Era tal el repudio y tan constante que después de ser investido como presidente, tiene que tomarse unas largas vacaciones, tres meses, y acobardado huye hacia su rancho de Texas y allí todo deprimido no sale a la calle. Es en esa época que se implementa en la Casa Blanca y el Pentágono lo que se llamó OPERACIÓN SIN LÍMITE. Después de que el presidente Busch no se atreviera salir a actos públicos durante un largo tiempo, porque continuaba el fuerte rechazo a su investidura; rechazo que se sentía más en la población del noreste de EE.UU. Sin embargo el propio 11-S hace una visita a una escuela primaria en el estado de Florida y estando allí, sentado tranquilamente en un pupitre, después de 10 minutos de haber sido avisado por Andrew Card, Jefe de Gabinete de la Casa Blanca que su nación estaba siendo atacada no hizo ningún ademán de sorpresa, sino que permaneció sentado en el pupitre sin inmutarse por espacio de 10 minutos. Con ese ataque a los EE.UU se daba por finalizada la Operación sin Límite, pues desde aquella fecha cesan todas las manifestaciones públicas repudiando a la persona considerada responsable de cometer un fraude electoral.
De Florida toma el avión presidencial y de inmediato desde Washington D.C., con la confianza y el espíritu de Halcón muy característico en él, culpa a Al Qaeda y a Bin Laden responsable de los hechos y como un halcón de guerra herido también culpa a la república de Irak por apoyar al terrorista y por poseer armas ofensivas, químicas y bacteriológicas, y aunque la ONU inspecciona la nación y niega tenga alguna, el Halcón de la Guerra, George Bush hijo, envía tropas a invadirla y acabar con la nación donde nace la cultura humana. Allí se asesinan a millones de seres humanos civiles sin compasión entre niños, mujeres, hombres y ancianos. Es tanto su afán de que lo reconozcan como el mayor Halcón de la Guerra, entre los millares que existen en esa nación, y no permite le siembre en territorio de Irak algunas de aquellas armas; que pudieran justificarlo. No, porque George Busch hijo, orate genocida, quiere dejar establecido que él fue y es el mayor depredador de la rapiña guerrerista en los EE.UU. y manteniendo su cínico convencimiento de que por sus terroríficos crímenes no pagará ni siguiera un Padre Nuestro.
Es muy probable que en pocas semanas o meses el presidente Donald Trump, que nunca perteneció ni pertenece a la claque política corrupta y mentirosa de EE.UU. enquistada en Washington D.C., que nunca ha estado viviendo permanentemente del Estado sin trabajar y que es un hombre cien por ciento nacionalista, ordene reabrir otra investigación sobre el 11-S y satisfaga y empodere a millares y millares de dolientes estadounidense a su derecho de conocer la verdad verdadera de la tragedia del 11-S; así aquello le cause mucho más dolor.