Cual despreciable criminal de guerra, Lenín Moreno, Presidente de Ecuador que traicionó a su mentor, el ex Presidente Rafael Correa, y a la Revolución Ciudadana ecuatoriana, estableció obligaciones vejatorias a ciudadanos procedentes de Venezuela, arreciando la xenofobia que sufren nuestros compatriotas por aquellos lares bolivarianos de la geografía suramericana. Gobiernos presididos por la derecha dan evidencia del fascismo que aplican, amen del lacayismo vasallo pitiyanqui, trabajando para derrocar administraciones socialistas en Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
En la primera semana del 2019 guardé la opinión de un dramaturgo y escritor colombiano, que a propósito de incitaciones al odio entre dos pueblos hermanos y bolivarianos por gente que procura irresponsablemente la confrontación criminal, tienen en Colombia la misma intención del entreguista ecuatoriano. Los Presidentes Moreno y Duque son enemigos de la clase obrera, popular y mayoritaria. Venezuela y Colombia separadas por una frontera superior a 2.500 kilómetros, mantienen su fraternidad en millones de corazones unidos por la historia y la conducción heróica de un mismo Padre de la Patria.
¿Alguna vez hemos visto una manifestación popular que esté a favor de la guerra o un grupo de madres diciendo "queremos mandar a nuestros hijos a la guerra", o un grupo de jóvenes manifestando, "nosotros no queremos estudiar queremos ir a la guerra"? Independientemente de las críticas que se tengan sobre el gobierno de Venezuela, y contra la figura de Nicolás Maduro, creo que no hay ninguna razón para desatar una guerra", expresó Fabio Rubiano. Un argumento inteligente que nos recuerda a Miguel Otero Silva y Gabriel García Márquez
Los dos escritores, el venezolano y el colombiano, en momentos álgidos de las relaciones entre la dos naciones bolivarianas, a mediados del Siglo XX rubricaron el compromiso de realizar en la Plaza Bolívar de Caracas y en el Parque de Bolívar en Bogotá, actos de hermandad para dar la lección imperecedera de fraternidad entre ambos pueblos. Sin duda es abismal la diferencia entre la paz en la que convivimos venezolanos, colombianos, ecuatorianos, panameños y bolivianos, a los intereses sembrados por el capitalismo salvaje, que en este Siglo XXI representan presidentes obsecuentes a los EE UU, con un falso ropaje de democracia dizque representativa...