Nada bien marcha la economía en los Estados Unidos, la cuna del imperio estadounidense. Y, por ende, la pobreza alcanza niveles por encima del año anterior. Barack Obama no recibió una economía muy boyante, todo lo contrario su antecesor le dejó una estela de distorsión muy importante, y él, en su primer mandato, sólo pudo contener los elementos perniciosos que se cernían sobre la economía y la pobreza de su país. Pero hubo un mandatario Latinoamericano llamado Hugo Chávez que al tomar el poder en Venezuela, le rugió al imperio y le “aguaó”, por así decirlo, el guarapo al imperio, cuando le hizo fracasar su ALCA, y más bien le dio paso al nacimiento del ALBA. Luego ese Chávez, el sabanero, el vendedor de arañas, impulso la creación de UNASUR. Creó a PETROCARIBE y, para colmo, le dio fuerzas a la creación de la CELAC, que por cierto nació en Caracas.
¡Coño!, dijo el gringo, de dónde salió este loco. Y ese “loco” les fustigó en todos los escenarios mundiales. Y no pidió oportunidad de señalar que los males del mundo sea le debía al capitalismo salvaje, cuyo mayor representantes era los Estados Unidos. Y comenzó a agravarse la policía económica del imperio y crecer el nivel de la pobreza, en contraste con la recuperación de las economías de América Latina, y al descenso de la pobreza, como producto de una mejor distribución de de la riqueza de esos países.
Joseph E. Stiglintz, Premio Nobel de Economía en el 2001, profesor en la Universidad de Columbia, y quien fue, además, asesor económico de Bill Clinton, dijo en su libro “La semilla de la destrucción” que durante los felices noventa la economía había crecido hasta niveles desconocidos en toda una generación. “Los expertos y la prensa proclamaban el advenimiento de una Nueva Economía en la que las recesiones serían un resabio del pasado y la globalización traería la prosperidad al mundo entero…”. Pero el espejismo no duró mucho tiempo. En su lugar surgió la incertidumbre, la desconfianza y el peligro de una hecatombe económica no sólo en los Estados Unidos, sino en Europa y en buena parte de las economías que se mueven alrededor del dólar.
En un sumario ejecutivo que muestra las perspectivas de las economías mundiales para el 2011, 2012 y 2013, apunta a que la economía mundial se encuentra al borde del abismo, es decir, de una gran recesión. Ya pasó el 2011 y el 2012. Nos encontramos en los inicios del 2013, y lo que se vislumbra son más problemas y más guerras, propiciadas por Estados Unidos, como una manera de buscar equilibrar su economía con la industria bélica y lo que representa para ellos la destrucción de otros países, y luego prestarle dineros para su reconstrucción, la que harán, por supuestos, las empresas contratistas estadounidenses, pertenecientes a grandes corporaciones y donde van como ejecutores muchos militares retirados y en servicio activo. En otras palabras, un negocio redondo para los Estados Unidos. Pero…
Todavía Grecia, España e Italia no se han recuperado. Los esfuerzos han sido grande para inyectarles dinero a esas economías, pero la solución al problema sigue intacto. Y debemos recordar que las economías de Europa y la de Estados Unidos son las dos más grandes del mundo, y están intrínsecamente entrelazadas. Eso quiere decir que lo que le pase a una, puede repercutir en la otra, en esa misma magnitud. Por eso Barack Obama, no encuentra que hacer. Por un lado, muestras ganas de invadir a Siria, y por el otro, teme que tal acción puede revertírsele negativamente a su país. Y como dice Joseph E. Stiglitz: “La globalización nos ha hecho a todos más interdependientes. Antes se decía que cuando Estados Unidos estornudaba, México se resfría. Ahora, cuando Estados Unidos estornuda, pocos en el resto del mundo se libran de la gripe. Y ahora, lo de Estados Unidos pasa de la congestión nasal: cualquiera análisis económico de los problemas que padece el mundo desde el principio de la década precedente tiene que empezar por este país”.
En el escenario económico y político de los Estados Unidos existen varios mitos. Pero hay uno, en especial, que se utiliza como un comodín para mejorar o medio equilibrar la economía estadounidense. Se trata del mito de la guerra. Los halcones de la guerra han creído en el pasado, y lo creen aún en este presente, donde le han dado duro en la cara, que la generación de guerras aquí y allá, son buenas para la economía de su país. Pero ¿qué ha pasado después de la invasión a Afganistán? ¿Qué ha pasado después de la guerra contra Irak y su destrucción. ¿Qué pasa, ahora, después de la invasión a Libia, y la ejecución del líder libio Muammar Al Caddafi? ¿Ha mejorado la economía estadounidense? ¿Ha disminuido la pobreza? Todo parece indicar que nada de eso ha sucedido.
En efecto, aún hoy, algún grupito de los asesores de Barack Obama, siguen pensando que la guerra es un elemento bueno para mejorar la economía. Esas mentes viven ancladas en los años de la II Guerra Mundial, cuando, como varita mágica, ese hecho ayudó a recuperarse la economía y salir de lo que llamó la Gran Depresión. Pero vivimos en otra época. No basta con caerle a bombazos a países inermes, destruirlos y después “ayudarlos en su reconstrucción”, después de endeudarlos con ellos mismos.
Hablar de la pobreza en los Estados Unidos es más dramático de lo que se piensa. Se afirma para 2012 la cifra se ubicaba en los 46.2 millones de pobres, la más alta en los últimos 52 años. Se estima que para 2013 la cifra no varíe mucho, ya que el gobierno de Barack Obama se ha encontrado con grandes escollos para poder disminuir el nivel de pobreza. Un encuestadora que pulsa la pobreza en ese país, pregunto lo siguiente: ¿Cómo definiría ser pobre en Estados Unidos? Hubo consenso en las respuestas: falta de hogar, el hambre, no poder comer adecuadamente y ser capaz de satisfacer las necesidades básicas.
Ese es el país que adora el representante de la derecha amarilla y apátrida en Venezuela: Henrique Capriles Radonski, y su combo. A ese país han viajado muchos representantes de la Mesa de la Unidad a pedir al Pentágono que nos invada, con el fin de salir del chavismo. Esa es la gente que pretende gobernar a Venezuela, que se rinden, genuflexamente, ante un imperio que no es capaz de darle hogar digno, y darle de comer adecuadamente a más de 46 millones de personas. Pero si es capaz de usar sus armas para agredir, invadir, asesinar, desaparecer, encarcelar y mutilar la vida de miles y miles de hombres, mujeres , niños y niñas. ¡Cójanme ese trompo en la uña!