El pasado domingo 15 de junio se realizó en Colombia la segunda vuelta electoral para elegir al Presidente de ese país, siendo reelegido Juan Manuel Santos Calderón para el periodo 2014 2018.
Juan Manuel Santos, el candidato Presidente, tuvo que apelar a las alianzas con la Izquierda Democrática representada por El Polo Democrático y el Partido Verde, que sacaron una buena votación en la primera vuelta y que junto a un vasto y representativo sector de la vida política, sindical y empresarial, cerraron filas para impedir que triunfará la fórmula de la ultra derecha, impulsada y liderada por el expresidente Álvaro Uribe, en la persona del candidato Oscar Iván Zuluaga; recordaron los venezolanos este domingo la cruzada que aquí emprendió Rafael Caldera con un grupo heterogéneo de alianzas políticas llamado popularmente el chiripero, y que en definitiva le dio el triunfo presidencial en una segunda oportunidad.
Fue un proceso electoral totalmente atípico, salpicado por la alta polarización que Colombia no había experimentado, y que se la imprimió las dos opciones que fueron a la segunda vuelta. Hoy Colombia quedó fracturada políticamente en dos toletes donde Santos gana por unos 5 puntos y un millón de votos, frente a la opción de Zuluaga. A la izquierda y los demás grupos que son minoría en Colombia y que coyunturalmente apoyaron a Santos, solo les queda seguir abriéndose paso como alternativa política y democrática.
Y esa polarización fue producto del actual proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, entre el gobierno y la guerrilla de las Farc, porque el candidato del Centro Democrático claramente dijo no creer en ese proceso de paz y era partidario de romper las conversaciones y negociaciones si ganaban la elección presidencial, postura ésta también sostenida por Álvaro Uribe, creador del partido político Centro Democrático y del candidato Zuluaga, por el contrario Santos le apostó a la paz y ahí radicó que el país lo lograran dividir en dos mitades, quienes querían la guerra y quienes buscaban la paz para Colombia.
La segunda vuelta solo logró animar a un bajo sector de electores colombianos, donde la abstención es muy alta pues de 33 millones de electores solo votaron 15 millones, y esa parece ser la constante política en el país vecino, donde ha costado mucho reducir los índices de quienes no votan, tarea titánica que deben emprender los partidos políticos y organizaciones populares, para despertar la conciencia ciudadana de que solo en democracia y participando se logran los cambios y legitiman los poderes.
Por ejemplo en Venezuela estaban convocados 171 mil electores y solo votaron 16 mil por Santos y 14 mil por Zuluaga, tendencia característica que se marcó como siempre en todos los departamentos de Colombia.
Dejan estas elecciones algunos sinsabores y lecciones al pueblo Colombiano, por un lado las individualidades con poder y representatividad, que desde antes del proceso electoral ya estaban cantando fraude, hablando de la trampa vencedora y diciendo una serie de conjeturas validas o no, la alta abstención que deja sin participación y opinión a la mitad de la población electoral, y por otro lado un proceso electoral MANUAL que se convirtió en el más rápido y sorprendente, ya que a minutos de cerrar las mesas electorales ya indicaron quien era el nuevo presidente de Colombia.
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