Impresiones de una fúlgida visita a Austria

  1. Vas de visita a un país que nada sabe del tuyo, como si te colocaran repentinamente en una región del planeta Marte y eres un terrícola que te cuesta explicar lo tuyo. Además estás de visita en un país que para nada le interesa si existe o no Venezuela, si hay entre nosotros una gran o terrible historia y una viejísima lucha para lograr nuestra libre y soberana subsistencia. Nada de nada, y estás allí de visita cuando te enteras que Austria toma la decisión de eliminar su embajada en Venezuela. (¿Y entonces para qué existe una embajada de Venezuela en Austria? Pregunta redundante de primer orden, que trataremos más adelante).

  2. Lo primero que vez en Austria es que no hay güelfos y gibelinos que tratan de apoderarse del dominuim mundi (del gobierno), como ocurre de manera feroz en muchos países del llamado "Tercer Mundo". No ve uno partidos dándose de las greñas, unos insuflados (financiados) desde el exterior y otros resistiendo como pueden…

  3. Haré algunas observaciones relativas a Austria, un país con gobierno neoliberal y social demócrata (gobierno parlamentario con una democracia representativa), y con una tercera parte de la población que nosotros tenemos. Un país muy caro y con una población cohesionada, es decir organizada en función de objetivos largamente buscados: más de dos mil años en esa búsqueda. No sabemos hasta cuándo durará esa cohesión heredada del imperio Austro-Húngaro, quizá dure hasta que los nuevos imperios vuelvan a despedazarse por el control del mundo tal como ocurrió en las dos conocidas Guerras Mundiales.

  4. No voy en plan de lanzar un "¡Ohh, Dios mío qué bello y qué perfecto!..." por todo lo que veo, porque hay muchas procesiones que van por dentro… No me admiro por el esplendor de las viejas ruinas convertidas hoy en anzuelo para atraer turistas, como tampoco por una organización social muy diferente a la nuestra, y lo que haré será dar unos leves trazos, más llamativos por su "rareza" que por otra cosa…

  5. De los primeros detalles que observo es que en Austria nadie anda desaforado por ser doctor sino por hacer lo que le gusta y además hacerlo bien. Eso de andar tras un título universitario a como dé lugar es algo que allá en Austria está totalmente fuera de lugar.

  6. Nos llama la atención en Viena que con la energía o la basura se hace arte. Uno ve las grandes centrales de producción de energía gracias a la basura con sus cúpulas enormes diseñadas artísticamente. La planta de incineración de residuos Spittelau, por ejemplo, fue diseñada por el extraordinario arquitecto y artista Friedensreich Hundertwasser. Austria utiliza tanto la basura en las grandes ciudades, que tiene hasta la necesidad de importarla.

  7. La planta de incineración de residuos Spittelau procesa más de 250.000 toneladas de desechos domésticos cada año. El calentamiento ecológico producido en Spittelau es suficiente para calentar a más de 60.000 hogares en Viena en un año.

  8. La planta en el distrito 9 produce aproximadamente:

  • 120.000 MWh de electricidad

  • 500.000 MWh de calefacción urbana

  • 6.000 toneladas de chatarra

  • 60.000 toneladas de clinker, ceniza y torta de filtro.

  1. Quizá uno piense que estos teutones buscan la perfección, lo cual a la vez es admirable y tiene su aspecto triste o agónico. Decía Bolívar, que quien busca la perfección encuentra la ruina, y la ruina aquí la veo en la desolada mecanización de todo. Veo el eficiente funcionamiento del transporte masivo: trenes, metros, autobuses y tranvías, y una gran nube con el silencioso y fantástico limbo en la mirada meteórica de la gente. No doy alaridos de hurras por lo que los austríacos hacen y además considero que nada de eso debemos copiar nosotros. Ojalá nunca nosotros tomemos el camino que Europa ha escogido para su descomunal estructura tecnológica. Nosotros debemos avocarnos a la nuestra con un sentido profundamente humanista.

  2. Veamos estos detalles: en Austria, la gente suele comprar los tickets para el transporte en máquinas o locales, y se supone que nadie debe utilizar las unidades sin esos boletos, que por cierto son bien caros. Por ejemplo, mi hijo nos compró boletos para trasladarnos en Viena a donde quisiésemos para varias semanas ya fuese utilizando trenes, tranvías, autobuses o metros y jamás hubo algún funcionario que nos lo exigiera a nosotros ni a nadie. Todo el transporte está perfectamente sincronizado de modo que uno puede saber por internet, o mediante avisos en las paradas, la hora exacta en que pasa cada uno de estos mencionados transportes.

  3. Algo que me llamó la atención fue el hecho de que en las principales carreteras o autopistas en Austria existe un detector del peso de vehículos de carga, que no debe exceder el peso permitido so pena de tener que pagar severas multas. Esto se hace con el fin de preservar las vías, algo que en Venezuela la empresa privada viola constantemente y lo hace muerta de la risa. Por ejemplo, todas las vías agrícolas están destrozadas por empresas multimillonarias que tienen grandes extensiones cultivadas de hortalizas.

  4. Un funcionario de la embajada en Austria llama a mi hijo y le dice que está vendiendo entradas para un concierto que dará en Viena la orquesta sinfónica Simón Bolívar. Mi hijo decide comprar tres entradas, y se acuerda buscarlas al día siguiente a las diez y media de la mañana en la embajada.

  5. Me dirijo con mi esposa hasta la embajada de Venezuela en Austria por dos razones: comprar las referidas entradas y para donarle al distinguido embajador algunos de mis libros. La embajada al parecer está desierta, nos dedicamos un rato a tocar el timbre y nadie contesta. Nos internamos por unas galerías semi-apagadas, cruzamos un patiecito y tocamos en otra oficina pensando que allí se encuentra el consulado. Desde una ventana de un tercer piso escuchamos a alguien que nos llama. Es una señora que nos pide que subamos, que ya la embajada está abierta. Nos regresamos y tomamos un ascensor. Entramos a un gran salón tétrico y desolado. No sé por qué todos los lugares diplomáticos que he conocido en varios países me resultan tan deprimentes.

  6. No sabemos cuál será el personal de la embajada, y son ya las diez y media de la mañana. "-Aquí no hay nadie, salieron- dice la señora que nos atiende-: y hoy no viene nadie…".

  7. La señora que nos atiende es una colombiana (la que limpia las oficinas y prepara el café…) mal encarada y grosera a quien evidentemente le molestan los venezolanos, y se siente que está en su territorio y mandando como la propia embajadora...

  8. Desde el momento mismo en que nos recibe percibimos el desagrado de la señora colombiana. Pienso que estamos en el peor momento de nuestra relación… La señora colombiana tiene más de veinte años trabajando en nuestra embajada, según colegimos por una pregunta que le hacemos. De mala gana, pues, nos atiende, recibe el paquete de los libros, le doy mi teléfono y la dirección de la casa de mi hijo. Luego nos dice que no puede entregarnos las fulanas entradas al concierto porque ella no sabe nada de ese acto.

  9. Como al retirarnos, y al andar unos metros repentinamente caemos en la cuenta de que no llevo el morral con el que salimos de casa, que no sé dónde lo he dejado, y en el que además llevábamos las llaves de la casa de mi hijo, donde nos alojamos, nos regresamos en volandas para ver si es que lo hemos dejado en algún escritorio de la embajada: al llegar de nuevo al edificio de nuestra sede diplomática, llamamos por el intercomunicador y la señora colombiana de la manera más vulgar nos espeta: "¡Ustedes aquí no dejaron nada y para acá no vuelven a subir!".

  10. ¡Coño, el alma de Santander hasta en los predios de los teutones! Han pasado casi cuatro meses de aquella visita a la embajada de Venezuela en Austria. Pienso que a lo mejor los libros que doné corrieron mala suerte, uno de esos libros era "El Jackson Granadino", la vida del general José María Obando, el neogranadino que asesinó al Gran mariscal de Ayacucho. Santander veneraba a Obando con locura.

  11. (Recuerdo que en 1996 fui profesor visitante en la Universidad de Cádiz, y me correspondió hacer unos trámites en el Consulado de Venezuela en Sevilla, y me asombré al ver que el cónsul y todo el personal allí era español…).

  12. Austria es un país inmerso en la soberbia cadena montañosa alpina, y Schladming, el pueblo donde residí varios meses, y donde vive una de mis hijas, tiene unos tres mil lagos. Una de las industrias más poderosas constructora de teleféricos en el mundo, y que tiene su sede en Austria (la empresa austríaca Doppelmayr) ha sido la misma que construyó el Sistema de Teleférico Mukumbarí (Mérida). En la región de Schladming hay unos trescientos teleféricos.

  13. En Austria todo el que tiene por mascota un perro debe pagar un impuesto. Esos perros están controlados por un chip. Es decir, no hay allí perros callejeros.

  14. Toda casa o apartamento que tenga un televisor, debe pagar un impuesto, totalmente aparte del que se debe pagar por la suscripción a un cable o a un servicio satelital.

  15. Otro elemento fundamental de la sustentación económica de Austria es la producción maderera. Millones de toneladas de madera produce Austria para sus viviendas y la exportación, y siempre se están protegiendo sus zonas boscosas, y hay un cuidado extremo y severo en la preservación del ambiente.

  16. Toda la población está educada para seleccionar la basura, y existen severas sanciones y multas para quien no la separa debidamente. Hay depósitos para colocar los desperdicios orgánicos, para las botellas de vidrio blanco y para las de color; containers para el papel o el cartón y para el plástico. La gente en los pueblos va en sus carros a las grandes centrales de recolección de desechos sólidos, previamente separadas y además con los objetos de plástico y de vidrios limpios.

  17. No se ven indigentes y puedo decir que en los tres meses que pasamos allí solamente vi a un tipo drogado, dando tumbos en una estación de metro (aunque hay bastante distribución de droga).

  18. Los habitantes de cualquier sector se preocupan porque funcione perfectamente bien: el aseo, el aspecto ornamental de las veredas o calles sin esperar que el gobierno lo haga todo.

  19. La gente siente un gran orgullo en comprar lo que produce su región. La gente se molesta, por ejemplo, cuando alguien de su zona adquiere productos por Amazon.com o productos procesados de otros países. La gente ama lo que hace, lo que su país produce, y mientras más local sea esta producción, mucho mejor.

  20. La seguridad es extraordinaria. Nadie se apropia de algo extraviado. Acostumbrando a andar escotero por el mundo, perdí un morral, perdí paraguas y otros objetos y siempre los encontré en el lugar en el que los había dejado. Bueno, espero que nadie se ofenda por lo que he contado…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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