¿Un país puede robar a otro?

La actual situación en que se encuentra nuestro país Venezuela en sus relaciones con Estados Unidos nos lleva a interpretarla de una sola forma posible, dada los importantes yacimientos petroleros que se encuentran en nuestro territorio y es que Estados Unidos quiere robarnos nuestro petróleo. No hay otra forma de entenderlo. Puede haber interpretaciones más elaboradas, académicas, políticas, geopolíticas, crisis capitalista, etc. pero lo único que da respuesta a todas las inquietudes es que estamos ante la presencia de un robo internacional de una nación poderosa contra la más pequeña interviniéndola y no respetando su Constitución y leyes.

Esta situación de Venezuela en sus relaciones con Estados Unidos entonces se caracteriza por un clima de tensión constante, impulsado por esta riqueza petrolera que posee el país. Esta realidad nos lleva a interpretar el accionar de la potencia estadounidense en su desempeño imperialista de una manera unánime: su interés en nuestra nación gira en torno a las vastas reservas de petróleo localizadas en nuestro territorio. No hay otra forma de entenderlo, ya que la historia reciente y los acontecimientos subyacentes sugieren que estamos ante un intento manifiesto de despojo de nuestros recursos naturales.

Si bien es cierto que se pueden ofrecer interpretaciones más elaboradas que incluyen análisis académicos, políticos y geopolíticos, la cruda realidad es que la mayoría de estas teorías terminan convergiendo en la misma conclusión: un robo internacional. La retórica negativa en torno a Venezuela por parte de ciertos sectores en Estados Unidos, y los esfuerzos comunicacionales para convencer a su población de lo negativo de nuestro gobierno, junto con las sanciones económicas que han devastado nuestra economía, parecen apuntar a un objetivo claro: controlar nuestras reservas de petróleo.

Esta injerencia foránea no solo ignora la soberanía de nuestro país, sino que también desafía el respeto por nuestras leyes y derechos fundamentales.

La crisis capitalista que ha afectado a diversas naciones a lo largo de la historia también juega un papel fundamental en esta narrativa de despojo. En un contexto donde el petróleo sigue siendo una de las principales fuentes de energía a nivel global, Estados Unidos, como una de las economías más poderosas del mundo, no quiere permitirse perder el acceso a un recurso tan vital para resolver sus problemas económicos. Son unos pillos.

La competencia geopolítica y el afán por mantener el dominio en el ámbito energético llevan a la conclusión de que los intereses de Estados Unidos en Venezuela van más allá de la simple diplomacia o de la democracia; se convierten en un acto de agresión que busca apropiarse de lo que consideramos inequívocamente nuestro y un patrimonio nacional.

La creciente intervención de otros actores internacionales en los asuntos de Venezuela refuerza la percepción de que estamos ante un asalto deliberado a nuestra soberanía por una banda de países facinerosos. Las acciones de Estados Unidos y su gavilla de malvados, parecen orquestarse bajo la premisa de que el fin justifica los medios, utilizando la desestabilización y el desprestigio de nuestro gobierno como herramientas para facilitar su objetivo al crear a través de medios y redes una imagen censurable de Venezuela.

En este escenario, el respeto a nuestras leyes y a nuestra autodeterminación se convierte en un mero accesorio, desdibujado por el poder que ejerce una nación sobre otra.

Esta lectura de la relación entre Venezuela y Estados Unidos, a la luz de la situación actual, sugiere que estamos en la antesala de un conflicto que no solo es económico, sino también moral. La lucha por defender nuestro petróleo se erige, entonces, como un símbolo de resistencia contra el despojo y la intervención foránea. La soberanía de nuestro país está en juego, y la historia nos recuerda que no debemos permitir que se consuma un robo a plena luz del día.

 El pueblo de Venezuela y su gobierno están dando la lucha por defender nuestros recursos naturales del despojo internacional lo cual es una pelea constante que se refleja en los ataques a la legislación nacional y la propiedad nacional de su explotación. Esa lucha incluye buscar alianzas con otros países para actividades de producción y comercialización. Lejos estamos de llegar al final pero la constancia y el pensamiento sistemático es la madre de todos los logros manteniéndonos enfocados en nuestra libertad y el disfrute de nuestras riquezas.

Oscar Rodríguez Estrada 13 de agosto de 2024



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Oscar Rodríguez E


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