Los gringos tienen en su haber ser los chismosos mas calumniadores del universo. Su industria ideológica se ha encargado históricamente de crear el enemigo a la imagen y semejanza que a ellos les convenga. Según Hollywood los árabes y musulmanes en general son terroristas, los latinoamericanos narcotraficantes y los rusos mafiosos proxenetas.
Generalización y estereotipo cumplen dos propósitos fundamentales para el bloque de poder hegemónico: 1) amalgaman una ciudadanía inculta, desinformada y fanática en torno a prejuicios que se hacen dogmas, y 2) crean condiciones subjetivas para atacar al objetivo geopolítico previamente desprestigiado.
A juzgar por la inmensa fortuna que invierten anualmente los gringos en películas anti rusas, mas las evidencias objetivas traducidas en sanciones y jugadas guerreristas en la región, se podría concluir que Estados Unidos está deseoso de destruir a Rusia como nación soberana.
El juego yanqui consistiría en hacer caer el gobierno actual y colocar uno títere, reforzando las tendencias divisionistas del territorio, donde se estaría financiando y armando grupos extremistas, con la connivencia de aliados europeos como Alemania, la peligrosa cuna del nazismo donde resurge solapado el afán expansionista.
En la llamada “Guerra Fría” la producción audiovisual anti soviética era tan profusa como escatológica y ridícula. Series famosas, unas humorísticas como el Superagente 86, o fantásticas al estilo Flash Gordon, inundaron los hogares de nuestros países a través de ese cajón eléctrico lleno de basura que es el televisor. El cine reciente nos presenta la personalidad colectiva rusa imbuida en sórdidos negocios, los hombres delincuentes, las mujeres prostitutas; filmes como El Protector, donde Denzel Washington es un ex agente de la CIA que decide ayudar a una joven forzada a prostituirse, siendo víctima de trata, y Promesas del Este, que muestra las tropelías de logias rusas en Inglaterra, junto a cientos de bombardeos psicológicos, son la dosis de destrucción moral que precede y acompaña la guerra.
¿Que pasaría si los rusos se propusieran serles recíprocos? ¿Necesitarían fantasear sobre malas conductas gringas?
He aquí algunas pequeñas sugerencias para guiones rusos anti yanquis:
- Las republicas bananeras. Trataría de las andanzas de la Fruit Company, los fundadores de la CIA y la conspiración contra gobiernos democráticos en Centroamérica.
- “Palmerola”. En Honduras, la base militar gringa es fuente de violaciones, contagio masivo de SIDA, corrupción, drogas, con protagonistas de la política y las finanzas estadounidenses.
- Barak in Cartagena City. Comedia sobre las travesuras de la escolta del Presidente de EEUU.
- Under desck (Debajo del escritorio). Sátira de los intríngulis de la Casa Blanca.
- Sodoma in Abu Graig. Perversiones y maldades en una cárcel militar.
- “La Contra”. Drogas, armas, corrupción, violaciones masivas de derechos humanos por el afán gringo de derrocar la Revolución Sandinista.
Son solo algunos ejemplos, la lista tiende al infinito.
Pero la verdadera identidad rusa es un emporio de cultura, ciencia, historia épica, arte, solidaridad y entrega altruista por el bien de la humanidad. Baste recordar su titánico sacrificio para detener al fascismo. Rusia merece respeto, gratitud y amor, como pueblo laborioso, creativo y culto. Basta de ofensas y agresiones.