¡La soberanía de armas es débil!

Preocupa alarmantemente la numerosa existencia de personas que creen que la soberanía de un país, en este caso la de Venezuela, se fortalece y defiende únicamente a través de la fuerza armada, milicias o cualquier organización cuya principal característica es la licencia para el uso de las armas y el monopolio de la violencia ¡no hay nada más equivocado que esta teoría! pues, sí la soberanía fuera exclusivamente por la tenencia y la utilización de las armas bastaría la superioridad militar de cualquier nación para invadir y conquistar a otras menos apertrechada en armamento, eso quedó muy atrás hace cientos de años en la aleccionadora evolución de la humanidad. Hoy día, la soberanía de un país es integral, se basa principalísimamente en su nivel educativo, mismo que siendo sólido y actualizado proporciona de forma automática hombres y mujeres con elevada moral, fomentando una alta cultura política, donde los gobernantes son solo lo que deben ser, empleados públicos obligados a rendir frutos palpables, transparentemente, sin infatuaciones de megalomanía, y los ciudadanos son exigentes de calidad de vida, recelosos de sus libertades. Así mismo, el desarrollo económico es otro pilar fundamental, un país es realmente soberano cuando es capaz de producir mayoritariamente lo que consume en materia de alimentos (así como en otros rubros de importancia) permitiéndose tener una seguridad alimentaria propia, es decir, con importaciones de alimentos mínimas, con alto grado de independencia con respecto a lo que ocurra en el panorama internacional. Un país es verdaderamente soberano cuando su población se encuentra resguardada con un sistema de salud eficiente, que permita atender oportunamente a sus ciudadanos, al igual que es soberano cuando los habitantes pueden ejercer plenamente todas sus libertades sin la amenaza certera de ver peligrar sus vidas y patrimonios por la impunidad del hampa común u organizada. Un pueblo es soberano cuando cuenta con un sistema judicial transparente, justo e imparcial, capaz de administrar justicia sin cercenar ningún derecho a sus conciudadanos. Un país es realmente soberano cuando sus ciudadanos disfrutan de una economía sana, con inflación de un dígito bajo, con instituciones públicas apegadas a la ley, eficientes, que ofrezcan respuestas en los lapsos establecidos. Por último, un país es soberano cuando cuenta con una fuerza armada nacional profesional, dedicada a sus primogénitas funciones de resguardo, protección territorial y de sus nacionales, sin la perniciosa contaminación político-partidista, regida estricta, única y exclusivamente por la constitución nacional. Así pues amigo lector, creer que las armas son lo que determina la soberanía es como creer tener el polo norte en nuestro refrigerador. Le pregunto: Un país dividido internamente, con mecanismos de participación excluyentemente partidizados, monoproductor, angustiosamente dependiente del tambaleante precio del barril de petróleo y de incuantificables importaciones, con servicios públicos moribundos, con un pueblo azotado por inseguridad e inflación y ahora indecorosa escasez, pero abarrotado de armas, invasiva presencia militar en lo civil, así como de otras organizaciones armadas ¿puede ser soberano? @leandrotango


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Leandro Rodríguez Linárez

Politólogo / Analista político / Articulista de opinión, con más de 1.200 artículos publicados nacional e internacionalmente.

 leandrotango@gmail.com      @leandrotango

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