«A ver, tú, que sabes más que el pescado frito» me decía un profesor cuando quería hacerme una pregunta. Aznar, el expresidente del Gobierno español, que cree saber más que el pescado frito, dio una rara entrevista, por rara y por sorpresiva, después de que se supiese que una trama mafiosa pagó parte de la boda de su hija y que la primera campaña de imagen de su mujer, Ana Botella, fue realizada por la misma trama mafiosa.
Lugares comunes y brindis al viento. Reiteraciones y obviedades con palabras tan grandilocuentes como «patria», «responsabilidad», «deber», «legalidad», etc.
El caso es que Aznar no dejó de ser un aprendiz con ínfulas. Recientemente Wikileaks publicó cables secretos de espías estadounidenses (los espías estadounidenses se burlan de Aznar y de sus ideas) en los que se mofaban de Aznar por sus ideas y planteamientos de seguridad internacional.
Pero este Aznar es imperturbable. El llamado Trío de las Azores, realmente cuarteto porque también estaba Durão Barroso muy contento con Aznar, Blair y Bush, planeando masacrar iraquíes, convirtió Iraq en una carnicería y a sus verdugos en expresidentes conferenciantes bien pagados y desmemoriados.
El injust system occidental premia a Blair con cargos de mediador, a él, que es un asesino, y a Bush y Aznar con la impunidad y el olvido, pero quizá, de los tres (porque Durão recortó la foto para la historia para no salir en compañía de semejantes personajes ) el más revuelvetripas sea Aznar. Podría mantenerse callado, afligido, discreto, dubitativo… No, lejos de él toda idea de reflexión; todavía sigue pontificando de lo mucho que no sabe, alardeando de una incultura supina adornada de lugares comunes, pulseras y, lo que es peor, muertos.