En 2014, el Presidente de la República Popular China anunció al mundo un ambicioso Plan de Desarrollo multiestatal, durante la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái. Después del Plan Marshall, surgido posterior a la Segunda Guerra Mundial, éste Plan se constituye en el mayor desafío al desarrollo de la economía mundial. Una revolución total en transportes de pasajeros y mercancías, hidrocarburos y alta tecnología. Solo posible, debido al altísimo desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado por China y su capacidad financiera, sin igual en otra región del planeta. Por tierra, mar y aire, desde Asia a Europa, África y América Latina y el Caribe; China, se ha propuesto transformar toda la economía global, el comercio, la industria y la relación entre los pueblos. El Plan, contempla importantes obras de infraestructura de gran calado: autopistas, ferrocarriles y ductos, una red de rutas marítimas que, con el nombre de "La Ruta", se concretarán en la creación de importantes puertos marítimos. Denominado, "Un cinturón-Una ruta", el Plan pretende ser la clave del encumbramiento de China como principal potencia del planeta, en términos económicos. Un estimado de 300 mil millones de dólares, estima invertir globalmente para concretar dicho Plan; en el cual, ya se involucran o han dado su aprobación 70 países de distintos continentes y de variados signos ideológicos, en lo político y económico. En Suramérica, le correspondió a Panamá constituirse en el primer país que firmó un acuerdo por Franja y Ruta, una línea de tren que conectará la capital del país con la ciudad de David, con una inversión inicial estimada en 5 mil 500 millones de dólares. Su vecina Nicaragua, en el marco del Plan, verá nacer el Canal Interoceánico de Nicaragua, cuyas obras se iniciaron en 2013, mediante la empresa china HKND Group, convirtiéndose esa, en la causa de las agresiones que la Administración Trump, ha emprendido contra el Gobierno del Comandante Daniel Ortega y la Revolución Sandinista. Una Franja-Una Ruta, es la causa de los dolores de cabeza del establishment estadounidense, y la razón fundamental por la que Trump ha declarado a China, como el enemigo principal de EEUU. En un tono delirante, Trump, ha conducido a los EEUU a una guerra comercial global en la que la Administración Trump, cual dictadura de nuevo tipo, dispara y sanciona a todo aquel gobierno que converse con el liderazgo chino o intente cooperar con ellos, como ocurre actualmente con Venezuela y recientemente con México.
El pasado 12 de abril, durante su participación en la 71 Asamblea de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (CANACERO), en Mérida, México; Wilbur Ross, Secretario de Comercio de Estados Unidos, pidió a empresarios y funcionarios del Gobierno de México, asistentes al evento, no tener inversión activa de China en el país, principalmente, en proyectos estratégicos. Y, mientras Ross, ejercía la diplomacia del garrote contra empresarios mexicanos; Trump, daba garrotazos verbales en paralelo: "Estoy evaluando aplicar una sanción económica por los 500,000 millones de dólares en DROGAS ilegales que son enviadas y contrabandeadas desde México a través de la frontera sur", escribía Trump, en su cuenta Twitter. 43 días después de aquellas advertencias, Trump, las concretaba imponiéndoles un arancel del 5 por ciento a todas las importaciones provenientes de México, en vigencia a partir del venidero 10 de junio, las cuales aumentaran –constantemente- hasta el 25 por ciento. Según Trump: "hasta que detengan la inmigración en la frontera sur". No obstante, el mensaje es directo para aquellos países de su mal llamado "patio trasero", para que cesen sus negocios con China o los aranceles irán por ellos y sus productos.
La confrontación, entre lo nuevo y lo viejo, llega a ser tan intensa, que se verifican procesos de destrucción creativa, pero también pueden subsistir los desacoples, y el ritmo de los procesos de cambios volverse más lentos o ser susceptibles de brotes violentos o discontinuos. Trump, involucra a México en su guerra global contra China, en un intento de frenar lo inevitable. "Nuestra economía ha ido de manera fantástica. Porque nos estaban alcanzando, iban a ser más grandes que nosotros. Si Hillary Clinton hubiera llegado a la presidencia, China se habría transformado en una economía mucho más grande que nosotros al final de su mandato. Y ahora ni siquiera va a estar cerca", le confiesa Trump a Steve Hilton en una entrevista para el canal Fox New Channel, el pasado mes de mayo, enfatizándole a la audiencia "Que creía que China quiere reemplazar a Estados Unidos, como la superpotencia líder del mundo", y "eso no va a pasar conmigo". Obvia Trump, los consejos que le da el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz: "Si un país entra en guerra, comercial o de otro tipo, debería estar seguro de que hay buenos generales a cargo, con objetivos claramente definidos, una estrategia viable y un respaldo popular. Es aquí donde las diferencias entre China y Estados Unidos parecen tan grandes. Ningún país podría tener un equipo económico menos calificado que Trump y una mayoría de los norteamericanos no respaldan la guerra comercial". Pronosticándole su derrota, la cual -de seguro- afectará al pueblo estadounidense y se reflejará –según Stiglitz- en pérdidas de empleos, alta inflación y tasas de interés, subida de precios de las exportaciones estadounidenses, que se reflejarán en pérdidas de competitividad, desinversión y desempleo. Concluyendo Stiglitz, en que: "Trump ha cambiado el mundo, permanentemente, para peor…"
¿Podrá Trump, detener el avance del Dragón Rojo hacia la posición de vanguardia de la economía global?
El episodio Huawei, lejos de evidenciar fortalezas del imperialismo estadounidense, colocan ante los ojos del mundo, el desespero de quien se siente derrotado y acude a refugiarse en la violencia para distraer la atención de los pueblos. El pasado 15 de mayo, cuando Donald Trump firmaba la Orden Ejecutiva en contra del gigante chino de las telecomunicaciones, Huawei, lo hacía sobre la base de las justificaciones más disimiles, haciéndole creer al público estadounidense que China, a través de los equipos de comunicaciones les espiaba y calificaba la tecnología 5G de ser "no confiable", prohibiendo mediante Ley que funcionarios del gobierno usaran equipos Huawei, y cualquier otro proveedor chino como ZTE. No le explicaba al público estadounidense, que mediante esa novedosa tecnología de las comunicaciones, China, se colocaba a la vanguardia de las telecomunicaciones en el planeta y esa era, en fin de cuentas, la razón que desataba las iras del establishment imperialista estadounidense. Días después, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, enfatizando sobre la materia, advertía a los europeos sobre lo inconveniente de utilizar tecnología China y sus consecuencias, explicándoles que el objetivo de EEUU era: "impedir que la información estadounidense acabe en manos del Partido Comunista Chino". Concluyendo, irónicamente, en que: "la tecnología del futuro necesita de valores occidentales". Como si la tecnología, pudiera encapsularse y regularse, para uso y disfrute exclusivo de la ciudadanía estadounidense. K. Marx, asignó un importante papel a la tecnología y al cambio tecnológico. Siendo éste, expresión del grado de desarrollo de las fuerzas productivas chinas. A diferencia de las de los EEUU, que se han ralentizado y su desarrollo es casi que cero. Siendo, para Marx, como para China, el desarrollo tecnológico "el arma decisiva de la competencia" y sobre la cual, el Dragón Rojo afinca sus expectativas en el logro de convertirse, antes del 2030, en la principal potencia económica del planeta. El Partido Comunista Chino, como gran timonel y planificador del desarrollo en todos los órdenes de la sociedad China, utilizando la tecnología y el poderoso desarrollo de las fuerzas productivas, empuja a hacer realidad la premisa teórica, formulada como ley histórica por Marx: "En cierta etapa de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o - lo que es nada más que su expresión jurídica - con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta entonces. De ser marcos de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en freno de las mismas. Entonces comienza una época de revolución social." Tal es, el pronóstico para la sociedad estadounidense, que causa tanto pavor en su élite gobernante, que los lleva a declarar la guerra comercial contra China, intentando frenar lo inevitable.
El mensaje de China al mundo, es claro y contundente. El capitalismo, lejos de desarrollar la ciencia y tecnología, se ha convertido en la principal traba para el desarrollo de las fuerzas productivas del planeta. La propiedad privada de los medios de producción, se ha convertido en un gigantesco muro de contención a la innovación y el ingenio humano, y debe ser reemplazado por un Plan de producción bajo control democrático de la sociedad misma. La sociedad y el modelo Chino, se colocan como el ejemplo a seguir para alcanzar lo planteado por F. Engels: "…el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad". (Del Socialismo utópico al socialismo científico, Federico Engels). En mucho, ha desarrollado sus fuerzas productivas, China, en los últimos 70 años. Desde 1949, en que el gran timonel de la Revolución China, Mao Tse Tung, definiera aquella sociedad como "colonial, semifeudal y semicolonial", con apenas 450 millones de habitantes, que se han multiplicado a los 1.370 millones de chinos de hoy. Definía entonces, el gran timonel, el rumbo que seguiría la Revolución China, en su visión de futuro: "La revolución de nueva democracia forma parte de la revolución socialista proletaria mundial, pues se opone resueltamente al imperialismo o capitalismo internacional…En lo económico, tiene como propósito nacionalizar el gran capital y las grandes empresas de los imperialistas, los colaboracionistas y los reaccionarios, y distribuir la tierra de la clase terrateniente entre los campesinos; junto con ello, conservará las empresas capitalistas privadas en general y no eliminará la economía de campesino rico. Así, esta revolución democrática de nuevo tipo, aunque por un lado desbroza el camino para el capitalismo, por el otro crea las premisas para el socialismo. La presente etapa de la revolución china es una etapa de transición cuyo objetivo consiste en poner fin a la sociedad colonial, semicolonial y semifeudal y preparar las condiciones para la edificación de la sociedad socialista, o sea, es el proceso de una revolución de nueva democracia."(La Revolución China y el Partido Comunista de China, Mao Tse Tung, diciembre de 1939). Rumbo que, a diferencia a la matriz que ha sembrado la mediática occidental, prosiguió Den Xiaoping, y que hoy recobra con mucha fuerza Xin Jimping. En palabras de Xi, ante el XIX Congreso del PCCh de 2017, en las que afirmó: "Mao hizo que China fuera independiente, Deng la volvió próspera y yo la haré fuerte".
La República Popular China (en chino simplificado: 中华人民共和国), no deja la economía a la supuesta "libre" voluntad del mercado, la mal llamada "mano invisible del mercado", sino que la misma obedece a las reglas de la Planificación Estratégica, que discute y decide el Comité Central del Partido Comunista Chino, en consulta con las comunas, y los recursos que han sido obtenidos y ahorrados, gracias a que los principales bancos y empresas estratégicas chinas, se los ha reservado el Estado Democrático Chino para su administración y gestión, nos hacen confirmar la certeza de que Trump, fracasará en su intento de frenar la hegemonía china sobre la economía del planeta en los años que vienen. "China tiene más control de su economía y ha buscado virar hacia un modelo de crecimiento basado en la demanda doméstica más que en la inversión y las exportaciones. Estados Unidos simplemente está ayudando a China a hacer lo que ya ha intentado hacer."…" Hay algo que está claro: si el objetivo de Trump es impedir que China lleve adelante su política "Hecho en China 2025" –adoptada en 2015 para impulsar su objetivo de 40 años de achicar la brecha de ingresos entre China y los países avanzados-, casi sin duda fracasará. Por el contrario, las acciones de Trump no harán más que fortalecer la decisión de los líderes chinos de impulsar la innovación y alcanzar la supremacía tecnológica, en tanto tomen conciencia de que no pueden depender de los demás y de que Estados Unidos está actuando de una manera hostil." (Trump puede perder la guerra comercial con China, Por Joseph Stiglitz, Nobel de Economía).
El gran timonel de la Revolución China, Mao Tse Tung, ya lo decía años antes, en coincidencia actual con el Nobel de Economía, y sentenciaba: "En la actualidad, el imperialismo norteamericano exhibe una gran fuerza, pero en realidad no la tiene. Políticamente es muy débil, porque está divorciado de las grandes masas populares y no agrada a nadie; tampoco agrada al pueblo norteamericano. Aparentemente es muy poderoso, pero en realidad no tiene nada de temible: Es un tigre de papel. Mirado por fuera parece un tigre, pero está hecho de papel y no aguanta un golpe de viento y lluvia. Pienso que Estados Unidos no es más que un tigre de papel. Toda la historia, la milenaria historia de la sociedad de clases de la humanidad, ha confirmado este punto: Lo poderoso tiene que ceder su lugar a lo débil. Esto también es así en América…" (El Imperialismo Norteamericano es un Tigre de Papel, Mao Tse Tung, 14 de julio de 1956). El camino trazado por Mao, está más vigente que nunca antes, y su actual Presidente y líder de la Revolución China, Xi Jimping, lo ha expresado: "El socialismo con peculiaridades chinas no cae del cielo" con pleno convencimiento de que: "El camino decide el destino de la nación", y el camino sigue siendo el mismo, trazado por el gran timonel Mao Tse Tung. El Socialismo, demuestra en hechos concretos su superioridad ante el capitalismo.