La geopolítica, asociada a las rivalidades de poder en el territorio, puede ser vista desde cuatro perspectivas: como una realidad, como una disciplina, como una visión y como una estrategia. Como una visión significa que determinado espacio o territorio puede ser concebido o visualizado de manera distinta por diferentes grupos humanos. Es decir, cada grupo humano tiene un criterio diferente con relación al uso o destino que se le daba dar a un espacio o territorio.
En México, el país, hay un caso interesante, que ilustra muy bien lo dicho en el párrafo anterior. Se trata de las rivalidades de poder en el territorio del sureño estado de Chiapas, que existen entre el gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Cada bando, por decirlo así, tiene una visión diferente con relación al uso o destino que se le debe dar al territorio chiapaneco habitado por las comunidades de las etnias indígenas de los tojolabales, tzeltales, mames, tzotziles, choles y zoques.
El caso es que, el EZLN, desde comienzos de 1994, viene impulsando y gestionando una suerte de proceso de autonomía y resistencia en las comunidades indígenas de Chiapas, lo cual se ha traducido en formas organizativas que han cristalizado en los llamados Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ), con sus Juntas de Buen Gobierno, y en los denominados Caracoles. Por su parte, el gobierno de AMLO ha lanzado el ambicioso proyecto conocido como Tren Maya, que tendría un impacto destructivo ---dice el EZLN--- desde el punto de vista ecológico y cultural en el territorio indígena de Chiapas.
A todas éstas, cuando el gobierno de AMLO se encamina ya a cumplir su primer año de gestión, los dos factores en conflicto han movido las piezas en este pequeño ajedrez territorial. AMLO ha estado de visita en Chiapas, y ha pisado territorio zapatista, promocionando sus programas sociales en materia de salud y educación destinados a la población más pobre, mientras que el EZLN ha anunciado la creación de nuevos MAREZ y nuevos Caracoles, para ampliar así su dominio territorial en el sureste mexicano.