Un reciente reportaje del “Washington Post” reveló como la CIA apoyó al gobierno de Uribe con su sistema de inteligencia y el suministro de “bombas inteligentes” guiadas por GPS, para asesinar a una “docena” de líderes de las FARC. Este informe fue confirmado por el expresidente Álvaro Uribe y el Ministro de la Defensa Juan Carlos Pinzón.
Simultáneamente, el Procurador Alejandro Ordoñez destituyó al Alcalde de Bogotá Gustavo Petro, exguerrillero pacificado del M19, inhabilitándolo para el ejercicio de cargos públicos en los próximos 15 años, por el “delito” de haber enfrentado las mafias de la basura al municipalizar su gestión para hacerla más eficiente. Le aplicó una sanción desproporcionada e inconstitucional, calificada así por el Fiscal Eduardo Montealegre y la ex Fiscal Viviane Morales, la cual solicitó su destitución al Congreso por este exceso, ya que legalmente es al Presidente a quien le correspondería tomar esa medida. Este fue el mismo personaje que de manera igualmente arbitraria y viciada, destituyó a la Senadora liberal Piedad Córdoba inhabilitándola por 18 años, por el “pecado” de haber actuado como facilitadora de una salida política al conflicto interno. Es el mismo que sin pudor intercedió ante la Corte Suprema por Javier Cáceres, ex Presidente del Senado y estrecho colaborador del Narco 82, condenado a 9 años de presidio por sus nexos con el paramilitarismo. Es el mismo que en nombre de un fundamentalismo católico ultraconservador fascista y de una legalidad que desprecia la voluntad popular, ha destituido discrecionalmente a cientos de alcaldes y gobernadores, erigiéndose en un Súper Poder Dictatorial al servicio de una plutocracia, revestida de una juridicidad hipócrita empantanada en sus propias contradicciones.
El denominador común de estos hechos aparentemente inconexos, es que ambos, al sembrar la desconfianza contribuyen a “embolatar” los Diálogos de Paz de La Habana, justo cuando las FARC y el gobierno colombiano arribaron un acuerdo sobre la participación política de los insurgentes una vez que pasen a la vida legal, además de ponerle “palos a la rueda” de la reelección de Santos. Detrás, está la mano peluda del imperio y de Uribe su servil lacayo.