La noche de este miércoles las autoridades de São Paulo y Río de Janeiro anunciaron la revocación del aumento de la tarifa en el transporte público. La primera victoria de las movilizaciones que dieron lugar en estas ciudades desde hace seis días. Asimismo, los manifestantes volvieron a llenar las calles de estas y de varias otras ciudades del país. Es más que transporte, es vivir viviendo.
Mucho se ha dicho desde hace muchos días sobre la ausencia de una bandera común entre las protestas, o hasta mismo entre los manifestantes de una misma protesta. Ausencia esta que pone la izquierda entre la angustia de evitar cualquier retroceso en el proceso de maduración política del pueblo, y la necesidad de dar respuestas a cuestiones que no nacieron hace algunos días.
Las movilizaciones denuncian que desde los anuncios de la realización de los grandes eventos deportivos en Brasil, el país se vio entregado a las manos de la FIFA, y cualquier política pública pasó a obedecer a los criterios de la organización. La seguridad del país hoy obedece a sus criterios. Miles de personas fueron y en este momento son sacadas de sus hogares para la construcción de las obras sin ninguna garantía, centenares de pobladores de las calles de las grandes ciudades del país fueron asesinados por la fuerza pública, en un proceso llamado higienización de las grandes urbes para el maquillaje solicitado por la FIFA.
Aparte de todo esto, hay una clase política completamente desprestigiada por su pueblo. Sus decisiones: blindarles a sí mismos de la justicia (tramita en el congreso una propuesta de ley que limita el poder del Ministerio Público), garantizarse un buen sueldo, contemplar a los poderosos, así como diversos proyectos de ley que promueven la segregación sectores de la sociedad.
Las protestas de estos días fue un “basta” de una gente diversa, que lo único que hizo fue sentir que de todo el espectáculo montado, no le quedaba el vuelto.
Y por tantas causas, y por tan espontánea (las manifestaciones sorprendieron autoridades, políticos, analistas e incluso a las organizaciones de izquierda por su magnitud) es que este movimiento provoca también algo de temor.
Muchos dicen que será apropiado para un golpe de la derecha. Otros que se perderá en el corto tiempo por su desorganización. Lo cierto es que la gente está en la calle, y poco a poco aprendiendo que su voz, su pancarta, su protesta, puede hacer con que las decisiones sean tomadas en respeto a lo que quiere el pueblo. Es también un proceso de maduración de este pueblo.
Ahora es el momento de la batalla, cuando el pueblo se despierta no por una convocatoria sino porque sintió la necesidad de hacerlo. Las organizaciones de izquierda, derecha, el mismo gobierno, todos intentan apropiarse del movimiento sea para fortalecerlo, utilizarlo o diluirlo. Pero respuestas tendrán que surgir, porque todo esto nunca fue por un pasaje.
