El gobierno griego decidió el martes 11 de junio cerrar las cadenas de televisión y las radios del servicio público audiovisual, ERT. La policía neutralizó el principal emisor situado cerca de Atenas y las fuerzas especiales se desplegaron para cortar las emisiones de las repetidoras en las zonas rurales. Las pantallas de las televisiones públicas nacionales y locales se pusieron en negro hacia las 23 horas (hora local). Estos cierres significan el despido inmediato de 2.656 trabajadores de la ERT y la supresión de cerca de 1.400 empleos indirectos.
El gobierno procedió por decreto, anunciado menos de 5 horas antes de su entrada en aplicación efectiva, sin que el Parlamento pudiera discutir su ejecución. En el seno del gobierno de Unión Nacional, solamente Nueva Democracia, aconsejada y aplaudida por los neonazis de Amanecer Dorado, apoyó esta medida. Sin embargo, la responsabilidad de la Troika (FMI, BCE y Comisión Europea) no se debe descartar. Puesto que fue ese trío maléfico el que llevó a Grecia a la situación actual y no hace más que agravarla. La rapidez de los gobiernos en ejecutar las órdenes dictadas por la Troika pone en evidencia la pérdida total de soberanía de los países y su sumisión ante los prestamistas.
Inmediatamente, centenares, millares y luego decenas de millares de griegos y griegas salieron a la calle para protestar contra esa denegación de democracia y manifestar su apoyo a los trabajadores de la ERT: La resistencia se comenzó a organizar en Atenas y se extendió a todo el país, desde las ciudades del Norte hasta el Peloponeso, pero no podrá triunfar sin la solidaridad activa de los trabajadores y las trabajadoras de los otros países europeos. En todos los países de Europa se levantan las voces de protesta, se lanzan llamamientos a la movilización. Incluso aparecen huelgas de solidaridad en algunos países. El mensaje es claro: lo que se produjo en Grecia puede generalizarse en toda Europa. Es el desafío de la movilización actual: impedir por todos los medios la generalización de este «talón de hierro». Más que nunca, debemos construir unidos y unidas otra Europa, rompiendo con la de la «competencia libre y no falseada». Si no lo hacemos, nos arriesgamos a que la noche caiga sobre Europa.
Este acto inclasificable, reprobado por todo el mundo, no es el primero de este tipo e interpela sobre el futuro de la democracia en Grecia. El gobierno griego no es un novato en la materia. No obstante, el paso dado el martes pasado tiene todas las características de un golpe de Estado.
Recordemos la represión de la huelga de los trabajadores portuarios del Pireo en 2010, de los trabajadores y las trabajadoras del metro de Atenas, inmovilizados/as y amenazados/as de encarcelamiento, en enero de 2013, y la de los y las docentes, prohibida y declarada ilegal en mayo pasado. Recordemos también la aprobación, sin deliberación ni posibilidad de enmiendas, del memorándum (plan de austeridad) por el Parlamento, que completaba la serie de actos ilegítimos, incluso ilegales, de los distintos gobiernos griegos desde el comienzo de la crisis. La Constitución ha sido pisoteada constantemente por las decisiones de los equipos de la Troika, que ocupan los puestos clave en los ministerios.
Estos planes de austeridad, decididos en nombre de la deuda pública y de los déficit públicos son directamente responsables de la degradación de la ya catastrófica situación económica del país (en recesión desde 2009 y con una deuda en expansión) y sobre todo del considerable empobrecimiento de la gran mayoría de la población. Más de un tercio de la población no tiene protección social y el 60 % de los y las jóvenes están en paro. Éste es oficialmente del 28 % para el conjunto de la población (según las cifras de Eurostat). Los asalariados y las asalariadas vieron cómo desaparecían las convenciones colectivas, reemplazadas por contratos individuales de trabajo que a menudo se pagan con tres o cuatro meses de retraso. Las pensiones bajaron de media un 35 %.
Y son las mujeres las que pagan el tributo más pesado, mientras que el patriarcado y sus valores retrógrados vuelven con fuerza. Incluso está discutida la libre elección de procrear. La esperanza de vida retrocedió de promedio 3 años desde el comienzo de la crisis. La promiscuidad, consecuencia del reagrupamiento familiar o entre la vecindad, genera contaminaciones y enfermedades en una población cada vez menos protegida en materia sanitaria. La malnutrición se ha convertido es una cuestión corriente en Grecia. De hecho, el derecho fundamental a la salud no está reconocido. Los hospitales van cerrando uno tras otro, ya no se provee de medicamentos y del material médico elemental. Se suprimen miles de camas hospitalarias y los tratamientos, cuando son posibles, son de pago. Actualmente, una gran parte de la población no puede tener acceso a la asistencia médica.
No son las «excusas» hipócritas del FMI las que cambiarán lo que sea. Las políticas de austeridad continúan en gran forma como lo demuestran los despidos masivos en el sector audiovisual. Bajo el pretexto de continuar con el pago de la deuda pública, la Troika viola los derechos económicos, sociales, civiles y políticos del pueblo griego. Pero esta estrategia de mano de hierro, impuesta a los griegos antes de ser generalizada en Europa, no sería posible sin la complicidad activa de los partidos políticos que ahora están en el poder (PASOK, DIMAR y Nueva Democracia) y de los sindicatos que aceptan su influencia. Hoy es necesario un cambio radical de política.
El CADTM afirma que la totalidad de la deuda griega contraída con la Troika es ilegítima y odiosa. Y no debe pagarse, puesto que responde a los tres criterios que determinan el carácter ilegítimo y/u odioso de una deuda.
▪ → ausencia de consentimiento de la población
▪ → ausencia de beneficios para la población y falta de respeto al interés general
▪ → conocimiento por parte de los acreedores de los dos criterios ya mencionados.
Se debe proceder a una auditoría pública y ciudadana del resto de la deuda.
El CADTM se declara solidario del pueblo griego y pondrá toda su energía en construir movilizaciones unitarias y europeas de toda la población.
Unidos y unidas en la lucha, NO PASARÁN
*Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz