Chile con la mayor parte de su pueblo embaucado

El primer vistazo a un paisaje, a un pueblo, a una persona nos da muchas veces esa impresión de que entendemos lo que hay detrás de lo que vemos; así, cuando regresé a Chile después de casi una década de ausencia tuve esa primera impresión cuando miraba en la televisión –algo que hago poco, el programa Tolerancia Cero. El programa me llamo la atención quizás porque esa frase, tolerancia cero, ha sido acuñada en Norteamérica donde vivo.

Tolerancia Cero, es un programa con intención de debate y representación más o menos cumplida de los poderes políticos e ideológicos dominantes en Chile hoy. Cuenta con un moderador con muy pocos recursos y mala voz que, al menos en esa ocasión, salió a la defensa bastante vehemente de previos gobiernos de la Concertación y para ello intervino, bastante torpemente, cuando otros opinaban. Otro participante, con peinado un poco extraño y aires de intelectual, que me recordó a esos que un día años atrás iban a hacer la revolución en Chile, defendía simplemente el proyecto de los ricos chilenos. Mientras que otro, mas quieto, aportaba muy poco. Contaba el programa con dos invitados jóvenes uno representando a la derecha tradicional y el otro a un partido que se dice progresista. Al final todos coincidían en que emergía en Chile una “derecha moderna.” Esa noche, salvó la segunda parte del show un médico con su relato de lo que sufrió junto a su esposa durante la dictadura cívico-militar que gobernó Chile por 17 años –horrendas torturas que más bien le dieron raíces al programa y me ayudaron a ver que efectivamente se hablaba de Chile.

Este show televisivo se me presenta como una alegoría del país, una que pinta a quienes tienen vigencia, espacio y poder, tanto como a las víctimas del pasado criminal chileno. Una alegoría de un Chile próximo a nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias, en el que existen quienes no están de acuerdo, denuncian diariamente a quienes se adueñaron del país para cometer todo tipo de injusticias, pero que no aparecen en el show, al menos no esa noche porque no sé si los invitaron antes o después de aquel programa –para mi única instancia por mi breve visita, por mi carácter de forastero en esa realidad chilena, un visitante temporal.

En Chile, el neoliberalismo se desarrollo totalmente, aunque impuesto por la fuerza durante la dictadura militar, como una planta mortífera de ideologías foráneas durante los gobiernos posteriores a la dictadura militar. Estos gobiernos lo adoptaron, lo legitimaron y supieron convencer o embaucar a la gran mayoría de chilenos y chilenas para que lo aceptaran como válido. Si bien es cierto que para esto usaron la extorsión y el chantaje, le impusieron a la población un nacionalismo superficial, barato, que involucró a todas las clases sociales y se esparció por los rincones más remotos del país. Un nacionalismo que se muestra a veces violento frente a otros latinoamericanos, incluso dentro de Chile, y arrogante en el extranjero, hasta en partidos de fútbol, que consiste en convencer a los chilenos que viven en un país moderno y prospero que es la envidia del resto de los latinoamericanos.

El resto es una ideología del consumismo y del crédito personal que no es diferente de la ideología dominante en el resto del mundo. Chile no es una exclusividad, aquí en Canadá el endeudamiento personal es una epidemia. Pero la carga del chileno típico es mucho más pesada. Canadá, con un gobierno neoliberal como casi todo Occidente, asegura a sus ciudadanos la salud universal y gratuita, una educación básica y secundaria en un 90 por ciento pública y totalmente gratuita y una educación superior estatal. En Chile se paga todo, hasta la carretera principal -orgullo de muchos chilenos- cobra peaje cada 100 kilómetros; esto en un país que ha producido durante los últimos treinta años grandes riquezas en recursos nacionales y que no tiene la alternativa de un servicio de trenes de pasajeros. El estado de la vivienda en Chile tampoco es envidiable, ciudades y pueblos se ven en estado precario por falta de mantenimiento y presupuesto. Los salarios, que los que dependen el 90 por ciento de los chilenos o chilenas, cualquiera sea su monto, generan un potencial económico que la mayoría gasta en artículos y servicios que examinados son en general más altos que en Canadá –con salarios en promedio tres veces mayor. Chile cuenta con una clase rica que lo tiene casi todo y una clase media alta que se ve muy aventajada y privilegiada frente al resto. Ambas clases, en extremo arrogantes, no le dan ningún valor al resto de los chilenos. Son sus miembros en extremo clasistas e ignorantes y su perspectiva es fascista –creen en la fuerza, en su superioridad racial y de clase, y culpan al resto de los chilenos por la opresión en que ellos mismos los tienen.

El discurso en Chile lo domina esta clase fascista, se hace verbo de boca de politiqueros oficialistas y opositores, y de algunos señoritos del poder económico que con voz gangosa explican que Chile está ya casi en el umbral del desarrollo, tocando el cielo con las manos. Como argumento de fondo presentan una cifra, que se repite como una teletón, que es el per cápita chileno. El discurso reconoce que hay pobres en Chile, pero disminuye su número y los cataloga con el nuevo término “vulnerables.” El resto pasan como clase media y con eso les distorsionan la realidad y los despolitizan. Esta es una perspectiva de propaganda nacida en Norteamérica.

Desarrollo o país desarrollado, es otro termino común en Chile, pero esta designación no es clara ni ha sido establecida por las Naciones Unidas. En el mundo ciertos países van adelante en la ciencia y la tecnología, podríamos considerarlos “desarrollados,” pero ni Holanda ni Bélgica aportan mucho en estas áreas y sin embargo son considerados desarrollados por su distribución económica que genera el bienestar de la mayoría de sus habitantes. Si Chile quiere considerarse desarrollado tendría que priorizar a su pueblo y no gobernar para unos pocos. El concepto de desarrollo en el mundo, sin embargo, está cambiando. En medio de la crisis estructural terminal y del desmantelamiento del Estado de Bienestar (instrumento de re-distribución en los países desarrollados desde la Segunda Guerra Mundial) la ideología neoliberal es abrazada por el “mundo desarrollado” todo. Entonces, la meta chilena de transformarse en un país “desarrollado” se desvanece frente a la realidad de un mundo “desarrollado” que se hace crecientemente neoliberal.

Por la carretera principal, a la entrada de las ciudades, compiten los inmensos letreros de las dos candidatas chilenas de rostros flemáticos e inexpresivos, la voz de las dos derechas, mafias politiqueras que prometen al pueblo lo que no tienen intención de cumplir. Y frente a ellas Roxana Miranda, candidata a la presidencia también, pobladora, activista, inteligente, valiente, autentica, viva –con una chispa fundamental que las otras dos no pueden alcanzar por mucho que sea su educación formal y los halagos que le llueven por doquier, pero que seguramente no cuenta con más recursos de los que las otras dos gastaron en quizás dos de sus enormes letreros muertos. A esto le llaman democracia en Chile, a elegir entre dos candidatas que representan a los dueños de Chile -y al imperialismo que ve a ambas con muy buenos ojos, candidatas que cuentan con todos los recursos de propaganda posible. Chile agarrado como presa por un ave de rapiña, y resultado de un neoliberalismo obviamente muy exitoso para todos ellos.

Fuera de Roxana y del partido de la Igualdad, la izquierda está representada también por Marcel Claude, el partido Humanista y otras fuerzas de izquierda. Claude es también un candidato digno como Roxana plantean inquietudes del pueblo chileno, pero que ese mismo pueblo no lo va a votar mayoritariamente como necesita. Aunque hay otras candidaturas que huelen a neoliberalismo no parecen que estas vayan a decidir nada. Y existen además quienes se niegan a votar, una actitud respetable de rebeldía frente al sistema dominante.

Una fuerza política histórica en Chile, el partido Comunista, con peso en la izquierda por sobrevivir la traición de la Concertación de ex-izquierdistas, ahora unido a otras fuerzas políticas demuestra que su papel histórico ha llegado a su fin y es absorbido por la aspiradora oportunista de la Nueva Mayoría (Concertación). Muy por el contrario el partido Humanista que estando en la rosca del gobierno de la Concertación, en una actitud honorable la abandonó en 1993 por no querer ser parte de la traición histórica que fue todo eso.

Las movilizaciones de jóvenes estudiantes jugaron en los últimos años un papel muy importante, fueron noticia en el mundo; las nuevas generaciones cuestionaron el sistema chileno, por desigual y opresivo. Remecieron la sociedad chilena y fueron punto de referencia, creador de conciencia más generalizada y de desconformidad aunque mucho de esto fue una reacción personal por falta de espacio económico y de oportunidades, las protestas han continuado en favor de un diferente proyecto para Chile. Aunque grandes movilizaciones sociales con muchos adeptos no siempre crean fuerzas políticas o apoyan movimientos políticos de cambio es obvio que las fuerzas políticas de cambio han sobrevivido y que se les culpa demasiado. Por un lado, de que no saben atraer -como si fueran vendedores callejeros, por otro lado se les culpa de que su existencia detiene el proceso, y finalmente se les culpa de no haber crecido más, de no ser más grandes en ese ambiente inhóspito a la participación política. Al fin los movimientos políticos en favor de cambios no tienen sus puertas cerradas y son quienes participan los que le dan fuerza y los hacen crecer. Sin duda la fuerza política organizada es indispensable, se enfrenta una guerra. En eso el Pueblo Mapuche es guía del camino a seguir en su lucha por sus derechos y tierras usurpadas. Los que detectan el poder tienen claro sus objetivos y donde están sus enemigos aunque se juren despolitizados.

En un viaje que hicimos a Cochamó, en el Seno de Reloncaví, donde mi hermano fue educador de adultos, tuve la oportunidad de conversar con sus ex-alumnas, todas graduadas con su diploma de educación secundaria o media, gente amable y de buen humor, conocedora del lugar, clara con respecto a su situación y organizada en la defensa de su zona –contraria a la construcción de una represa para producir electricidad que les y que es un asunto en varios lugares de Chile. Sin duda, el mejor capital de Chile está en su pueblo el que con su trabajo hace posible la economía del país, no en los farsantes que se las dan de sesudos e imprescindibles cuando se dirigen al público y que podrían ser borrados de un plumazo sin que el país perdiera nada. En la comuna de Cochamó existe un ejemplo de autogestión en un sector cordillerano, una cooperativa de pequeños parceleros que aprovechando un rio tienen su propia fuente de energía eléctrica en forma de una mini represa que no causa daño al medio ambiente.

Lamentablemente, mucho descontento y acciones directas de habitantes de localidades y ciudades y las extraordinarias movilizaciones de estudiantes de los últimos años han ido a dar apoyo político a los causantes de todo esto. El manoseo y engaño de las dos derechas chilenas continua siendo efectivo, muchos chilenos y chilenas no ven que es posible construir un mundo diferente lejos de ellos.

Una mañana de primavera de un día helado pero con sol y cielo azul, caminando cuesta abajo hacia el centro de esta pequeña ciudad del sur de Chile, vi el lago calmo que se extiende hasta la cordillera con sus tres volcanes de fondo. El volcán Osorno luce imponente. Toda esta hermosa naturaleza es testigo de muchas contracciones y de historia que se ha construido en su entorno y que sufre el daño que le causan estos “modernos” seres humanos que la habitan. El gran peligro, sin embargo en el futuro es como enfrentar en todo el mundo tantos grandes desafíos cuando no se muestran en la mayoría ni capacidades ni disposición a cambios necesarios. Nos espera acaso el destino que aguarda al tren que acelera su marcha hacia el abismo.


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Mario R. Fernández

Investigador y analista independiente

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