La profundización de la crisis económica y la ausencia de dirección política local impuso una medida al gobierno federal que no tendrá efectividad, agravará la crisis de Río en el mediano plazo. El objetivo de esta medida no es resolver el problema, sino ganar tiempo. No existen soluciones a corto plazo para un estado conflictivo en el nivel en que se encuentra Río de Janeiro. Ante la importancia del estado en la política nacional y de la imposibilidad de mantenimiento de un gobierno central que pierda completamente el control del estado sede del grupo globo para la barbarie, Temer cantó alto: presentó la propuesta de intervención militar en la seguridad pública de Río.
La crisis económica nacional, la corrupción en el gobierno del estado y en la Petrobrás hirieron profundamente la economía de Río de Janeiro que presenta índices de desempleo bastante superiores en relación al resto de Brasil. En los últimos tres años más de medio millón de puestos de trabajo fueron extinguidos, sólo en 2017 fueron 90 mil, un récord nacional. El segundo estado fue Alagoas con el cierre de 8,2 mil puestos de trabajo. Es posible sentir en las calles la situación de colapso social y económico con 14 mil habitantes de la calle, según datos oficiales, sólo en la capital, tres veces más que en el año 2013.
La quiebra del proyecto del PMDB y la profundización de la carestía, empujó el estado a la peor crisis de su historia. La vertiginosa decadencia económica, fruto de un pacto entre la lumpen-burguesía fluminense, de figuras como Eike Batista y Cavendish, con los gobiernos del PMDB dejó a Río en la situación más grave entre los estados de la federación.
La insatisfacción popular manifestada en el carnaval en los desfiles de Tuiuti, Beija-Flor y Mangueira, asociada al sentimiento de total caos social y criminalidad, seguramente encendió la luz roja en el Palacio del Planalto. La necesidad de imposición de una "agenda positiva" y la presión de sectores de la burguesía nacional – representados por la bancada de la bala – junto con la red Globo, deben haber contado para la decisión de intervención militar en la seguridad pública de Río de Janeiro.
Con tanta crisis económica, es seguro afirmar que el comercio minorista del trafico de drogas refluyó, imponiendo a las diversas facciones diversificación de sus actividades. Río de Janeiro es recordista en robos de carga, en asesinatos de policías y la violencia es percibida con bastante intensidad en las calles. Con la actuación de milicias y diversas facciones actuando en el tráfico de drogas, una pacífica como ya ocurrió en los moldes de São Paulo entre PCC y el gobierno del estado es algo absolutamente descartado. Además, el tráfico y la milicia son elementos de contención en la organización del pueblo pobre de las favelas, la militarización generalizada de la seguridad pública de Río de Janeiro será otro elemento.
La intervención militar en la seguridad de Río de Janeiro no es novedad en las favelas cariocas. La favela de Maré ya quedó ocupada por más de un año entre 2014 y 2015, operación que costó a las arcas públicas más de 600 millones de reales. La efectividad de esa medida fue cero, y con el tiempo los militares pasaron a cometer las mismas violaciones de derechos practicadas por fuerzas policiales. El tráfico nunca cesó de operar en el período de ocupación.
La crisis profunda de Río de Janeiro, y la potencial militarización de la seguridad pública del estado, al mismo tiempo que abre un momento distinto en el proceso de lucha política, impone al PSOL carioca la lucha por el poder en el segundo estado de la federación. El colapso de los políticos del orden impone como tarea aún más urgente la lucha por el poder no sólo institucional, sino en organización y asociación íntima con el pueblo de Río de Janeiro, mucho más profunda de lo que ha sido hasta ahora. Disputando con la derecha, que con la militarización de la seguridad pública del estado puede ganar más fuerza a corto plazo, y con el PMDB, la mafia que en Río colapsó pero que nacionalmente sigue sosteniendo al gobierno Pezão. Es necesario luchar por la construcción de canal democrático junto al pueblo, asociaciones de vecinos, barrios, juventud, trabajadores y servidores del estado elaborando un programa para dar respuesta a la crisis. Para ello el PSOL-RJ debe asumir la consigna de anticipación de las elecciones para gobierno del estado por las condiciones especialmente graves de Río de Janeiro. No es posible admitir que la mafia que causó toda esa crisis siga en el gobierno. Es inviable tener seguridad pública como parte de la peor organización criminal del estado, el PMDB, esté en el aparato estatal.