Un país que no conoce la guerra, EEUU celebra el día de los caídos

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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El pasado miércoles 20 de mayo fue el Día de los Caídos en Estados Unidos. Esta conmemoración se inició el año 1868 poco después de la Guerra Civil Norteamericana, cuando los pobladores de varias comunidades se reunieron para condecorar las tumbas de los caídos el último lunes de mayo. Esta práctica se inició en los estados del norte pero pronto se extendió al sur y la ceremonia de recordación anual pronto se proyectó hacia el sur y la ceremonia de recordación anual pronto asumió el título de Día de la Condecoración. En la medida que las guerras proliferaban durante el siglo XX eventualmente la conmemoración perdió su relación con la Guerra Civil y fue apareciendo de manera creciente como el Día de los Caídos, convirtiéndose en feriado nacional.

La Guerra Civil Norteamericana mató a 655.000 soldados, más que todas las otras guerras anteriores o combinadas desde entonces. Fue la primera guerra moderna que se apoyó en ferrocarriles y barcos a vapor. El Norte también destruyó el sustento y de manera deliberada quitó el alimento a las poblaciones civiles con el objeto de reducir la voluntad del Sur para resistir. Fue una guerra librada en territorio norteamericano y sufrida en carne propia por el pueblo norteamericano.

Actualmente, el Día de los Caídos ha perdido en gran medida toda relación con los soldados muertos pero es en cambio notorio por ser considerado el primer día de verano y por sus actividades recreacionales. Las playas están abiertas, los salvavidas están listos y el aroma de la carne asada llena el aire. Al declinante número de veteranos de la II Guerra Mundial, de Corea y Vietnam le resulta difícil recordar a los caídos pero por otra parte existe poco interés en el público que está deviniendo cada vez más indiferente con su ejército profesional no convocado.

Existe cierta ironía en cómo un feriado que conmemora una guerra que ocurrió hace 150 años y que tuvo un impacto devastador, aprovechar el día y recordar que vas a morir para honrar a los muertos y advertir a los vivos acerca de la realidad de la guerra, devino actualmente en poco más que un bache en vía hacia la playa con el gobierno de Estados Unidos considerando nuevas iniciativas militares en Asia y posiblemente en la misma Europa.

La verdad es que los norteamericanos han olvidado lo que es la guerra entre estados y, protegidos por dos amplios océanos, no tiene idea alguna acerca de la horrible realidad que representa la guerra. Se han hecho adictos a la guerra del mismo modo que no perciben de manera alguna lo que esta pudiera significar si un adversario pudiera desarrollar su capacidad de atacar su tierra natal. Para la mayoría de los norteamericanos la guerra es poco más que un juego de video visto a retazos en las noticias de la noche. Se trata de una peculiar forma de ceguera cultural, de un ejercicio que involucra pueblos extranjeros en lugares remotos y que no se pueden tomar en serio. El resto del mundo que ha experimentado en demasía la devastación de la guerra, tiene un punto de vista mu diferente, no obstante.

Durante las últimas tres semanas he estado viajando por Asia y Europa, con paradas en dos de los actuales adversarios de Estados Unidos, Irán y Rusia. La II Guerra Mundial que terminó hace 73 años todavía es claramente visible en las ruinas y en las vidas destrozadas. En Rusia, San Petersburgo aún está restaurando palacios vandalizados y quemados por los alemanes. En Alemania el histórico puerto medieval hanseático de Rostock fue en un ochenta por ciento reducido a escombros por los bombardeos ingleses y norteamericanos. Fue una guerra en que las ciudades fueron quemadas y ochenta (80) millones de soldados y civiles perdieron la vida. Solo la mitad de un uno por ciento de los cuales era norteamericano.

Rusia sola perdió veintisiete (27) millones de personas. Estados Unidos solo y continental entre los grandes beligerantes no fue tocado por la lucha.

Irán también exhibe las cicatrices de la Guerra de Irán-Irak de 1980 al 1988 en la cual Washington apoyaba a Baghdad. Medio millón de iraníes y de iraquíes perdieron la vida.

En la deliberadamente interminable Guerra contra el Terrorismo ocho mil norteamericanos han perdido la vida en lugares que muy pocos podrían ubicar en un mapa, pero, según algunos cálculos, del mismo modo, unos cuatro millones de musulmanes han perdido la vida directamente y como daño colateral. Tres gobiernos extranjeros han sido derrocados y Washington continúa tratando de agregar a Damasco a ese costo, existiendo algunas sugerencias que incluso Moscú sería también blanco para el cambio.

Todo lo cual me condujo en mis recientes viajes a discusiones en las cuales muchos no norteamericanos se preguntaban abiertamente "¿Qué ha ocurrido en Estados Unidos?"

Muchos incluso llegaron a opinar que Washington es la mayor amenaza para la paz, no China ni Rusia ni Irán. Tristemente, yo tuve que estar de acuerdo.

De tal modo que corresponde a todos los norteamericanos de buena voluntad unirse y poner fin a la locura. Cuando el Día de los Caídos esté cerca el próximo año, hagamos que de nuevo sea una conmemoración del horror de la guerra, la muerte y la destrucción –con eso en mente, todo pensamiento de confrontación debiera desvanecerse para ser reemplazado por exigir negociaciones y acuerdos. Y en cuanto a los soldados, marineros, marines y aviadores darles como obsequio un Día de los Caídos trayéndolos a casa. A todos y cada uno de ellos.

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Philip M. Giraldi

Consultor. Ph.D., Director Ejecutivo del Consejo para el Interés Nacional


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