1) Se ha dicho ya mucho veces, pero es preciso reafirmarlo. No es una elección más: por primera vez, toda la oposición al proceso de cambios que vive la Venezuela bolivariana ha sintetizado una candidatura unificada. Henrique Capriles Radonski representa un intento de derecha “aggiornada” que, más allá del maquillaje discursivo momentáneo, no es otra derecha que aquella que en 2002 llevó adelante un Golpe de Estado contra el Gobierno de Hugo Chávez. Incluso, en ese entonces, el propio Capriles participó del asedio a la Embajada de Cuba en Caracas, tal como ha quedado demostrado ampliamente en registros fotográficos y audiovisuales del 11 de Abril de 2002. Ese accionar desmiente una vocación supuestamente democrática en el candidato de la MUD, frente a un Chávez que aparece –lamentablemente y construcción mediante- satirizado día a día en los grandes medios de comunicación a escala mundial.
2) La simpatía que genera la candidatura de Capriles en la derecha continental ha sido elocuente. La derecha argentina, por caso, no ha querido perderse la oportunidad de estar presente en una elección que va a definir el destino de América Latina. El viaje próximo de los diputados del PRO Federico Pinedo y Gabriela Michetti a Caracas, con su respectiva participación como veedores internacionales invitados por la MUD, representa una cabal muestra del alineamiento de Capriles con las fuerzas más conservadoras del continente. El PRO de Pinedo y Michetti, desde la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mantiene una severa política de ataque a las políticas sociales más elementales: la salud y la educación pública, y la vivienda para los sectores populares. Mauricio Macri ha instituido un modelo de Ciudad donde lo privado prevalece por sobre lo público, con críticas despiadadas al papel “intervencionista” del Estado, y una simpatía indisimudable por el “modelo” chileno, llevado adelante por el también empresario Sebastián Piñera –quien encuentra, en estos momentos, una resistencia en las calles de parte del movimiento estudiantil y juvenil chileno-. En contraposición a ello, las misiones sociales impulsadas por el gobierno bolivariano –particularmente aquellas relacionadas con la salud (Misión Barrio Adentro y Misión Milagro), la educación (Misión Robinson, Misión Ribas y Misión Sucre) y la vivienda (Gran Misión Vivienda Venezuela)- han sido una de las claves que explican el masivo apoyo de las clases populares al gobierno de Chávez en estos 13 años.
3) La repercusión de un posible triunfo de Capriles Radonski sería instantánea: el intento repentino de aniquilamiento de los actuales procesos de integración (principalmente ALBA y UNASUR), preanunciando la ruptura de Venezuela con aquellos países que en estos años han aportado –en mayor o menor medida- a la construcción de una Patria Grande más justa y solidaria. En definitiva: el reemplazo de la Venezuela bolivariana por el recuerdo –siempre nostálgico- de la IV República y la armonía –política, social y económica- con los EEUU y el bloque de la Alianza del Pacífico (conformado por Colombia, Chile, Perú y México). Eso es, efectivamente, lo que rige la pulsión de la derecha venezolana: quitar del mapa político a Hugo Chávez, ya sea por las urnas o mediante otro mecanismo –ya han intentado esas vías en Abril de 2002- que le permita volver a sus antiguos privilegios.
4) Un triunfo de Chávez, en cambio, preanunciaría una nueva etapa de la Revolución Bolivariana: la del reimpulso de las misiones sociales, la de la integración plena (y sin condicionamientos externos) de nuestro continente, y la de la profundización del modelo de “Socialismo del Siglo XXI” que tanto ha escandalizado a las burguesías autóctonas –y también ajenas, claro está-. Aportaría a un significativo relanzamiento de proyectos como ALBA y UNASUR, e incluso del propio MERCOSUR, luego del ingreso de Venezuela a dicho organismo. Sería, a su vez, una bofetada letal a los medios masivos de comunicación que, a escala internacional, han intentado aportar a la confusión sobre lo que sucede en el país caribeño, intentando visualizar una supuesta “dictadura” en uno de los países que más elecciones ha realizado en los últimos a escala mundial (sin mencionar, además, las múltiples instancias de “empoderamiento” del pueblo, a través de instancias como los Consejos Comunales, por ejemplo).
5) Como hemos visto, el desarrollo de las próximas elecciones en Venezuela será vital para América Latina –y el Caribe- en su conjunto. Las próximas dos semanas serán de una confrontación abierta, en cada espacio de militancia, por dos proyectos irreconciliables. Ambos, tal como hemos graficado, son antagónicos de raíz: la participación popular y protagónica frente a los designios externos, y la sumisión a lo que dicte Washington; la elaboración colectiva de las políticas públicas, frente a la satanización del rol interventor del Estado en la economía; la integración de nuestros pueblos y nuestros países, frente al “salvese quien pueda” del esquema económico tradicional, aquel que se derrumbó en Mar del Plata 2005 y que hoy se hace trizas en Europa, en el marco de la crisis internacional.
6) Venezuela tiene, de acá a las próximas dos semanas, la posibilidad de dar un salto efectivo: aportar decididamente a la construcción de una América Latina que efectivamente pelee por su segunda y definitiva independencia, y dar por tierra los constantes intentos de desestabilización que se han posado no sólo sobre el proceso bolivariano, sino también en otros países de la región. Luego de la derrota del ALCA, en 2005, EEUU siguió su intento de “adoctrinamiento” (social, político, pero sobre todo económico) con diversos países de América Latina a través de la firma de Tratados de Libre Comercio (TLC). También, aportó decididamente a los golpes de Estado en Honduras y Paraguay, y a los intentos en Bolivia, Venezuela y Ecuador. Un nuevo triunfo de la Revolución Bolivariana pondría un límite objetivo al intento de retorno norteaméricano a Nuestra América, en un momento de gran despliegue de bases militares de EEUU a escala continental.
7) A su vez, y como punto final, se encuentra el apartado referido a los Movimientos Sociales. Innumerables muestras de solidaridad con Venezuela se han desarrollado en los últimos veces de cara a las elecciones próximas, lo que demuestra la importancia de lo que suceda el 7-0 para fuerzas y organizaciones de toda Nuestra América. La Articulación Continental de Movimientos Sociales hacia el ALBA, que nuclea a organizaciones en Brasil, Argentina, México, Uruguay, Cuba, Paraguay, Venezuela, Perú, entre otros países, ha impulsado diversas instancias de apoyo al Comandante Chávez frente a esta nueva contienda electoral. Incluso se están programando acciones para el propio 7 de Octubre en las principales capitales del continente. Esto clarifica la importancia que la Revolución Bolivariana tiene para una nueva generación militante de Nuestra América: Venezuela ha vuelto a poner sobre el tapete una resignificación del socialismo, de la posible emancipación de nuestros pueblos, y del poder popular como base para la transformación social. Es por ello que la nueva generación militante nuestra-americana también estará expectante el próximo 7 de Octubre, seguros de que una nueva victoria de la Revolución Bolivariana potenciará el trabajo desarrollado en cada país de cara a la perspectiva de lograr la segunda -y definitiva- independencia de América Latina.
jmkarg@gmail.com
Licenciado en Ciencia Política UBA
Argentina