¿Quién gana? ¿Quién pierde? la negociación del programa nuclear iraní

Ante un potencial acuerdo entre las potencias del G5+1 y la República Islámica de Irán, la negociación como base para la resolución de los conflictos en el sistema internacional, vuelve al centro de la acción política. Sin embargo, las tensiones no han cesado en el polvorín Suroccidental, con la crisis humanitaria desbordada en Siria, se suma la anomía gubernamental del Yemen. De modo, que la movilización militar de Arabia Saudita en territorio yemení complejiza el mapa de conflictos, basada en una coalición regional con el beneplácito estadounidense, la petro-monarquía busca evitar el avance de las milicias Huthies; de ahí que la crisis actual hace espejo de las confrontaciones geopolítica entre el arco chiita (Irán) y el wahabismo saudita.

En consecuencia, la eficiencia de la ONU para salvaguardar la protección humana en estos conflictos está en entredicho, ante una correlación asimétrica en la toma de decisiones. Dado que la relación centro – periferia instalada en el Consejo de Seguridad ha reducido la capacidad de mediación internacional en Asia Occidental, se impone la agenda nacional de los Estados–potencias basadas en la securitización en detrimento de la concurrencia internacional. Sirva de muestra, las conferencias de Ginebra I o Ginebra II sobre Siria que han terminado en un estridente fracaso, ante el doble rasero Occidental que no cortó las fuentes de suministro al Estado Islámico por el interés de torpedear a Rusia e Irán.

A pesar de los slogans: Yes, we can o Forward en las elecciones estadounidense (2008, 2012), que vendieron a Obama como posibilidad de cambio; no hubo ruptura en la tradición injerencista. Así, por ejemplo, la permanencia de Guantánamo en su administración revela una extensa red de prisiones secretas sin jurisdicción clara; del mismo modo se endurecieron leyes para restringir los derechos a los ciudadanos estadounidenses bajo la excusa del terrorismo y, en política exterior el rechazo a sus sanciones en países como Rusia alcanza niveles de impopularidad que recuerdan la Guerra Fría.

Por otra parte, los fracasos en la imposición planetaria del modelo neoliberal (TLC) y la disputa con otros actores por la hegemonía global, parecen abrir la cancha a los think tanks del realismo político, sobre todo reciclando la weltpolitik en conflictos como el ucraniano o con las recientes amenazas contra Venezuela. En efecto, ¿Cómo interpretar la negociación estadounidense con Cuba e Irán?, la estrategia del garrote y la zanahoria no son novedosas, ese borderline es seguido con mesura por la diplomacia iraní que se ha plantado con rapidez frente el intento de Obama por prorrogar las sanciones.

Para comprender mejor el ascenso a la presidencia iraní de Hasán Rohani (2013), es importante rastrear su amplia experiencia en la política interna y su papel clave de los diálogos de 2003-2005 con la AIEA. Se debe añadir que su campaña se basó en la metáfora de la esperanza, para superar los impactos de las sanciones económicas que trabaron el desarrollo del país; su postura moderada preveía una salida negociada del estancamiento en la cuestión nuclear, no obstante, el respaldo del Ayatolá Jamenei era cardinal a lo interno. Sin dudas, la jugada iraní colisiona con Israel y Arabia Saudita que evitan el reconocimiento del derecho para el uso y explotación de la energía nuclear de su vecino; aunque la diplomacia iraní durante décadas lo ha defendido como un punto central de la soberanía nacional.

En síntesis, el papel de Irán en Asia Occidental no se reduce al valor de sus altas reservas probadas de gas y petróleo, factores claves en su relación con Europa, China y Rusia. Después de la caída del Shah el papel de Irán en las relaciones subregionales, ha pasado por la tensión con el Consejo de Cooperación del Golfo, Egipto e Israel. Indudablemente, el entendimiento con Occidente señalado por el ministro Yavad Zarif, revela un enfoque pragmático de Irán pero con reserva ante las interpretaciones de las potencias occidentales; en una larga ruta entre la caotización subregional y la transición hegemónica del desorden mundial.


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José Fortique


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