Después del “ataque terrorista” contra el Centro Mundial de Comercio (World Trade Center, WTC) en la ciudad de Nueva York, los servicios especiales de Estados Unidos asumieron una pesada carga de responsabilidad. Cualquiera que sea el carácter real de los organizadores y perpetradores de los ataques terroristas, no tiene importancia, la tarea de los servicios especiales es asumir el claro mandato de impedir la repetición de los dramáticos eventos del 11 de septiembre del 2001 que produjeron la muerte de tres mil norteamericanos. La opinión pública en Estados Unidos exigió represalias rápidas e inmisericordes por los ataques terroristas, por lo tanto los servicios recibieron carta blanca para llevar a cabo operaciones preventivas. En la guerra contra los “centros terroristas”, en la primera línea de lucha están la CIA y la Agencia de Inteligencia para la Defensa, DIA (iniciales en inglés) hombro con hombro. Durante la década pasada, esta última ha estado involucrada principalmente en la preparación de operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak y posteriormente en Libia y Siria. No obstante, las campañas rápidas y victoriosas no se han materializado. Las pérdidas en combate están aumentando y las listas de bajas de la agencia de servicios especiales aparecen con frecuencia. En uno de estos últimos informes un agente de la CIA fue muerto en la ciudad de Kandahar (su nombre no fue revelado) junto con la analista de inteligencia de 24 años, Brittany Gordon. El ataque terrorista suicida fue realizado por un agente de inteligencia afgano quien resultó ser un seguidor del Talibán.
La lucha contra un enemigo evasivo, un clima duro y una población hostil más una constante presión, todo esto afecta negativamente la moral de los soldados, funcionarios y al personal de inteligencia. Como resultado, tenemos la masacre no provocada de civiles, cientos de casos de suicidios y deserciones, además del uso masivo de drogas –las estadísticas reales son maquilladas por el Pentágono y las agencias de inteligencia debido a que estas revelan el nivel de degradación del personal. En muchos casos, miembros de los servicios de seguridad renuncian debido a la prolongada presión psicológica luego de incursiones a “zonas calientes”. En los “países amigos” las operaciones de la DIA y de la CIA son por lo general apoyadas por la policía y los servicios de inteligencia locales.
Pero, según palabras de Kipling, “el Occidente es occidental y el Oriente es oriental.” En el Oriente este tipo de seguridad no se da.
Ha quedado claro que durante el desarrollo de las campañas de ultramar, los grupos operativos de la DIA no lograron establecer una recolección informativa efectiva y útil en torno al enemigo, sus planes e intenciones. En consecuencia, el valor del apoyo informativo de la CIA se incrementó considerablemente. Su personal enviado al país “democratizado” en turnos por períodos que varían entre seis meses y dos años. La CIA encubierta por el “equipo” emplea estructuras laborales para “mejorar las áreas controladas” y brindar apoyo humanitario a la población a través de la USAID, repara servicios públicos y la red de carreteras. En Irak y Afganistán cientos de funcionarios de la CIA pasaron a la clandestinidad, incluyendo los jefes. En condiciones de combate, quedó claro que los agentes de la DIA, en términos de disposición operativa, eran inferiores a los de la CIA. Pobreza en el análisis informativo y documental, fracaso en el reclutamiento y falta de conocimiento de idiomas –todo esto produjo fracasos y pérdidas de vidas humanas. De manera que el problema de la necesidad de reformar la DIA estuvo pendiente desde hace tiempo.
Algunas medidas en ese sentido han sido tomadas, pero no han sido suficientes. La burocracia dentro de las estructuras de la inteligencia militar prefiere la vida cómoda, nombramientos agradables de agregados militares lejos de la línea del frente, lugar donde se decide el futuro del imperio. El actual Secretario de Defensa norteamericano, León Panetta, ex jefe de la CIA, está más al tanto que nadie de las debilidades de la DIA. En este momento, este servicio de inteligencia que emplea 20 mil personas, es incapaz de producir información de inteligencia militar confiable. La implementación de los planes estratégicos desarrollados por el Pentágono para la próxima década, requiere de inteligencia militar efectiva, una agencia más fuerte y actualizada, especialmente sobre China, Rusia, la India, Brasil, Argentina y Sudáfrica. Por lo tanto, ya no es posible demorar más las reformas.
A comienzos de este mes, Panetta anunció nuevos enfoques y objetivos. Hacia afuera no hubo nada sensacional. Panetta confirmó que la lucha contra el terrorismo requerirá nuevos esfuerzos. El número de funcionarios de la DIA trabajando de manera encubierta en el extranjero (actualmente unos 600) se espera incrementarlo durante los próximos cinco años hasta unos 1600. Deberán asegurarse que la unidad encubierta actúe efectivamente en países “potencialmente hostiles” y en regiones críticas. Dentro de sus capacidades operativas, se espera que la DIA sea igual a la CIA.
Pareciera que se han cifrado grandes esperanzas en que la nueva subdivisión de la unidad de Operaciones Secretas de la DIA (Servicio Clandestino de Defensa, DCS) cuya formación se anunció en el mes de abril pasado. La DCS inició su entrenamiento en la base de la CIA en Virginia. El estreno profesional se hará en Afganistán e Irak y en áreas críticas de Asia, África y América Latina. La estructura de la DCS incluye a los agregados militares. En el plazo cercano, la DCS será el departamento principal que asegure las informaciones de naturaleza militar actualizada.
Se sabe que la inteligencia militar norteamericana está activa dentro de Irán y a lo largo de sus fronteras y en países con los cuales Teherán mantiene relaciones amistosas. Podríamos decir que el problema de Irán para el personal de la DIA-CIA es que están operando dentro de una guerra no declarada. Esto es especialmente notorio con la Alianza de los Pueblos de América Latina, ALBA (Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua) los cuales mantienen relaciones normales con Irán. Uno de los objetivos de la inteligencia norteamericana es el impedir el establecimiento de cooperación militar entre estos países e Irán.
El actual jefe de la inteligencia militar de Estados Unidos, general Michael Flynn, señaló que no se trata de un cambio cosmético en la DIA sino de un profundo cambio en la estrategia de la seguridad nacional. Flynn no aclaró exactamente en qué consiste este “cambio.” Pero ya queda claro que la DIA centrará su enfoque en la región Asia Pacífico y operaciones sobre el “tema chino” la esencia del cual es impedir que China se convierta en una superpotencia militar.
En los círculos elitescos norteamericanos, China es vista (en la terminología de la Guerra Fría) como el “opositor principal.” El creciente poderío militar de China, la modernización de su potencial nuclear y misilístico, el fortalecimiento de su marina con manifestaciones de sus capacidades operacionales en los océanos, deben perturbar al gobierno de Estados Unidos. Es el aspecto militar del fortalecimiento de la posición china en el mundo urge al Pentágono a crear una estructura de “defensa en profundidad” con la DIA en este país y en la región Asia-Pacífico.
Vale la pena mencionar que la burla de parte de expertos norteamericanos en torno a la estafa del armamento chino (malas copias de los originales) es cada vez menos frecuente. La prueba misilística anti-satelital de los chinos el año 2007 fue una pasmosa sorpresa para el Pentágono. El informe analítico de la DIA sobre el evento señaló razonablemente que en el caso de un conflicto con Estados Unidos, China sería capaz de derribar los sistemas norteamericanos de rastreo satelital y de comunicaciones.
El Pentágono no tiene ninguna duda en cuanto a la “autoría” de las incursiones piratas en las bases de datos del gobierno, de las instituciones financieras norteamericanas, del complejo militar-industrial, etc. Las conclusiones son alarmantes: China está desarrollando métodos para la lucha electrónica. Luego de la exitosa prueba del misil balístico intercontinental “Dongfeng-41” el cual es capaz de alcanzar parte del territorio de Estados Unidos, la preocupación de Washington en torno a “planes impredecibles” de parte de China, ha sido particularmente notoria.
Una declaración de la DIA sostiene que China se enfoca en la globalización de sus relaciones internacionales. Esto se interpreta como un desafío directo. La DIA se preocupa de la información acerca del fortalecimiento de la cooperación técnico-militar China-América Latina. Los embarques de armamento chino hacia la región están aumentando. He aquí un párrafo típico sobre el tema: “Venezuela ha adquirido armamento avanzado para su marina de guerra, navíos anfibios, blindados y artillería. El pago por estos suministros se hace contra un préstamo chino por 500 millones de dólares. Y los programas espaciales de China con América Latina se están desarrollando de manera dinámica.”
Venezuela cuenta ahora con dos satélites fabricados en China y pronto los chinos lanzarán satélites para Bolivia y Nicaragua. Es evidente que Estados Unidos no es capaz de detener la “penetración multivectorial china” en el Hemisferio Occidental.
Por estas razones, el Departamento de Estado norteamericano, el Pentágono y las agencias de inteligencia han estado en años recientes desarrollando planes para “contener a China”, incluso a través de la desestabilización política y social, promoviendo conflictos regionales y estimulando el separatismo. Los analistas de las agencias de inteligencia norteamericanas discuten la gama específica de problemas relacionados con el fomento de la inestabilidad política en China y su fragmentación interna. Dentro de este contexto, ellos tienen una experiencia de estudio general relacionada con el colapso de la Unión Soviética.
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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona