El desmoronamiento del progresismo en América Latina sigue su curso, ahora el turno es para Ecuador, la de Rafael Correa.
El 2 de abril será la batalla final cuando se realice la segunda vuelta de las elecciones, ahora sólo presidenciales, en donde un nuevo escenario totalmente polarizado decide. Obviamente dicha polarización no favorece a las fuerzas progresistas, por el contrario, la sumatoria de los votos opositores, más buena parte de votos nulos (donde ambos procurarán sacar ventaja) además de los abstencionistas, le pone muy cuesta arriba el triunfo para la izquierda encabezada por Alianza País, el movimiento de Correa.
Hacer un balance de la gestión de Correa daría un resultado positivo, pero, eso no basta para ganar elecciones y mucho menos para cambiar un sistema político-económico, como es el Neoliberalismo, sus garras, no cesan de prensar a las economías latinoamericanas, es más, quizá el mayor error del Presidente Correa fue el de no intentar siquiera trascender el sistema capitalista. Abraza el extractivismo económico y político como fuentes principales de sostenimiento estructural.
Es indudable que Ecuador es uno de los países más afectados por la caída de los precios petroleros dejando de percibir el año pasado 7.000 millones de $, además del fuerte terremoto y de las continuas peleas con la Petrolera Chevrón, produjeron desgaste en la gestión de gobierno que se tradujo en conflictividad social, pero, lo contradictorio del gobierno de Correa es que no se atrevió a buscar salidas fuera del negocio petrolero y le echó mano a la explotación de petróleo en uno de los sitios casi que intocables como fue el Parque Yasuní, el cual había sido protegido por su gestión, pero, la necesidad fue más fuerte que su amor por la naturaleza, ya que allí existen reservas probadas de crudo por 1.672 millones de barriles, equivalente al 41,7 % de las reservas totales del país.
Contrario a Evo Morales en Bolivia a quien los ingresos del gas le sirvieron para fomentar el mercado interno y para ahorrar a tal punto que llegó a acumular 14 mil millones de dólares y pudo continuar su lucha contra la pobreza, además de tener un proyector original al reconocer a Bolivia como un Estado Plurinacional lo que creó un altísimo nivel de conciencia en el pueblo boliviano.
La política comunicacional del gobierno de Correa basó su estrategia en una campaña que denominaron “La Década Ganada” mediante el uso de cadenas estatales, rendiciones de cuenta y cuestionamientos a la oposición y sus políticas neoliberales. La oposición apoyada en medios comerciales ha jugado al desprestigio del gobierno utilizando las mentiras y descalificaciones, burlas y pare usted de contar a través de las redes sociales donde se juegan dos sistemas opuestos y contrapuestos, pero, la siembra de ilusiones, de expectativas que saben no lograrán, la división política provocada por la ruptura de movimientos sociales, estudiantiles, de trabajadores con el gobierno de Correa harán, sin duda alguna que este otro bastión del progresismo resulte derrotado en la segunda vuelta, demostrándose una vez más que al capitalismo no se le derrota de manera definitiva si la propuesta es la de instalar gobiernos que juegan a mantenerse dentro del sistema sólo nacionalizando empresas para así crear un Estado todopoderoso que producirá una burocracia estatal a la postre corrupta y anárquica.
Al Capitalismo hay que trascenderlo. No bastan las dádivas ni el control mental y mucho menos acciones represivas que son contrarias a la propia razón del humanismo socialista. Ahora bien, si Alianza País resultare derrotada en la segunda vuelta, no indica que todo está perdido, por el contrario, jamás el neoliberalismo podrá resolver los problemas del pueblo, será el resurgir de las contradicciones de clase lo que permitirá elevar la conciencia de los Ecuatorianos para que con un proyecto liberador retomen las riendas del poder. La semilla está sembrada y la dirigencia entenderá la lección y tanto Ecuador como toda la América Latina escribirán una nueva historia y con ella se consolidará el sueño de Bolívar de tener una Patria Grande.
