Colombia y sus inescrupulosos compinches en la OEA

Sorprende que Colombia -aunque de una colonia se puede esperar de todo-, donde poblaciones enteras están a punto de perecer, diezmadas y por el hambre, la miseria y por otras lacras como la falta de agua potable, la carencia de una mínima asistencia médica, etc., esté acusando a Venezuela de estar inmersa en una profunda crisis humanitaria y, por si este cnismo fuera poco, solicitando, junto con sus compinches en la OEA, sanciones contra nuestro país.

En este sentido, ya son innumerables los niños de la Gujira de ese país que han muerto por desnutrición y por toda clase de enfermedades, no solo prevenibles sino también perfectamente curables .Tan grave es la situación en esa olvidada región del vecino país, que la mortalidad infantil, por las razones mencionadas, ya va alcanzando cifras sólo comparables con las de las naciones más atrasadas de África, entre ellas Somalia, Sudán y otros.

Sin embargo, debido al criminal abandono en el que se encuentran por parte del gobierno oligárquico de Juan Manuel Santos, absolutamente indiferente ante las terribles penalidades que se abaten sobre su pueblo, lamentablemente estos niños no han podido sobrevivir a esa trágica situación de abandono, como tampoco podrán salvarse, y esto es un urgente llamado a quienes corresponda, los que hasta el momento, gracias a la providencia, han logrado sobrevivirlos, aunque en muy precarias condiciones.

Y en relación con la inmensa tragedia de estos pueblos fantasmas, se produce una curiosa paradoja que rompe con todos los esquemas en cuanto a perversidad, deslealtad, traición y mala fe se refiere. Porque a pesar de las tradicionales agresiones y despojos territoriales que estos gobiernos oligárquicos han perpetrado contra nosotros , a pesar de que elabora normas y leyes con la expresa y única finalidad de perjudicarnos, a pesar incluso de que unos meses atrás un vicepresidente de esa colonia norteamericana nos llamó venezolanos del coño y alienta por todos los medios una intensa campaña de odio contra nuestro país, llegando al extremo de practicar una política de xenofobia contra nuestros compatriotas residenciados en ese enclave colonial, aquí, a pesar de todo eso, asumimos una actitud muy diferentes hacia ese país y su pueblo.

Porque nosotros, a diferencia de cualquier otro país, hemos adoptado una política de tolerancia. Cualquier otro, cansado de tanta hostilidad, de tantas ofensas y agresiones por parte de una dirigencia que se siente guapa y apoyada, hubiera adoptado una posición mucho más firme que la que ha adoptado Venezuela. Sin embargo, nosotros, a pesar de esa delirante e infame campaña de odio que en Colombia se desarrolla contra nuestro país , respondemos de otra manera. Superiores como somos a tantas bajeza, respondemos con hidalguía. Y lo hacemos, porque no nos afecta para nada los insultos y ofensa de mediocres y resentidos, y porque, además, no ofende quien quiere sino el que puede. Y esos insultos de gente tan despreciable y tan ruin, que se les olvida que hasta el nombre nos deben, no nos ofende para nada.

De allí que en lugar de molestarnos en responderles en los mismos término, lo que hacemos, en un gesto de altruismo inconcebible en quienes hasta su soberanía e independencia la negociaron, es atender a toda esa pobre gente que, desde lugares tan remotos al otro lado de la frontera, acude al Hospital Universitario de Maracaibo en busca de una asistencia médica que su gobierno, absolutamente indiferente ante su tragedia, no le presta. Y se la brindamos, con medicamentos incluidos y sin preguntarles quines son y de donde vienen, de forma enteramente gratuita. Tal vez sea por ello que en Venezuela existe una población colombiana superior a la de Uruguay. Claro, no podemos negar que tal actitud nos ocasiona serias dificultades, pero pensamos que con ello estamos siendo leales al legado de nuestro común libertador, quien tanto se sacrificó por la hermandad de los dos pueblos, y que unos gobernantes indignos han traicionado tan miserablemente.

Y es con un gobierno como este, que mediante una brutal y criminal represión mantiene a su pueblo sumido en la más espantosa tragedia social y humana; un gobierno que mantiene una indiferencia cómplice con el próspero y lucrativo negocio de la droga; que ha convertido todo el territorio colombiano en una sola fosa común, donde reposan decenas de miles de cadáveres mutilados y que ha institucionalizado incluso el paramilitarismo y la motosierra descuartizadora, con un régimen como este, repito, es que los otros gobiernos, en la OEA, están haciendo causa común contra Venezuela; unos gobiernos en cuyos países, incluso, la situación social y de derechos humanos no es muy distintas a la colombiana.



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Alfredo Schmilinsky Ochoa


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