El asesinato del niño Gabriel Cruz en Almería (España), se ha convertido en un asqueroso reality show, al que las grandes empresas televisivas le han sacado totalmente el jugo. Sobre todo Antena 3, con la Susanna Griso y su equipo de reporteros, el Nacho Abad, el Albert Castillón y el Alfonzo Egea.
A toda hora multitud de opinadores necrofílicos de los más importantes canales de televisión con sus bocas y ojos inmundos de falso dolor, se regodean de este horrible asesinato, que a fin de cuentas viene a resultar algo típico de la cultura aberrante y monstruosa de la España Negra, muy retratada en las novelas de Ramón J. Sender. La España sangrante y demente que aparece también recogida en las pinturas de Goya; la España bestial que recogen las crónicas sobre las guerras civiles del siglo XIX y XX. Toda esa España monstruosa que se concentra repentinamente en la condena a la señalada asesina Ana Julia, pero en un acto en el que los condenadores se sienten todos a una, aludidos en sus abominaciones en cada frase, en las atávicas bestialidades de su raza, esa raza que produjo un holocausto en América; de modo que en cada gesto de ira contra este crimen parecieran recordar las huestes de su estirpe, la de los empaladores y quemadores de indios; la de los "negreros"; en cada rechazo al propio crimen se traslucen la daga, los perros carniceros de Pizarro, de Almagro, Hernán Cortés, Juan Rodríguez Suárez, Benalcázar, ...
Producto de esta locura televisiva, un godo imbécil que abordaba un avión comenzó a dar alaridos contra los negros; el energúmeno le gritaba a una azafata "fuera de aquí, no quiero negras a mi lado".
Es una guerra latente e inextinguible contra los latinos que ellos mismos se han cansado de asesinar, robar y explotar. Apuntando ahora ferozmente contra los dominicanos, que no podrán andar tranquilos en esa España brutal, sin que sean señalados de feos, negros, brutos, animales, de ladrones y criminales. Y que se extiende en consecuencia a la vez contra todos los africanos y árabes.
Por supuesto que condenamos este horrible crimen contra el inocente niño Gabriel. Pero la forma como los medios lo ventilan, como lo sudan, lo escarnecen (colocando a los pobres padres como unos juguetes que bailan al son de los dueños de los medios). Que han vuelto esto un circo espantoso con profundas intenciones virulentamente racistas, algo que enerva y que no entendemos cómo la sociedad española no rechaza de plano.
Aquí les coloco, un extracto de lo que he investigado de esa España tan repugnante:
Existe una España goda, imperial, franquista y asesina que hace grandes esfuerzos por resucitar los eternos incendios de su tierra. Sólo se sienten hombres recibiendo las reverberaciones del fuego y el crujir de la carne humana bajo ese fuego. Ya esa España no nos manda arcabuceros a Venezuela; no nos manda esos curas o veedores, sino que trata de insuflar junto con los gringos la esencia de las guerras civiles en las que ellos son muy duchos: los dioses purpurados de esa ultraderecha (borbónica), con sus papelitos muy bien estudiados para propiciar un caos en nuestro continente. Hoy esa España no es un imperio sino que forma parte de la vil colita del imperio gringo.
Porque la gran madre de todas las guerras en España ha sido la Iglesia católica, por eso dentro de cada agente del PP o del PSOE que nos llega encaletado, viene solapadamente un requeté que sueña y suspira con sangre, fuego y maldiciones de los infiernos eternos. Aquí, los supremos piromaníacos que andan en procura de un gran incendio social, a lo español, los encarnan el Marianito Rajoy, el Felipe González y ahora el muermo Albert Rivera. Los obispillos que tenemos que andan tratando de prenderle candela a la pradera y que no hacen sino recibir órdenes del camandulero principal que en este momento se llama Donald Trump.
Claro, hay que diferenciarla de la España republicana, generosa y noble que representaron genios (hoy casi extinguidos) como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Manuel Azaña, Luis Buñuel, La Pasionaria, Miguel Hernández, Ramón J. Sender, Francisco Umbral entre muchos otros. Desgraciadamente el egoísmo capitalista ha uniformado en estupidez redundante a sus más recientes escritores. Hace poco, el diario "La Razón" publicó un reportaje firmado por un tal Ángel Sastre, titulado "La guerra de Hugo Chávez contra McDonalds". En él se dijo esta espantosa mentira: "El dictador regala a los niños en el colegio «cajitas rojas» como sustituto de la «happy meal» de la hamburguesería estadounidense. La caja contiene una galleta dulce y un muñeco con mensajes del tipo «Chávez, único presidente".
Pero esa España con su eterna cohorte de piojosos, que anduvo durante tres siglos hedionda a ajo y cebollas, enjuta y miserable, la pordiosera africana porque en Europa se le despreciaba y no se le consideraba ni siquiera nación; esa España a quien Estados Unidos en un acto de supremo desprecio le arrebató su última colonia en América Latina en una guerra tramposa (porque fue el Tío Sam quien auto-hundió el "Maine" para invadir Cuba y declarar la guerra); esa España púrpura y sangrienta, ahora entumecida por la moda del consumismo y las puterías del "corazón"; aliada, insistimos, con el imperio norteamericano y que diariamente apunta sus baterías de manera vesánica y brutal contra nuestro país.... Ya no tiene un Rafael Alberti, sino escritores mercantilizados, dolarizados, que se venden como putas al gran capital. Si hubiera un escritor "de altura" que opinase a favor de Chávez de inmediato lo aplastaría la aplanadora del ABC, de El País o El Mundo, quienes son los verdaderos mandamases del Estado español. No se atreverían.
Todos esos miserables medios responden a los negocios cuyo motor principal es Washington. Sus ejes mercenarios moviéndose desde Madrid con José María Aznar, Mario Vargas Llosa, Carlos Alberto Montaner, Plinio Apuleyo Mendoza, y sobre todo sustentando en el grupo PRISA que dirigía Jesús Polanco. Todas las baterías de esa España horriblemente emputecida que dirigen sus dardos contra Venezuela, porque a ella como a Estados Unidos le duele perder a sus esclavos y a los mercados que pueda reclutar para sus guerras en esta parte del hemisferio.