"Hemos puesto en marcha una nueva doctrina militar en Venezuela: la guerra de todo el pueblo. Si aquí vienen a meterse con nosotros, no será sólo con los militares venezolanos, será con todo un pueblo, será con todo un país dispuesto a defender la sagrada soberanía de nuestro territorio".
Hugo Rafael Chávez Frías (Mensaje Anual a la Nación, Asamblea Nacional 13 de enero de 2006)
Los recientes resultados electorales en Colombia, si bien ya tienen su fotografía con Iván Duque - el pupilo de Álvaro Uribe Vélez – este no ha tenido tiempo todavía para sacar las garras y demostrarle al propio pueblo colombiano lo que trae oculto dentro de su mochila.
La campaña electoral vendió la imagen de una nueva Colombia a la sombra de una economía subsidiada por el narcotráfico (incremento de la producción de cocaína) hacia los Estados Unidos y el contrabando de extracción de alimentos y combustible que se ejecuta desde nuestra Patria Venezuela.
El primer elemento quizá sea el de mayor fuerza para el nuevo Gobierno colombiano, quien enterró al "Premio Nobel de La Paz" Juan Manuel Santos para desenterrar los "falsos positivos" de Uribe, e iniciar una nueva masacre en serie contra líderes sociales y populares quienes encarnan la esperanza y la reivindicación de los pobres en Colombia, mucho antes de que Iván Duque asuma su mandato.
Este elemento no es nuevo y sólo estaba paralizado por el escenario del teatro de paz montado por Juan Manuel Santos, quien bajo las instrucciones del Departamento de Estado norteamericano y gracias a una negociación (en La Habana Cuba) con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), buscaba un aparente cambio y un garantizado retorno de la guerrilla al escenario electoral.
Ya los resultados del Plan de Paz están a la vista y la traición, a similitud de lo ocurrido con la Unión Patriótica en los tiempos de Uribe se repite; aunque todavía están por verse los resultados de las negociaciones de paz (en La Habana-Cuba), entre los jefes guerrilleros del Frente de Liberación Nacional (FLN) y representantes del Gobierno colombiano.
Los pozos de la muerte, las masacres en masa, los fusilamientos en serie y el descuartizamiento con sierras a campesinos colombianos por parte de los paramilitares parecieran reactivarse y sobre todo, ante la mirada insolente de la OEA y los aplausos de la OTAN, organizaciones que también ha metido sus garras en Colombia gracias a la mano del premio nobel Juan Manuel Santos.
Por su parte el segundo elemento e ingrediente que subsidia la economía colombiana después de la droga, es el contrabando de extracción de alimentos y combustibles (diésel y gasolina) desde nuestro país hacia Colombia, a través de los caminos verdes (algunos de verde oliva) que facilitan el desangramiento del cual es víctima el pueblo venezolano.
Muchos son los elementos ocultos en la relación desigual que caracteriza a los dos países hermanos (Venezuela y Colombia) quienes arrastran un pasado de amor y de odio desde la época de la Colonia y la misma existencia de las dependencias españolas: el Virreinato de Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela.
La historia se encargaría con el tiempo de escribir tristes páginas de traición y de asesinatos por encargo a héroes como el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre y frustrados atentados contra el Libertador Simón Bolívar develados por la coronela Manuelita Sáenz y retratados por su perro guardián a quien la ecuatoriana bautizó como "Santander".
Más capítulos oscuros podríamos encontrar en la historia con el protagonismo de los enemigos del Libertador quienes hollaron marchitar su vida y llevaron a la separación de la Gran Colombia, liderados por el propio José Antonio Páez y Francisco de Paula Santander a través de la COSIATA en 1830, luego de la muerte de Simón Bolívar.
Nuestra historia ha estado plasmada de traiciones y de "falsos positivos" hasta nuestro tiempo. Todo ello con diversos protagonistas quienes encarnan el odio en sus venas y añoran el fantasma de la guerra.
No es casual que este fantasma, oculto entre operetas de poca monta, haya llevado y convertido a Colombia en un títere, como lo dice el comentarista internacional Walter Martínez en su programa Dossier: "se han bajado los pantalones siete veces para ceder su territorio a las siete bases gringas y abrir su espacio aéreo" (sin ningún rubor) ante el imperio norteamericano y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, la OTAN.
Todos estos escenarios han sido concebidos a espaldas del heróico pueblo colombiano (engañado nuevamente en las recientes elecciones) por una oligarquía depredadora y explotadora.
Es la misma oligarquía aplaudida por la godorria venezolana, representada por la chula burguesía criolla quien también saqueo nuestras divisas y la riqueza petrolera, pero que afortunadamente fue desalojada de Miraflores por el pueblo venezolano con la llegada de la Revolución Bolivariana del Comandante Hugo Chávez Frías.
Hoy nuevamente soplan tambores de guerra con la llegada a la Presidencia del peón de Álvaro Uribe Vélez a la Casa de Nariño. Todo está fríamente calculado en los libretos del "Plan Colombia" que según el autor de los "falsos positivos", le "faltó tiempo"; pero como dijera el Comandante Hugo Chávez: "No le faltó tiempo, le faltaron cojones".
En la actualidad observamos la llegada al Gobierno colombiano no de un representante de la Oligarquía sino un "burgués de orilla" acuñado a la sombra del "paraco" Álvaro Uribe Vélez.
Este caudillo quien vendió su alma al diablo a cambio de su libertad; porque figura en la lista de los narcotraficantes de los Estados Unidos - según revelaciones del propio hijo del capo Pablo Escobar Gavidia, su paisano y "cachaco" de Medellín - ya tiene su delfín en el Gobierno: Iván Duque.
Colombia eligió a su verdugo pero no faltará mucho tiempo para que este discípulo supere a su maestro. Ojalá que embriagado por el poder no sucumba ante el karma de la traición a su propio mentor (es algo genético en muchos colombianos) y lo entregue como premio a la propia DEA, a cambio de algunas prebendas a futuro.
Cuando el pueblo colombiano, el de profundo sentimiento bolivariano despierte, se dará cuenta que eligió a su propio verdugo y veremos quizá sorprendidos a un Iván Duque entregar a su padrino a su verdadero patrón: el imperio norteamericano.
Aunque en la tierra de Bolívar sigamos apostando a la paz de Colombia que es la paz de Venezuela, todos debemos estar alerta porque por el Palacio de Nariño se pasea nuevamente el fantasma de Francisco de Paula Santander.
¡Amanecerá y veremos!