Caramba Rubén Blades, qué pequeño es el mundo y qué pronto se suceden los acontecimientos, uno tras otro. Leer la defensa que haces de Panamá, ante el escándalo de los llamados Panama Papers, me traslada al Blades de las décadas de los años 70, 80 y 90 que tuvo en la dignidad de los pueblos latinoamericanos su mejor y mayor motivo para el canto, pero también –inevitablemente– al Blades que hace exactamente dos años (abril de 2014) afinó su garganta contra Venezuela, país que –¿cómo negarlo?– empleó en las épocas citadas tus temas como doctrina melódica para permearse de espíritu combatiente ante las felonías de la Cuarta República.
Me agrada que salgas lanza en ristre por el itsmo. Confieso que me parece nauseabundo que bastardos intereses asocien a Panamá únicamente con el mundo de la delincuencia.
Suscribo que la patraña de los Panama Papers “luce como una acción dirigida a lastimar, denigrar y a empantanar” el nombre de la nación. Igualmente, cuando señalas que asignar el nombre de la Patria al caso “me luce malintencionado, dirigido ex profeso a denigrar a nuestro país y/o para desacreditar al presente Gobierno”.
Sé lo que sientes, Blades, porque fue lo que sentí cuando hace tres años durante los difíciles y duros días de las elecciones presidenciales, arremetiste contra la también noble República Bolivariana de Venezuela. Esa vez, pateando las letras de tus canciones, denigraste de Nicolás Maduro porque “habla de pajaritos” y lo relacionaste con la presunta intención de querer eliminar la mitad del país supuestamente integrada por adeptos a la derecha.
Además, Blades, tocaste lo más sagrado que tenemos las y los venezolanos amantes de la paz, luego de Simón Bolívar: a Hugo Chávez. Lo calificaste de inepto y de loco. No lo estoy inventando: guardo tus declaraciones de entonces.
Escrito esto, Blades, reitero mi solidaridad con Panamá en este momento y a ti te pregunto: “¿Verdad que duele cuando hablan mal del país de uno con la sola intención de joder?”.
¡Chávez vive…la lucha sigue!