esperar que vaya a ser tratado con justicia. Actualmente, su probable fuente informativa, Bradley Manning, se sabe que está siendo sometido a mayores presiones en su lugar de detención en Estados Unidos. Evidentemente que aun siendo Assange una persona de coraje extraordinario, no necesita exponerse a un riesgo inminente en las manos de una expeditiva justicia norteamericana motivada políticamente y hará lo que sea necesario para mantenerse fuera de su alcance. La misión que encabeza Assange –mantener al público informado respecto de las criminales actividades de las elites gobernantes-- requiere que el hombre se mantenga libre.
Se debe reconocer al gobierno de Ecuador por su conducta responsable al conceder asilo político a Julian Assange. Antes de tomar la medida, Ecuador examinó detenidamente las acusaciones contra este de parte de la justicia sueca y los hallazgos alcanzados arrojaron una luz muy diferente sobre la trama. Trascendió que las acusaciones principales fueron presentadas por Anna Ardin, cubana, anteriormente vinculada a operativos de inteligencia norteamericana que servían en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la Habana. En Cuba, ella asistía a agentes norteamericanos a vincularse con los grupos disidentes y organizaciones no gubernamentales y luego dejó el país para trasladarse a Suecia para participar en campañas anticastristas patrocinadas por la USAID. Por otra parte, existe información que señala a Anna Ardin realizando también tareas para la CIA y el Mossad en Palestina. Durante una conferencia en el Partido Socialdemócrata sueco, sobre la libertad de prensa, sirvió como asistente de Assange evento en el cual Sophie Wilden actuaba como fotógrafa. Según informes de prensa en Suecia, las dos mujeres discutieron sus experiencias íntimas con Assange después que él viajara a Londres y ambas estaban indignadas por el chovinismo machista de este y finalmente decidieron ir a la policía a plantear su queja.
Inicialmente parecía que el caso había nacido muerto, pero autoridades judiciales superiores intervinieron y todo se empezó a desarrollar como quería Estados Unidos. No hay duda que el Presidente Correa estaba bien al tanto que la decisión de recibir a Assange acarrearía las iras de Washington. Hasta ahora, el gobierno de Obama se ha abstenido de hacer declaraciones en torno al caso de Assange o al papel asumido recientemente en él por Ecuador por cuanto esto podría ser contraproducente. Anteriores intentos de Estados Unidos de hablarle duro al Presidente Correa le costaron una serie de expulsiones de diplomáticos norteamericanos y agentes de la CIA destacados en Ecuador. Por ejemplo, las autoridades ecuatorianas le ordenaron a la embajadora norteamericana Heather M. Hodges, quien se negó a disculparse cuando Wikileaks publicó su cable donde ella sostenía que Correa a sabiendas había nombrado a un político corrupto –como figura fácil de controlar—para el cargo de jefe de la policía nacional.
Los representantes norteamericanos en Gran Bretaña se preocuparon que Assange pasara a la clandestinidad y presionaron para que lo enviaran a Suecia en cuanto fuera posible, pero la lógica de Assange difería de lo que ellos proyectaban. Assange creía en la determinación de Ecuador de mantener su posición. Assange entrevistó a Correa para Russia Today, RT y la conversación destacó el compromiso del líder ecuatoriano con el derecho del pueblo a una visión completa y en general a construir un mundo que sea mejor que el actual.
El colapso del plan de Estados Unidos y Gran Bretaña enfureció tanto a la oficina de relaciones exteriores de esta que llegó incluso a amenazar que la embajada ecuatoriana en Londres podría ser asaltada. Assange sostiene incluso que agentes británicos trataron de entrar por una puerta trasera, pero la presencia de testigos potenciales hizo que el plan no fuera viable. Confiando en que no existen normas para las potencias occidentales, el Secretario de Relaciones Exteriores británico, William Hague, no se molestó en escoger un lenguaje adecuado para referirse al impasse. El Presidente Correa respondió convocando el apoyo de sus pares en América Latina.
Hugo Chávez de Venezuela fue el primero en brindar apoyo señalando que la época del dominio imperial hace tiempo que concluyó y advirtió que los países del ALBA no rehuirían la toma de medidas radicales si la policía británica forzara su entrada a la embajada de Ecuador en Londres. Las agrupaciones regionales de América Latina, ALBA y UNASUR como también muchos de los países miembros de la CELAC se alinearon con Ecuador. La Organización de Estados Americanos, OEA criticó duramente a Londres por sus amenazas de invadir la embajada ecuatoriana y luego el Foreign Office anunció que la Convención de Viena de 1961 sería acatada. No obstante, existe la evidencia que los planes para desplazamientos ilegales para capturar a Assange no han sido descartados. Un reportero gráfico de la Press Association logró fotografiar a distancia una hoja con instrucciones que eran leídas por un oficial de policía, donde la orden era apresar a Assange si este intentaba dejar la embajada en un vehículo o valija diplomática.
Algunos blogueros han expresado preocupación en torno a varias estratagemas que podrían se empleadas, como ser, un simulacro de incendio en la embajada de Ecuador, lanzar un ataque con gases estupefacientes o Assange ser sacado de las dependencias por un grupo de personas simulando ser sus partidarios. Las embajadas de los países con regímenes populares soportan permanentemente la vigilancia coordinada por la CIA, están intervenidas por completo desde un comienzo, las agencias de inteligencia británicas no tendrían dificultad para saber lo que está pasando en el interior de la embajada. La información así recolectada es típicamente utilizada para montar provocaciones como la que realizó no hace mucho la CIA y la DEA cuando pusieron cocaína en valijas ecuatorianas en ruta hacia Italia.
Ecuador ha dejado en claro que los métodos ilegales para rescatar a Assange de su aislamiento en la embajada, escondiendo al hombre en algún embarque diplomático o brindándole una identidad falsa, están fuera de toda consideración. Sin embargo, tanto para Ecuador como para Assange no se trata de evadir a los investigadores suecos que serían bienvenidos para interrogarlo en la embajada. Assange también podría viajar a Suecia donde hasta ahora, cargos oficiales en su contra no han sido presentados, pero solo si Estocolmo y Londres garantizan que no habrá deportación hacia Estados Unidos. Aunque estas condiciones no han sido aceptadas por ninguna de las partes, existen indicios que habría la posibilidad de posiciones menos duras respecto del caso.
El pasado 25 de agosto el Presidente Correa, en un mensaje televisado agradeció al gobierno británico por haber desautorizado las amenazas de ataque a la embajada de Ecuador, señaló que todo el incidente estaba superado y expresó la opinión que era el momento de discutir las garantías o un documento que permitiera al fundador de Wikileaks viajar a Ecuador. Más o menos al mismo tiempo, el asesor legal de Assange en Londres, Baltazar Garzón, anunció que él contaba con evidencias extremadamente importantes en relación con las acusaciones de agresión sexual, algo que la justicia sueca estaba escondiendo y que el panorama posiblemente cambiaría en base a este material a favor de Assange. Si la afirmación es concreta y la información en manos de Garzón es convincente, el intento sueco de extraditarlo se vendría abajo y Assange podría dejar la embajada de Ecuador con toda libertad.
En estos días ha caído una avalancha de mensajes en el buzón de Assange de parte de sus partidarios que le urgen que se mantenga alerta y que no confíe en las señales de reconciliación de parte de los gobiernos sueco y británico. Mientras tanto, las acusadoras de Assange, Anna Ardin y Sophie Wilden tratan de evadir la escena central. Los periodistas de los medios suecos que siguen la historia de sexo y espionaje tienen la impresión que ambas fueron ubicadas en algún escondite de la CIA no lejos de Estocolmo y están preparándose para las audiencias en la corte.
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