…"¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro."
Simón Bolívar (Quinta de San Pedro Alejandrino, 10 de diciembre de 1830)
El triste papel del Presidente de Colombia Iván Duque en la reciente visita del Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo a territorio neogranadino, quedó ratificado con sus destempladas declaraciones como un supino ignorante en materia de historia y además, como un pobre y arrastrado lacayo para vergüenza de los propios colombianos.
El mandatario del vecino país expresó - para agrado del representante del gobierno de Donald Trump - que el apoyo de los "padres fundadores" de su país fue "crucial para la independencia hace 200 años".
La verdad es que habíamos notado, desde hace ya algunos años, la sumisión de los últimos mandatarios colombianos sobre todo desde Andrés Pastrana pasando por Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos (este último con su acentuado inglés en el diálogo con los gringos) su frecuente conducta pro norteamericana, hecho que consideramos algo más que una obsesión.
Desde niños, por haber nacido en un estado fronterizo como el Táchira, siempre hemos sentido un profundo respeto por el pueblo colombiano y más aún cuando se han vinculado a nuestra familia por allá en los campos del Páramo de La Negra, donde los campesinos conforman una sola cultura para labrar la tierra y y una entrega al cultivar con esmero los tubérculos y hortalizas que son un orgullo de los pueblos andinos.
Y podríamos ahondar más sobre el tema - al descubrir por ejemplo nuestra vocación periodística - cuando desde la misma infancia (tendríamos unos seis años) nuestra madre Eloisa nos decía: "este muchacho parece loco, pegado siempre de la radio y aún no ha hecho las tareas".
Era costumbre al llegar de la Escuela Parroquial "Corazón de Jesús" allá en La Grita, por las tardes, sintonizar en un viejo radio Philips de mi papá Higinio y escuchar algunas emisoras colombianas como Radio Sudatenza, Radio Caracol y RCN, sobre todo en la época de las primeras Vueltas al Táchira en bicicleta. Paralelamente también nos atrapaba la magia de Radio Habana Cuba cuando ya desde niños, éramos unos asiduos oyentes de los discursos del Comandante Fidel Castro Ruz.
Pasarían los años y es ahora cuando recordamos con más nostalgia, un viaje realizado a la ciudad de Bogotá en los años 1977 y 1978; tiempo de la transición entre los presidentes Alfonso López Michelsen y Julio César Turbay Ayala. Se discutía por aquella época en el Congreso de Colombia, la aprobación del matrimonio civil; ya que prevalecía en la sociedad colombiana, por encima de todo, el matrimonio por la Iglesia Católica.
Igualmente - en voz baja - ya se hablaba en los frentes guerrilleros de la sentencia, "el fin justifica los medios"; frase memorable para aceptar por parte de los narcos, el pago por el resguardo y el cuidado de los cultivos de droga, cosa que ocasionó por largo tiempo una amplia discusión en los grupos guerrilleros de Colombia (El ELN y las FARC-EP).
Pero volviendo al viaje a la capital colombiana a finales de la década de los 70 como estudiantes de periodismo en la UCV, el mismo se realizó motivado por un grupo de líderes estudiantiles de la Escuela de Comunicación Social con la finalidad de intercambiar experiencias con estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia y la Javeriana de Bogotá.
Recordamos, como si fuera hoy, que para la época nos impresionó el respeto que guardaban los colombianos por las llamadas Plaza de Bolívar y también por los museos históricos; en especial lo observamos en la Casa de Bolívar de Bogotá, así como también años más tarde, nos impactaría el respeto manifiesto de los hijos de la Nueva Granada por el Libertador Simón Bolívar y el impecable cuidado y reverencia practicado por los hermanos colombianos, en la Quinta San Pedro Alejandrino de Santa Marta.
Hoy nos negamos a aceptar que a pesar de la destemplada política (parapolítica) de la última y degradante representación de la oligarquía colombiana en el poder, esta se haya entregado de la manera más vil y cobarde a los dictados del imperio norteamericano.
Es una conducta caracterizada por el entreguismo de los expresidentes Pastrana y Uribe Vélez "al bajarse los pantalones" - como acostumbra decir el colega Walter Martínez en su Dossier – y ver así ceder el territorio y el espacio aéreo de Colombia al imperio, para la instalación de más de siete bases militares gringas, dizque para combatir la droga.
En verdad no pretendemos pensar que los hermanos colombianos sean chavistas (porque los hay) sino que al menos enarbolen las banderas de la libertad del Padre de la Patria Simón Bolívar y la independencia alcanzada en Bomboná, Pantano de Vargas y en Boyacá o que hagan honor al recuerdo inmortal de héroes como Antonio Nariño, Atanasio Girardot y Antonio Ricaurte.
Sabemos por amistad comprobada con entrañables colombianos de su profunda lealtad patriótica y su reconocimiento a la auténtica Colombia, nacida en el Congreso de Angostura en 1819 como una sola Patria y una única e inquebrantable "Gran Colombia".
La historia no puede borrarse por la ignorancia supina de un huésped de turno en la Casa de Nariño. Nos referimos al famoso "Uribito, un aberrante y degradante cipayo del imperio norteamericano quien genera vergüenza en los propios neogranadinos, quienes también conocen los desmanes de Francisco de Paula Santander como hito de la historia y la traición, pero respetan el indulto y el perdón dado por "El Libertador" Simón Bolívar antes de morir en Santa Marta en 1830.
Allá en la Colombia profunda - como acostumbraba calificarla nuestro Comandante Hugo Chávez - está latente una deuda con la historia y una factura por cobrar por parte del pueblo colombiano a los nuevos líderes con mente frágil y cipayos, quienes además niegan la esencia del auténtico pueblo neogranadino.
"Bolívar tiene mucho que hacer en América todavía". José Martí
¡Amanecerá y veremos!