Cuando Obama ganó las elecciones y llegó a la oficina oval de la "Casa Blanca", pareció una palomita blanca, pese ser afroamericano, dicho así para no calentar a quienes les disgusta sigamos usando en estos casos el calificativo negro, el cual en su versión femenina uso desde siempre para mi compañera sin causar ningún problema. Nosotros, los ilusos del mundo, siempre buscando pajaritas preñadas e intentando llegar al cielo estando medio muertos en este mundo de "vivos", nos ilusionamos y creímos en una nueva era y relaciones con EEUU. Pensamos que Bush había sido lo peor y más cruel, por lo menos en los últimos años, en ocupar aquel cargo.
Pero si nosotros caímos por inocentes, no sé a ciencia cierta, no me atrevo a afirmar nada, al pensar en qué pasó con los miembros de la Academia Sueca que otorga el premio de Alfredo Nobel, quienes sin motivo, aparente causa y demasiada premura ungieron a Obama con el premio "de la Paz". Algo así como pasar a un muchacho de un grado a otro sin evaluación alguna sino simplemente por la pinta. ¡Son trampas de Lucifer!
El mismo Obama que, en la primera reunión con los gobernantes latinoamericanos, creo en Trinidad, llamó a olvidar el pasado, es decir las tropelías contra nosotros por los anteriores gobernantes y capitales de su país, y prepararnos para una nueva historia. La misma oferta hizo al mundo entero. Ahora cuando se va, deja tras sí un esterero de muertos, países destruidos, hambre acumulada en cada rincón del mundo donde "pisó su caballo", como Atila y lo que es peor, organizado y armado un poderoso ejército de terroristas que amenazan a la humanidad toda, incluyendo a sus aliados de la OTAN y hasta a EEUU mismo.
Primeramente a Obama se le debe el drama de las multitudes de hombres, mujeres y niños que desde el África y el Oriente Medio, aventados por el hambre y la guerra, hacen proezas para llegar a Europa en busca de la paz, tranquilidad y bonanza que les quitó la política imperial y guerrerista de aquél y sus aliados del Tratado del Atlántico Norte. Ahora mismo han llegado más de 28.000 menores sin custodia a Italia por la misma causa.
Obama hizo que Bush, el de la guerra preventiva, consistente en invadir a un país por sólo considerarlo peligroso, sospechoso o nada dócil, quedase ahora como un cordero o un simple "niño de pecho". ¿Qué pensarán aquellos académicos suecos si actuaron de buena fe? Si así fue, cosa como dudosa, pasarán a la historia cual tontos de capirote; menos mal para ellos y sus descendientes, que nadie se ha ocupado de averiguar sus nombres. Quedarán donde deben estar, en la oscurana.
Donald Trump, rubio y rojo, como mandan las reglas del gran poder y el Kukuxklán, no sólo ha sido ignorado sino adversado por la Academia sueca. Ya el premio Nobel se lo dieron a Santos por adelantado, cuando uno comienza a sospechar que éste cerró una guerra para que se prenda otra. Quizás, como uno mismo, ha pensado darle a Trump cuerda, dejarle que despliegue su juego, sus cartas, para decidir el año próximo. Pudieron haber aprendido una vieja lección que en el lenguaje popular venezolano se expresa diciendo, "quien come cigarrón se atora"; si es que son dignos que uno albergue esa duda.
Mientras tanto, a la espera de sacar a Obama de la que será su nueva casa, Trump trae al mundo de cabeza. No sé si es loco, vaina que en verdad descartó por simplista, le gusta lo histriónico o pantallear como decimos nosotros, trata de confundir a medio mundo para que cada quien despliegue su propio juego y descubrirlo para saber a qué atenerse o simplemente juega por ahora al jodedor para reírse de todos. Puede ser. Trump es un millonario fuera del montón. En términos capitalistas ha sido exitoso, es blanco, no como la leche, porque no es así, sino como los blancos anglo parlantes, rojo el cuero y engreído por su color blanco y sus millones. Con sus reales, hechos en sus negocios, llegó a la presidencia de los EEUU aún teniendo en contra hasta buena parte de la élite del partido republicano, su partido. La más conocida derecha, de la derecha, norteamericana, se puso en contra suya y por la "independencia" que le daban sus reales, hizo una campaña atípica, contrariando el discurso formal y convencional, y derrotó a la Clinton. Esta, pese tener a su lado a todo el partido Demócrata a su lado, hasta Bernie Sanders, la ultraderecha conocida del Republicano y todos los poderosos medios del mundo, empezando por los de su propio país, no pudo derrotar como debía a su oponente. No vale de nada quejarse que la Clinton obtuvo más votos populares que Trump; eso no es cosa novedosa en aquel país.
Así como Trump en la campaña se rió y se metió en los bolsillos a sus adversarios, a los poderosos medios que intentaron derrotarle, ahora antes de asumir el poder se ríe e intenta enredar al mundo entero. Se da el lujo de decir, como nosotros mismos, que la gran prensa gringa y sus medios televisivos son tramposos e inundan al mundo de mentiras.
Electo presidente se va a México, después de agredir a los nacionales de ese país, se "amapucha" con Peña Nieto y a lo Juan Gabriel se juran "Amor eterno"; luego declara que no sólo hará el muro más alto y largo, sino hasta "bonito", con sorna. Luego remata que México tendrá que pagarlo, lo que obliga a su "pana", presidente mexicano, a responder con desagrado. De la misma manera que parece condenar al terrorismo, pero pide al gobierno de Israel, condenado por la ONU por terrorista, con la abstención de EEUU, a que "aguante, resista"; es decir, espere que él llegue.
Declara hoy, con su voz y gesto de dios malvado, de truenos y centellas, capaz de desbocar los ríos y lanzar tsunamis sobre la tierra poblada, de una manera y mañana de otra, como en tono conciliador. Amenaza a Rusia hoy y mañana declara su intención de mejorar las relaciones con la patria de Putin. A los sempiternos aliados de los gobernantes de su país, el Pentágono, Departamento de Estado, los grandes medios, el capital al cual está asociado, deja atónitos y bocas abiertas, cuando dice que la OTAN está obsoleta y la acusa de alentar el terrorismo. Cuando uno y todo el mundo espera que Trump, por razones obvias, como la naturaleza de su propio país, el centro del armamentismo mundial, insista como sus antecesores mantener estrechas las relaciones con los países de la UE y la OTAN, casi les acusa de "chulos" y les conmina a "pagar lo que deben" para el funcionamiento de la diabólica cofradía. Sugiere mejorar sus relaciones con Rusia para acorralar al terrorismo, mientras acusa a la señora Merkel de promover o permitir la entrada en masa de indocumentados a Alemania, sugiriendo con ello favorecer el terrorismo, que derrotado en el campo de guerra, busca refugio en otro nuevo escenario.
Hasta ahora me he limitado a leer lo que dice el señor Trump. Lo analizo y me confunde. No tengo motivos ni serios fundamentos para predecir lo que en verdad hará. Si me sujeto a la tradicional y pertinente conducta del capitalismo y los grandes intereses de su país, no espero nada nuevo ni sustancialmente distinto a lo que hizo Obama. Será, creo yo, más de lo mismo. Pero si creo que nos está jodiendo y como millonario que es, se siente poderoso, no el tímido Obama que llegó a allí dispuesto a escuchar a los amos. Trump se cree, no sé si con razón o sin ella, uno de los poderosos, llamados a imponer la política y eso marca una diferencia.
Obama fue una simple cabeza de ratón. Trump, por sus millones, que unos cuantos son, pudiera creerse cola de león.
Esperemos que el balón se ponga en movimiento y se despliegue el juego. No seamos imprudentes.