Evo Morales describe la diplomacia norteamericana

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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El presidente boliviano, Evo Morales, al hablar tiende a emplear un lenguaje cuidadoso, en parte como natural precaución de alguien que está permanentemente bajo el fuego de sus opositores. Hace tiempo se tornó como algo indispensable en la propaganda norteamericana, describir al presidente Morales como un individuo que no está a la altura que normalmente se asocia con su condición y extra oficialmente la campaña contra el primer presidente indígena del país latinoamericano, cae en el franco racismo.

Luego de un período de evidente contención, Morales respondió a las invectivas norteamericanas de manera extraordinariamente franca durante un discurso pronunciado el Día de la Descolonización (el Día de la Descolonización en Bolivia es el título oficial para la fecha del descubrimiento de América). Morales señaló que contrario al pasado reciente, cuando funcionarios del ejército y de la seguridad se aglomeraban en la misión diplomática norteamericana en La Paz como requisito para garantizar una carrera exitosa, hoy en día las relaciones con la embajada de Estados Unidos se han agriado tanto que se han convertido en “caca”. De acuerdo con Morales, ahora los oficiales del ejército y la policía temen ser vistos asistiendo a la embajada norteamericana y la mayoría de los bolivianos reprueban semejantes contactos y consideran a los diplomáticos norteamericanos como enemigos de Bolivia. Los anteriores gobiernos bolivianos dependían en extremo de Estados Unidos país que era capaz de promover ascensos en la jerarquía del ejército y la policía, pero el actual gobierno boliviano logró poner fin a esos desmanes.

Morales pasó revista a las relaciones boliviano-norteamericanas cuando al día siguiente habló en la ciudad de Santa Cruz en la ceremonia de graduación de 630 médicos entrenados por Cuba. “Durante los últimos 50 años Estados Unidos ha llevado adelante una relación asimétrica, irrespetuosa, abusiva y dominante con Bolivia”, señaló. Acusó a Washington que nunca quiso a Bolivia en la senda del desarrollo y que Estados Unidos imponía en su país programas tales de cooperación que en la realidad impedían su desarrollo y servían para perpetuar su condición de socio inferior. Morales también se refirió al tema de la lucha contra el narcotráfico y señaló que la agenda secreta de Washington no apunta hacia la derrota de los carteles de la droga. Más bien, explicó, la DEA norteamericana piensa que el florecimiento del negocio de la droga creó los pretextos para la injerencia y el sometimiento norteamericano del ejército y policía de Bolivia. Estados Unidos esperaba tratar a Bolivia como un “títere político” al tiempo que implementaba una doctrina imperial y en este contexto hacerse del control de los recursos naturales de Bolivia, concluyó.

El presidente Morales sostiene que las perspectivas para las relaciones con Estados Unidos se ven nefastas ya que las nacionalizaciones bolivianas de sus riquezas naturales permanecerán por siempre en la lista de quejas de Washington. En el pasado Estados Unidos, como prestamista de Bolivia, podía ejercer un dictado político pero esta enfermiza tradición fue erradicada cuando Morales llegó a la presidencia a través del voto popular el año 2006. Los intereses norteamericanos y las actuales políticas bolivianas de soberanía e independencia económica, el derrotero socialista, etc. obviamente hacen imposible una reconciliación. Morales está convencido que lo anterior es la razón por la que Washington sigue presionando y continúa jugando a la conspiración. El líder boliviano acusa a Estados Unidos de socavar los esfuerzos del país para convertirse en una nación democrática con altos niveles de justicia social y participación ciudadana y persigue deliberadamente políticas divisionistas. Philip Goldberg, embajador norteamericano que fue expulsado de Bolivia hace unos años, fue enviado al país con el objeto de poner en práctica un programa de desestabilización que intentaba desatar el odio racial, promover las confrontaciones y finalmente provocar una guerra civil, indicó Morales, citando el historial de actividades corrosivas de Goldberg en la antigua Yugoslavia.

Morales con frecuencia invoca en sus discursos los factores que demuestran el papel subversivo asumido por la embajada de Estados Unidos en Bolivia. Ella montó obstáculos en el camino de la organización de la Asamblea Nacional boliviana y estimuló el separatismo en cinco de las provincias bolivianas que ostentan importantes yacimientos de recursos naturales y contribuyen entre el 75-80 por ciento del producto interno bruto nacional. Mientras el referéndum demostró que los dos tercios de la población apoya el curso socio-económico que Morales dirige, los diplomáticos norteamericanos y sus agentes ejecutaron una enorme tarea contando con un financiamiento multimillonario para hundir al país en un estado de discordia. La USAID ayudó a la oposición en la formación de pandillas juveniles, patrocinó concentraciones anti-gobiernistas y diseminó innumerables organizaciones no gubernamentales cada vez más radicales por todo el país. El avión de la embajada norteamericana fue utilizado para trasladar manifestantes a los departamentos del Beni y Pando donde trataron de bloquear los aeropuertos e impedir la llegada del presidente Morales cuando él personalmente en el sitio se abocó a revertir la situación hacia la normalidad. En el mes de septiembre del 2008 Morales declaró a Goldberg persona non grata acusando al diplomático de haber asistido a los separatistas en Bolivia. Un grupo de funcionarios la CIA y de la DEA que fue sorprendido reclutando personal del ejército y de la policía para espiar a Morales, también fue deportado. La agencia boliviana de seguridad advirtió sobre la intensificación del monitoreo de los viajes del presidente podría ser indicativa de preparativos para un intento de asesinato. Morales dijo que las expulsiones posibilitaron deshacerse de los problemas que Estados Unidos estaba creando con el objeto de retardar el proceso de cambios en Bolivia y que él jamás lamentaría haberle mostrado la puerta al embajador.

Sin embargo, queda claro que la embajada de Estados Unidos continúa sumamente activa en Bolivia. Surgió una información en el sentido que vehículos con licencia diplomática de la embajada norteamericana fueron empleados para el transporte de armas de fuego, que los diplomáticos norteamericanos intentaron movilizar la resistencia de comunidades indígenas contra políticas del gobierno, esto fue minuciosamente documentado por las autoridades bolivianas. Un grupo terrorista compuesto por contratistas de la CIA en Europa –la mayoría individuos con experiencia de combate obtenida en los Balcanes—fue interceptado durante un intento de infiltrarse en Bolivia. Algunos de los terroristas fueron eliminados durante la incursión lanzada por la policía boliviana y otros actualmente enfrentan juicios luego de la investigación que tomó tres años. Aun así, 17 de los 39 miembros del grupo terrorista lograron escapar hacia Estados Unidos. Aquellos que enfrentan juicios en Bolivia, reciben apoyo legal y financiero desde el extranjero y la propaganda norteamericana alega que toda la investigación y juicio no es más que un show montado por el gobierno de Morales.

Bolivia estaba decidida en el 2011 a reconstruir los lazos diplomáticos con Estados Unidos y luego de una ronda de consultas firmó un acuerdo marco con Washington. El plan contemplaba el intercambio de embajadores entre los dos países, más un acuerdo de lucha contra el narcotráfico que fue firmado en enero de este año pero el proceso se estancó el pasado 7 de marzo cuando Estados Unidos publicó una evaluación extremadamente negativa de las iniciativas bolivianas contra el narcotráfico. Poco después, durante una sesión de la Comisión de Naciones Unidas para el Narco Tráfico en la ciudad de Viena, Morales atacó violentamente a la DEA por sus maniobras ilícitas en Bolivia. Según Morales, el hecho que la DEA se rehusara a reconocer los logros de Bolivia era un caso de clara presión política. Indicó para justificar la expulsión de la DEA de Bolivia que esta agencia a diferencia con la ONU siempre logró bajas marcas en el país en su política anti-narcotráfico y que la DEA era esencialmente un instrumento político empleado para desacreditar a funcionarios del gobierno anti imperialista como también a líderes sindicales.

El próximo paso de Bolivia será igualmente aislarse de la USAID como también de la NED y del Instituto Republicano Internacional. Todos conocidos por estar detrás de las agrupaciones anti-gobiernistas y organizaciones no gubernamentales en Bolivia, tales como la organización Juventud para el Desarrollo, el Instituto para la Gobernabilidad y el Desarrollo, el Instituto de Defensores Civiles, etc., etc.

A través de sus años de estadía en Bolivia, la USAID formó en el país una quinta columna con una elite de intelectuales, gente de prensa y asociaciones estudiantiles. Encima de eso, Estados Unidos mantiene en el país una red de laboratorios analíticos donde expertos bolivianos y extranjeros confeccionan los planes para las campañas contra el gobierno.

El Director de Misiones de la USAID en Bolivia, Wayne Nilsestuen y su equipo consiste en operativos de la CIA que trabajan bajo cobertura diplomática. La estación de la CIA en Bolivia existe bajo la fachada del departamento político de la embajada. Las verdaderas actividades del personal de este departamento no son ningún secreto para el servicio de contra-espionaje de Bolivia. Geoffrey Schadrack es el residente de la CIA y sus subordinados, Roberto Crotty, Eric Whittington, Richmond Blake, Robert Camus y otros, la mayoría bastante jóvenes. La embajada norteamericana también alberga a funcionarios de la Agencia de Inteligencia para la Defensa.

Larry L. Memmott es el Encargado de Negocios de la embajada norteamericana en Bolivia. Ingresó a la diplomacia el año 1987 como Vice Cónsul en La Paz y más tarde en otros países latinoamericanos, pero, ya que habla fluidamente el ruso, estuvo destacado en países pos soviéticos tales como Kirguistán y Uzbekistán durante el período 2008-2011. Al igual que sus colegas, Memmott no es ningún fanático del régimen popular de Bolivia, pero se trata de una persona con inclinaciones un tanto románticas y no tiene el aspecto siniestro del agente de la CIA que tortura detenidos en cárceles secretas alrededor del mundo. A Memmott le gusta viajar a través de Bolivia y toma fotografías que luego expone en su blog.

Está pendiente la pregunta si Memmott logrará terminar su período en Bolivia sin que tenga serios conflictos con el gobierno del país. Morales declaró de manera inequívoca que Bolivia es un país anti-imperialista, anti-capitalista y anti-liberal donde la injerencia de Estados Unidos no será tolerada. El presidente boliviano tiene fama de cumplir con lo que promete y su reciente declaración no dejó dudas que desde su perspectiva, la diplomacia norteamericana sencillamente apesta.

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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