La egolatría de quien ahora despacha desde la oficina oval de la Casa Blanca no tiene límites ni parangón. Hay quienes dicen está loco de metra. No sé. Tengo entendido que esa definición de loco es como demasiada complicada. Lo cierto es que, como suele decir Walter Martínez, "un tipo que se compró equipo asesor y publicitario, la candidatura del partido Demócrata" y al final llegó a la presidencia de EEUU con la enorme fortuna que posee, pudiera creer estar por encima de todo y todos. Es decir, tal como comencé, es en ególatra de marca mayor quien no se cansa de hacer disparates, por supuesto, en el desarrollo de la política imperial de intentar mantener sus status ante el avance de otras potencias, particularmente China.
Todavía no salgo de mi asombro haber visto al personaje apartar a empujones a un alto mandatario en una de esas reuniones a las que asiste con sus aliados, para tomar la posición que decidió de su agrado.
Confundió ahora mismo, en un twitter, a Somalia con una nación inexistente que llamó "Somolia". Pero antes pareció confundir a China con Haití. Esto sucedió cuando creyéndose demasiado súper poderoso aplicó sanciones a China, elevando aranceles a productos que de aquella nación llegan a su país y ante la contundente respuesta del gobierno asiático, tuvo que recoger velas y mandar a un representante suyo casi a pedir disculpas.
Unilateralmente decidió desconocer el acuerdo de la OTAN, de la cual su país forma parte y lidera, en materia nuclear con Irán. Lo que le está produciendo un serio enfrentamiento con los demás integrantes que no están dispuestos a respaldarle. Es más, han reiterado el convenio. Pero lo que es peor, ahora Irán pide a quienes se deslindan de EEUU mayores garantías de respeto a lo acordado. Es decir, puso a Irán en ventaja.
Mientras Corea del Sur y Norte, después de tantos años de tensión, desde los tiempos de la guerra, que se mantienen en status de simple armisticio, se acercan y hasta han llegado a acuerdos como por algo tan afectivo y profundo que familias divididas en un lado otro se reúnan, Trump se halla como en medio de una cueva de bachacos. Tanto que hoy dice que se reunirá con el jefe de Estado de Corea del Norte y al día siguiente que no lo hará o, vainas improvisadas, como que "probablemente se reunirá una vez o dos o ninguna".
Ahora mismo, por haberle fracasado la aplicación de sanciones económicas contra China, la tomó con sus aliados y se las aplicó a Alemania, Inglaterra, Canadá y hasta México, lo que está generando mayores dificultades. Sin hablar lo infame del muro a lo largo de la frontera con este país. Sus decisiones racistas contra quienes han llegado a EEUU por distintas razones y no han podido legalizar su status, le están generando amplio y profundo rechazo que por su vanidad no percibe.
Después que meses atrás anunció trasladaría, para esta fecha, la embajada estadounidense a Jerusalén, como un reconocimiento que esa ciudad es capital de Israel, lo que contraviene lo acordado por la ONU a raíz de la Segunda Guerra mundial, a última hora, en virtud de la reacción mundial en contra, hasta de sus propios aliados, excepto el gobierno sionista que aprovecha para ahondar sus atropellos contra los palestinos, decide posponer esa decisión para el mes de agosto.
Pero lo que ahora acaba de anunciar traspasa los límites del ridículo. Lo de payaso y ególatra. Cassius Marcellus Clay o Muhammad Alí, no sólo fue una legendaria figura del boxeo. Aquel peso pesado, que aún siéndolo, "volaba como una mariposa y picaba como una avispa", se volvió una figura mundial en la lucha contra el racismo, sobre todo dentro de su país y por la paz mundial. Desafió a las fuerzas imperiales que agredían a pueblos pequeños y humildes como Vietnam y se negó ir a aquella guerra "a matar hermanos suyos que nada le habían hecho a él y los suyos", como dijo con valentía y honor. Eran los tiempos cuando Martin Luther King y Malcolm X combatían desde diferentes frentes por los mismos motivos. El gesto de Clay estremeció la conciencia de millones de norteamericanos a favor de la paz y los jóvenes rompían las libretas de adiestramiento y también desafiaron al poder militar y guerrerista. Por eso, el guerrerismo norteamericano, siempre anidado en la Casa Blanca, desató una cacería contra el brillante gladiador y hasta intentaron hacerle fama de cobarde, un simplismo propio de la derecha. Y los derechistas del mundo de aquello se hicieron eco.
Terminada la guerra de Vietnam, con aquella retirada vergonzosa y apresurada, cuando el vietcon tomaba la ciudad de Saigón, guerra que dejó miles de muertos de lado y lado, donde el pentágono usó armas de toda naturaleza y prohibidas, Muhammad Alí pudo volver al cuadrilátero en los propios Estados Unidos y pese los años inactivos, imponer su calidad y enorme talento. Un tribunal competente le declaró libre de toda causa y por los hechos convertido en una figura descollante más allá del boxeo y adorado en el mundo entero por multitudes.
En los Juegos Olímpicos realizados en EEUU, creo si mi memoria no me traiciona, en San Francisco, bajo la presidencia de Bill Clinton, el mundo fue sorprendido cuando un Alí vacilante por la enfermedad que le aquejaba, al parecer el mal de Parkinson, surgió de un espacio oscuro a encender la tradicional llama, un honor reservado no a quien esté porque alguien le perdone o le perdonen algo.
Pero ahora el payaso y ególatra que gobierna en Estados Unidos, joven cuando Alí tuvo aquel gesto valiente y heroico, quizás por ser de las minorías blancas que le odiaron por ser negro y haber desafiado los poderes del Pentágono y los promotores de guerra para torcer la voluntad de los pueblos "indefensos", que no lo fue Vietnam, declara dando además una muestra descomunal de ignorancia y superioridad que él está "pensando en perdonar a Muhammad Alí". ¿Cómo se le ocurre tamaña estupidez? ¿Qué tiene él y su círculo que perdonarle al legendario hijo de Louisville? Más bien deberían pedirle perdón como al pueblo de Vietnam y a todos aquellos que han atropellado y tienen planeado repetir lo mismo.
En mi pueblo, cualquiera diría, "este si las tiene grandes, bien puestas" o "este carajo si tiene bolas".