¿Por qué el miedo de londres a la independencia de Escocia?

La campaña por la independencia de Escocia ha ganado el ímpetu suficiente para ganar, al tiempo que los escoceses irán al referéndum la próxima semana para decidir si el país se separa del Reino Unido. En la medida que el proceso se aproxima a la recta final, la campaña por el SI se está adelantando luego de estar durante meses detrás del NO en las encuestas. Este último bando, cuya consigna dice “Es Mejor Juntos” su campaña política apunta a que Escocia permanezca unida con Inglaterra luego de 307 años.

Pareciera ser que el factor decisivo hasta ahora es la enorme cantidad de votantes indecisos aunque aparentemente ahora se inclinen a favor de la independencia.

Este último y repentino aumento, podría decirse que hizo que el establecimiento político de Westminster de Londres, cayera en pánico. Los tres grandes partidos británicos han estado de manera estridente apoyando la campaña por el NO. Pero esta semana, los dirigentes del gobierno de la Coalición Liberal-Conservadora, el Primer Ministro británico David Cameron y su vice, Nick Clegg, hicieran visitas relámpago a Escocia con el propósito de reforzar el vacilante voto por el NO. El líder laborista, Ed Miliband, también viajó hacia el norte para concentrar a posibles votantes por el NO prometiéndoles que el Parlamento de Westminster iba a otorgar rápidamente una transferencia de poderes a Escocia si esta permanecía en la Unión.

Pero, el movimiento pro independencia encabezado por el Partido Nacionalista Escocés, (SNP) dirigido por el beligerante Alex Salmond, no está aceptando este último intento de ahogado para disuadir el voto por el SI. Luciendo más confiado que de costumbre, Salmond descartó el desesperado intento de Cameron, Clegg y Miliband, la “pandilla de Westminster.”

Escocia ya cuenta con un gobierno delegado con Salmond como su Primer Ministro. Este fue establecido el año 1999 y cuenta con su Parlamento con sede en la antigua capital escocesa de Edimburgo. No obstante, sus poderes legislativos son limitados. Londres todavía retiene el poder ejecutivo en cuestiones importantes económicas y de política exterior. La delegación le fue concedida por el gobierno central laborista de Londres, cuando Tony Blair era Primer Ministro a fines de la década de los 90. En ese entonces, la medida fue considerada como un recurso temporal en contra del movimiento por la independencia total. Pero, con el nuevo parlamento escocés dominado por el Partido Nacionalista Escocés, el largamente buscado referéndum por la separación, fue eventualmente concedido. El 18 de septiembre los escoceses votarán por el establecimiento de un estado claramente soberano.

“Se me romperá el corazón si Escocia decide abandonar nuestra familia de naciones.” Dijo David Cameron, durante la campaña. Igualmente se le romperá el corazón porque las bases dentro de su Partido Conservador están mascullando que si el NO es derrotado, ellos exigirán su relevo como líder y Primer Ministro. El sentimiento entre la bancada conservadora es que Cameron cometió un error táctico fatal cuando dio el visto bueno al referéndum en primer lugar. “Él será visto como el primer ministro británico que desmantela al Reino Unido”. Es así como lo describió un miembro conservador del parlamento.

Habría otras repercusiones potencialmente dañinas para el gobierno de Cameron si Escocia se margina de la Unión. La secesión de Escocia colocaría a los conservadores de centro-derecha en competencia más aguda con el aun más derechista Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) el cual ha crecido de manera dramática en las encuestas recientes para vencer a los tres partidos principales. El vociferante anti Unión Europea UKIP desea que Gran Bretaña abandone del todo a la Unión Europea debido a los reclamos en torno a la inmigración y a supuestos atropellos a su soberanía por parte de Bruselas. El UKIP ha estado captando incluso a tradicionales votantes conservadores, y hasta diputados del partido de David Cameron. Cameron ha prometido someter la afiliación a la UE a un referéndum si su partido gana las elecciones pautadas para el próximo año.

Esta movida es parcialmente la manera de Cameron para reducir las pérdidas de su partido frente a su rival UKIP. Si Escocia se independiza entonces no podrá participar en ningún futuro referéndum sobre Europa. Ya que los escoceses tienden a ser más filoeuropeos que los ingleses, la conclusión podría ser que un referéndum repentinamente cancele la pertenencia de Londres a la Unión Europea. Esto podría tener graves consecuencias estratégicas para la política exterior de Londres y para su crucial importancia como centro financiero internacional.

Otro factor por el cual el establecimiento político de Londres está teniendo grandes recelos es en torno al gas y al petróleo del Mar del Norte. La independencia escocesa vería que el 90 por ciento de la futura recaudación de impuestos iría a Edimburgo y no a Londres ya que la mayor parte de los campos petrolíferos y de gas yacen dentro del territorio marítimo escocés. El bombeo de hidrocarburos desde el Mar del Note se inició a comienzos de la década de los 80 y miles de millones de dólares han fluido hacia la tesorería de Londres. Un aspecto conmovedor de la campaña pro independencia es que Escocia ha perdido mucho de la riqueza petrolera que se puede decir que le pertenece por derecho. La bonanza petrolera apuntaló a los gobiernos con asiento en Londres, tanto conservadores como laboristas los cuales la despilfarraron a través de recortes de impuestos para los ricos y guerras en el exterior, mientras que Escocia sufría la desindustrialización y la pobreza al perder las industrias pesadas de la minería del carbón, los astilleros y las acerías.

Es posible que el nivel más alto de la producción del Mar del Norte haya pasado pero el SNP de Salmond reconoce que todavía quedan millones de millones de dólares para ser aprovechados durante las próximas décadas. Las bases por la independencia desean que las ganancias sean empleadas en la diversificación de la economía de Escocia y transformar el país --en lo que ellos sostienen, en uno de los más ricos del mundo –luego de años de descuido por parte de los sucesivos gobiernos de Londres. Escocia tiene una población de alrededor de cinco millones de personas en comparación con el Reino Unido que tiene 60 millones de habitantes.

David Cameron expresó durante la campaña por el No de los partidos Conservador, Liberal y Laborista, “Hay mucho que nos divide, pero existe algo en que estamos de acuerdo de manera pasional – el Reino Unido es mejor todo junto.”

Detrás de las palabras reconfortantes de Cameron, existe un temor en el establecimiento político del Reino Unido sobre lo que serían los efectos colateralesdel impacto constitucional de la independencia escocesa para el resto de una disminuida Unión.

Un titular del periódico TheGuardiande esta semana, daba a conocer el peligro. El traspaso de poderes a Escocia estimulará la demanda de mayores poderes para las regiones inglesas.” Aunque el referéndum pautado para esta semana no conceda la victoria de la independencia de Escocia en esta oportunidad, la dinámica hacia la descentralización del poder de Londres parece irreversible. Y desde el punto de vista de la clase dirigente inglesa, el peligro no es solo que Escocia se independice; una creciente corriente separatista está socavando por completo el aparato político y económico del Reino Unido.

El debate sobre la independencia de Escocia está atizando sentimientos similares en Irlanda del Norte, Gales y en algunas regiones inglesas desde Newcastle y Tyneside en el extremo norte y Cornualles y Dorset en el extremo suroeste.

El Reino Unido es algo como una boda a la fuerza entre Inglaterra y Escocia en 1707 y Gales e Irlanda en 1801. La poderosa clase aristocrática inglesa y la clase mercantil con su centro plutocrático en Londres, utilizaron al Reino Unido como un medio político de control sobre las áreas periféricas, incluyendo aquellas de Inglaterra. Siglos de planificada identidad británica han logrado cubrir sentimientos separatistas profundamente asentados. De ahí que los sucesivos gobiernos británicos brutalmente reprimieran el republicanismo irlandés durante el siglo pasado con el objeto de impedir que “la descomposición separatista” se extendiera hacia otras partes del reino.

El temor a la implosión del Reino Unido y de la base de poder de la clase dominante británica es lo que subyace en su “cara de susto” ante el referéndum escocés. Por otra parte, el partido de Salmond no está proclamando una revolución republicana y muchas de las políticas económicas de su partido no difieren mucho del consenso neoliberal de Londres. Pero, las consecuencias para el Reino Unido de una independencia escocesa podría causar una disminución de largo alcance del poder económico y político de Gran Bretaña. Y eso sería beneficioso, dada su propensión a las guerras de ultramar y a sus intromisiones imperialistas.

David Cameron ordenó izar la bandera escocesa en su residencia de Downing Street hasta el día de la votación. Bien podría resultar que fuera una bandera de rendición.

Traducción Sergio R. Anacona

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Finian Cunningham

Analista internacional


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