"A los demonios no hay que creerles
ni cuando dicen la verdad."
Gabriel García Márquez
Nunca olvido de mis años de militancia en el Partido Comunista, una expresión de un camarada ya fallecido: "Este negrito, si es pantallero"; la repetía, cada vez que veía en la prensa la foto de un compañero ––color moreno ––quien parecía dispuesto a no pelarse una gráfica, porque siempre aparecía en primera plana, cuando alguien fallecía, o se encontraba en cualquier acto político. Esto, se me asemeja a Barack Obama (guardando las distancias) quien, el viernes 20, se despide de la Casa Blanca, a pesar de todos los lloriqueos de su último discurso, en Chicago, quedando marcado en las lista de los expresidentes con el número 44.
Entrega la presidencia de los Estados Unidos, uno de los más polémicos, y a la vez, quien despertó más expectativas en un sector importante de la llamada izquierda latinoamericana, creyendo que por el simple hecho de llevar el color de la piel de un auténtico mulato ––hijo, de un negro, con una blanca –– iba a cambiar la manera de ver a los pueblos oprimidos; no así, para el recientemente fallecido líder Fidel Castro, quien con motivo de la visita a Cuba, del ahora saliente mandatario estadounidense, escribió un artículo, que todo el mundo debería leer: "El hermano Obama".
Desde el mismo momento de asumir la Presidencia, Obama, arreció la política de los Estados Unidos, contra los pueblos oprimidos, despertando de sus "sueños" a muchos ilusos. El país más poderoso de la tierra, sigue enseñando sus garras ensangrentadas, igual que un ave de rapiña, perjudicando a millones de seres humanos en el mundo, en beneficio de los grandes capitalistas.
Quizás, una de las novedades más resaltantes para nuestra América de este gobernante saliente, es haber abierto las relaciones diplomáticas con Cuba Socialista; contrariamente a esa pequeña luz, para el buen desenvolvimiento entre los pueblos del mundo, el criminal bloqueo económico, contra la isla, se mantiene vigente e inalterable, sin dar una respuesta que satisfaga las miles de protestas en el mundo.
La política de los gobiernos de los Estados Unidos, siempre ha estado en contra de los intereses de los países más pobres, y especialmente contra aquellos, que se deciden a romper las amarras, que por años los atan a los designios del imperio norteamericano; la prueba más evidente la tenemos en nuestro país. Desde el mismo momento de llegar Obama, no ha cesado un instante, en apoyar abiertamente a la oposición venezolana, a tal punto, que emitió una orden muy peligrosa, el cual prorrogó hace pocos días, en el cual, considera a Venezuela: "Una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE UU". De ese espantajo, la MUD, no ha dicho ni "pio", callando descaradamente, y como dice el refrán: "El que calla, otorga".
El señor, Barack Hussein Obama Jr, se despide con un PREMIO NOBEL DE LA PAZ, en su currículo, totalmente inmerecido; lejos de apagar las hogueras del medio oriente, lo que ha hecho, es atizar; algo parecido a la prisión, que mantienen en Guantánamo, sin el consentimiento del pueblo cubano, queriendo echar en el cesto de la basura, todo el pasado cargado de agresiones, para acabar con una revolución, nacida en el corazón de un pueblo, con el gran líder Fidel Castro, recientemente fallecido, pero inmortalizado en la memoria de los pueblos. Ahora, más que nunca el pensamiento del escritor Edward Lytton, adquiere vigencia: "Bajo el control de grandes hombres, la pluma es más fuerte que la espada"; así, lo confirma Fidel, con su escrito "El hermano Obama".