Uribe: el nuevo Thor de la mitología latina

Hay que inventar un Nobel al Twitter. Uribe no tiene competidor para ganárselo. Uribe no es amigo de nadie, salvo de la violencia. Si la iglesia católica ha explicado todos los padecimientos del ser humano por el pecado original, Uribe los explica por la existencia de la insurgencia colombiana. Uribe es el Diablo del twitter. Uribe es la negación por la negación. Es el nihilista misantrópico más sofisticado de este tiempo. Para Uribe no existe la causa y el efecto él lo acomoda a su libre albedrío. Todo lo que pueda conducir a una paz concertada, lo descalifica, lo critica, lo condena., lo protesta. “Con terroristas o criminales” no se dialoga dice Uribe. Nadie debería hablarle a Uribe porque en la historia colombiana es casi imposible encontrar un político más aferrado al uso de la violencia extrema, la del paramilitarismo y el sicariato, como Uribe. Lo que Uribe niega, todos los demás lo creen cierto. Mancuso es testigo fiel del vínculo de Uribe con el paramilitarismo.

En política, como en los escenarios de la física, todo resulta relativo, pero como toda regla tiene su excepción, podemos llegar a la siguiente conclusión contrariando las verdades de la historia, de las ciencias y de la dialéctica: Uribe es absoluto. Y lo absoluto no está dado estudiarlo o analizarlo el sicoanálisis. Freud, ante Uribe, no es más que un filósofo de piel desgarrada cerrando y no abriendo puertas de la sicología. André Malraux en su extraordinario trabajo o periodístico sobre “León Trotsky”, dice algo muy interesante: “Atribuimos una rigurosa certeza a los juicios de los ciegos. Creo que se debe a que el ciego juzga a los hombres únicamente por su voz. En realidad nada, ni la cara, ni la sonrisa, ni los gestos, expresan al hombre, por la simple razón de que el hombre es inexpresable…”. No sé si ese razonamiento depende de la sicología o de la filosofía o, simplemente, del sentido común, pero lo que sí sé es que la cara, los ojos, los gestos, la sonrisa o cualquier movimiento del señor Uribe lo describen con una exactitud asombrosa y, tal vez, sean los ciegos quienes mejor le capten sus expresiones debido a que dejó demasiadas madres, demasiados padres, demasiados hijos, demasiadas hijas, demasiados hermanos, demasiadas hermanas con dolores infinitos hasta que un día se hagan finitos con la muerte. Aun así, se llevarán a las sepulturas los dolores irreparables. ¿Cómo se le repara un dolor a una madre o a un padre que le maten el hijo acusándolo de guerrillero cuando en verdad sólo era un campesino dedicado a labrar un pedacito de tierra para cultivar lo poco que se comían? ¿Cómo puede repararse el dolor de un hijo que ve de cerca a los verdugos aplicar métodos crueles de descuartizamiento de los cuerpos de sus padres bajo gritos desgarradores de sufrimiento humano? Seguro, entre los que más saben de esas realidades, el expresidente Uribe pudiese, si fuese sincero, escribir toda una enciclopedia de sus crímenes para contribuir a disminuir el dolor de los sobrevivientes de sus víctimas mientras fue el jerarca de la Casa de Nariño. Pero eso es pedir lo imposible, es pedir peras a los olmos.

El Presidente Santos, actualmente rebelado con justicia contra su antiguo jefe, sabe de los horrendos crímenes ordenados por Uribe. Claro, no los va a denunciar porque sus manos igualmente están manchadas de sangre inocente. Pero existe una diferencia actual que los separa como de la Tierra al Cielo o al Infierno: Uribe quiere seguir la guerra, mientras que Santos –con sus ventajas de oligarca por supuesto- por lo menos desea frenarla o concluirla. Cuando Uribe se levanta de su cama y va al baño para lavarse la cara mira por entre el cristal del espejo a Chávez arreciando la guerra en Colombia, cuando la verdad es que siempre ha incentivado el diálogo para buscarle una salida concertada al conflicto político armado que vive Colombia desde hace prácticamente medio siglo. Uribe, como Bush, también huela a azufre. Malagradecido es Uribe.

Mancuso, criminal abominable, acusa a Uribe de haber tenido lazos prácticamente sanguíneos con el paramilitarismo. Uribe se exalta, se enfurece, se vuelve un demonio y quiere a Mancuso preso en Colombia porque sabe que está preso en Estados Unidos. En Colombia, sencillamente, lo manda a silenciar en un dos por tres. En cualquier cárcel colombiana hay un sicario presto a matar por un miserable salario. Mancuso dice que entregó dinero para la campaña de Uribe cuando ganó la Presidencia. Uribe dice que eso es mentira, pero casi toda la sociedad colombiana sabe que es cierto. Lo que no es cierto es que Uribe sea inocente de todos los pecados que le han atribuido cuando ejerció no sólo la Presidencia de Colombia sino, igualmente y más atrás, la Gobernación de Antioquia. ¿Acaso puede olvidar Uribe que fue el creador de las Convivir y que de éstas se desarrolló con virulencia el paramilitarismo y el sicariato?

Uribe en la única fidelidad que cree es aquella donde él se reserva el derecho de decidir la vida o la muerte de sus partidarios. Uribe es fruto de esa vieja elite romana que eyaculaba en la alegría de ver leones comerse esclavos lanzados al ruedo del circo con las manos y pies atados para que no tuvieran ninguna oportunidad de defensa. ¿Hasta cuándo joderá la paciencia del mundo el belicoso Uribe? ¡Es tan maldito el científico que inventó el twitter como todo soldado que usó Uribe para para que disparara su arma cometiendo sus crímenes de lesa humanidad! Por culpa del twitter Uribe todos los días y a cada momento nos perturba el desayuno, el almuerzo, la cena, la merienda o la siesta con sus horripilantes opiniones o mensajes. ¡Uribe: dale un chancecito a la paz, aunque no sea verdadera con auténtica justicia social!

Desde ahora en adelante ni leo ni escucho absolutamente nada de lo que escriba o diga Uribe como tampoco volveré a escribir una sola línea ocupándome de su autonihilismo. Que viva su martirio para que sienta alguito de los tantos martirios que causó y sigue causando a millones de colombianos y colombianas que en el pasado creyeron inocentemente que iba a lograr la paz en Colombia y lo que hizo fue incrementar la guerra. Uribe es el nuevo Thor de la mitología latina con el arma del twitter disparando mentiras a diestras y siniestras, aunque no pegue una en el blanco.


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Freddy Yépez


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