Aznar rebuzna de nuevo

De nuevo aparece José María Aznar rebuznando esta vez durante una conferencia en el Instituto Hudson de Washington. Aparece indignado porque se escuchan peticiones para que el Papa pida perdón por sus palabras sobre el Islam, entonces como un energúmeno se estremece y grita: "no oigo a ningún musulmán que pida perdón por conquistar España y estar allí ocho siglos". ¿Y cuándo hemos visto a la derecha purpurada, franquista, fascista pedir perdón por lo que hicieron en el Nuevo Mundo? No hay que olvidar que la Iglesia española se negó de manera rotunda pedir perdón por su participación (nefasta y criminal) durante la Guerra Civil Española. Pero cual otro Bushito a José María Aznar no le queda sino ir por el mundo afirmando que el terrorismo internacional es una "amenaza que está en todas partes y bajo la cual estamos todos estamos en guerra". Pero se siente decepcionado Aznar cuando remata que "esto es la guerra y para combatirla es indispensable creer en vencerla, pero si no crees en nada no puedes luchar contra nada. Los líderes del mundo occidental no creen".

Aznar está por la invasión nuclear a Irán cuando sostiene que el "fundamentalismo islámico debe ser confrontado porque no hay otra opción". En su opinión, el mundo está ahora "bajo un ataque constante del que debemos defendernos" y que "Occidente no atacó al Islam, sino que nos atacaron ellos". En ese aspecto, criticó la "falta de liderazgo en Europa" y la "división" existente en los países europeos. El ex presidente del gobierno español apuntó que tras las manifestaciones del Papa Benedicto XVI sobre el Islam, desde Europa "no se han condenado las amenazas contra el Pontífice, sólo se ha dicho que eran desproporcionadas".

Ese Instituto Hudson, es un think tank conservador (de la CIA) en Washington.

Ante los rebuznos de Aznar le recordamos que en 1516, que gracias a la obra de gente que piensa como él, del millón doscientos mil habitantes que había en la isla de Santo Domingo, apenas si quedaron unos once mil. Eso sólo para dar un ejemplo de un punto clave donde llegaron los primeros conquistadores. La principal razón de este despiadado exterminio era precisamente la Guerra Santa contra los moros o musulmanes, que de paso Arturo Uslar Pietri llegó defender en vida: cristianamente los indios fueron sacados de su medio ambiente; se les trató con maldad y como si fuesen meros animales de carga; se les cambió la alimentación, su modo de dormir, su antigua necesidad del descanso. Se les obligó a aceptar necesidades extrañas que con tanta fuerza imponían los intrusos; fueron obligados a ser partícipes de pleitos horribles entre sus impertinentes capataces; se les impuso trabajar no para su felicidad, no para sus hijos, sino para la satisfacción dislocada de unos bandidos que llevaban al cuello la cruz del demonio y que besaban con fervor, mugrientas imágenes de una mujer con un niñito en los brazos.

El suicidio entre indígenas, cuestión que poco se conocía, se hizo muy común en los lugares donde gobernaban los españoles. Se dejaban morir, envenenándose con el jugo amargo de la yuca, entregándose a una indiferencia letal, inamovibles siquiera por el látigo y la mutilación; echados en los caminos, como masa informe, podridos de llagas y otras pestes que cogían en los insalubres poblados. Entonces tampoco se reproducían y comenzaron a morir con harta facilidad. Los males de la viruela, el sarampión, la malaria y un desgano que se confundía con el mal de la modorra que tanto asoló a los propios españoles, en 1518, se extendió desde la Española a Guatemala, Honduras, Panamá y México. Al parecer, cuando ya no había poblaciones indígenas qué exterminar, y los españoles cayeron en la cuenta de que debían protegerlos en beneficio de sus empresas, comienzan a elaborarse informes "preocupantes" a las autoridades donde se revela que ya no se consiguen indios "ni para las cosechas".

En el informe de Pascual de Andagoya, se lee que la gente que se internaba en el Mar del Sur solía volver con indios encadenados con todo el oro que conseguían y que ese estado de cosas se prolongó invariablemente por tres años. Los capitanes repartían los indios aprisionados y llevaban el oro a Darién, donde después de fundirlo se repartía entre los participantes, los oficiales, el obispo, que tenía voto en la administración, y el gobernador. Nadie era castigado aunque hubiere cometido grandes crueldades. "De ese modo asolaron la tierra en una extensión de cien leguas desde el Darién. Todos los cautivos que llegaban a esa villa eran destinados al trabajo en las minas de oro, de las que había algunas buenas, y como habían llegado agotados por el largo camino y las pesadas cargas y la tierra era distinta de la suya y poco saludable, morían todos. De todos esos viajes nunca resultó la paz ni un establecimiento permanente, pues lo único que interesaba era llevar al Darién oro e indios para consumo local”29.

Tal desastre hizo que en 1607 la Audiencia de Panamá informara a la Corona, que en dicha región quedaban únicamente treinta y cinco indios que hablaban español. ¡Apenas a un siglo del "descubrimiento", es como para enternecernos: Cuánto desarrollo, cuánto perfeccionamiento cultural, cuánto fraternal avance y piadosa cordura, habían implantado los doctos intrusos donde hacía poco existía una paradisíaca región! La verdad que el crimen de la colonización y conquista del Nuevo Mundo no merece un mero perdón, sino una condena horrible y eterna contra los asesinos fascistas que piensan como Aznar.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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