Rafael Correa, ex presidente de Ecuador por 10 años, luego de retirarse a Bélgica que es el país de la esposa, entra de nuevo, aunque de lejos, al juego político, inevitablemente por los desmanes que está cometiendo el actual presidente Lenin Moreno.
Muchos nos alegramos cuando en las elecciones del Ecuador ganó la opción de Lenin Moreno, quién fue Vicepresidente en el gobierno de Correa. Pensando que Ecuador iba a continuar en la línea progresista. Pero al tiempo de pocos meses, se demostró precisamente lo que denuncia ahora Correa: Lenin es un hipócrita y mentiroso, engañó a todos y se hizo del poder con los votos del partido Alianza País. Según lo dice Correa, ha sido peor que si hubiese ganado la oposición.
Pero esto lo conocen todos ustedes.
Aquí quiero referirme a la decisión tomada por Rafael Correa de retirarse de la vida política activa, como una manera de compensar a su familia luego de diez duros años al frente de la Presidencia de ese país hermano.
No les niego que me llamó mucho la atención, y les confieso que me pareció un acto desacertado. Admiro mucho a Rafael Correa, a menudo lo seguía en sus discursos cuando aparecía en nuestro país, por ejemplo en la Convención reciente de los Países No Alineados en Margarita, cuando, ni corto ni perezoso, se fue en bicicleta por la carretera de la costa hasta Playa del Agua. Algo que, muy lamentablemente, no puede hacer nuestro querido presidente Maduro. No en nuestro país.
La decisión del ex presidente de retirarse al país europeo, disfrutando no solo de la familia sino del tiempo libre para ejercer su actividad de intelectual y escribir libros, pudiera parecer insensata cuanto menos. Ningún político chavista en Venezuela, que se respete, con gran ascendencia en los niveles superiores, un líder pues, tomaría nunca una decisión así.
Y es claro que las políticas socialistas en América Latina son de data reciente, pocos años, si acaso 20 para redondear, iniciadas de la mano de Chávez, luego de los más de 40 años de la Revolución cubana, intensa, determinante sí, pero al fin y al cabo aislada.
Y por ende la extrema fragilidad subyacente, la vulnerabilidad a cientos de acciones e instituciones que se resisten, que quieren volver a los tiempos de antes, a los privilegios, a la diferencia de clases, al silencio de la mayoría supeditada a la explotación y mansedumbre.
Imposible hacer eso mismo en Venezuela. Ciertamente el ex presidente Correa se aseguró de dejar en buenas manos el Gobierno de Ecuador. Y se fue tranquilo, pensando que cumplió bien su misión. Pero ya vimos lo que sucedió.
Y lo que sucedió en Brasil, en Argentina, lo que nos está sucediendo aquí mismo. Una guerra feroz a punto de perderse, y un gobierno que inteligentemente trabaja en equipo, pulso a pulso, estrechamente, minuto a minuto, sin aflojar. Y con todo y eso, los traidores tampoco nos han faltado, además de la feroz oposición interna e internacional. No sólo figuras conocidas dentro del Gobierno de Chávez que han cambiado de parecer. Y que hacen daño con sus declaraciones, creo yo buscando el protagonismo que perdieron. Sino también, y sobre todo, simples funcionarios desempeñando cargos menores, en todas las instituciones, actuando en silencio, de bajo perfil, con burocracia, ineficiencia y corrupción. Imposibles al parecer de controlar.
Y Rafael Correa, intelectual, muy preparado, sensible, revolucionario, estupendo ex Presidente de Ecuador durante 10 años, se concede el lujo de abandonar Ecuador para dedicarse a la familia.
En lo personal soy amante de la familia a ultranza. Lo he escrito en más de una oportunidad, lo que vale en la vida, por encima de cualquier otra cosa, es el amor en la familia.
Pero hombres como Rafael Correa son imprescindibles para su país. Un hombre que ha permeado la oligarquía burguesa y las instituciones capitalistas en su país, que ha sabido llevar bienestar a la clase humilde, estudio a los jóvenes, oportunidades de prepararse y formarse como él mismo hizo, alimento a los pobres, salud a los necesitados. Esto es, ha mejorado el nivel de vida de la población humilde de Ecuador, y lo ha hecho con inteligencia, con sabiduría, con gran tacto. Tanto, que después de 10 años de gobierno, Lenin Moreno venció las elecciones porque estaba de la mano de Rafael Correa y de su partido Alianza País.
Y yo pienso que no debe Rafael Correa permanecer todavía en el anonimato de una vida familiar, dando declaraciones de vez en cuando, impartiendo clases magistrales en universidades, escribiendo libros en la comodidad de su hogar. Es un político imprescindible, y debe darse cuenta de ello, y asumir el papel protagónico que le toca.
Rafael Correa debe continuar a ser un líder, un profeta, un Cristo en la tierra, en el siglo XXI. Debe llevar su evangelio todavía por muchos años, y ayudar a su país, y a toda Latina América a salir completamente de la ignominiosa ignorancia y pobreza a la que nuestros países han sido sometidos durante varios siglos.
¿Qué hará falta para que Rafael Correa regrese a Ecuador y asuma nuevamente la batuta de la vida política? ¿Hasta cuándo ese retiro inconveniente?
Y de paso, hace pocos días y estando tan cerca, en el país vecino Colombia, ¿porque el expresidente no le hizo al Gobierno Bolivariano una vista de cortesía, otorgando generosamente su solidaridad con Venezuela?