Esta es la continuidad de mi anterior entrega donde comenté las alusiones que a la “izquierda y derecha” y al “conservadurismo y progresismo” hace Claudia Cisneros Méndez en su artículo Perú Descuartizado publicado en la web Otra Mirada el 14 de abril último en el Perú.
UNO. Liberalismo
El liberalismo como dije surge en el siglo XVIII en tiempos de las monarquías absolutistas inglesa y francesa principalmente. Es a los Ilustrados ingleses y franceses a quienes se les otorga la paternidad del pensamiento liberal. La revolución industrial y el capitalismo fueron los referentes cognitivos para sus ideas; sobre todo para los ingleses que “inspiraron” a sus hermanos de sangre y religión en territorio norteamericano usurpado.
La narrativa existente sobre el liberalismo le otorga características que no se ajustan a lo que sus principales mentores pensaron de ella y a lo que hicieron y defendieron en sus vidas. Cito a Hobbes, a Locke, a Rousseau entre los Ilustrados. A Edmund Burke y Thomas Paine en pleno contexto del capitalismo industrial de fines del siglo 18 y comienzos del 19. Uno y otro, convencidos conservadores y al propio tiempo activos propugnadores del liberalismo hicieron del híbrido “conservadorismo liberal”, el fundamento común para alcanzar la “sociedad universal”. Esa misma, que después de más de dos siglos es impuesta como “una sola humanidad” por sus herederos reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos, “gracias al Covid-19”.
DOS. Progresismo
El “progresismo” es una manera de sentirse emocionalmente “izquierdista” o centro izquierdista pero, también, “derechista” o centro derechista. Mejor dicho, sentirse nada.
A. A los primeros “progresistas” se les encuentra combatiendo al lado de los burgueses contra los déspotas ilustrados de la Restauración durante las primeras revoluciones burguesas. Llegada la de 1848, el proletariado emerge como la nueva clase revolucionaria. Los “progresistas” pasaron a ocupar la nebulosa.
También se les encuentra en Inglaterra como los “progresivistas”. Nombre que traducía mejor lo que proponían: “reformas progresivas”.
Más cerca, los encontramos en los movimientos juveniles de los 60-70 del siglo pasado en Estados Unidos, teniendo como referente ideológico la tesis del “Hombre Unidimensional” del judío alemán, nacionalizado estadounidense, Herbert Marcuse. Para entonces los movimientos de descolonización; los de mujeres y de negros, alcanzaban sus derechos. Otros movimientos como el de la lucha por la paz (que tenía como detonante la Guerra de VietNam); el de la protección del medio ambiente; el del cambio climático; el de la equidad entre hombres y mujeres, pasaban a ser instrumentalizados por el Congreso estadounidense y por la ONU.
B. En general se puede decir que los “progresismos” surgen como un enclave de activismo político entre las ideologías del capitalismo: conservadorismo, liberalismo, nacionalismo, populismo. Nada hay que los asimile a la heterodoxia socialista. Son parte funcional de la estructura ideológica del capitalismo.
Sin importar el calificativo que lo acompañe (pragmático, reformista, democrático, laicista, plural, ecologista, de colores), o el centro de poder o “filántropo” que los financie, los “progresismos” son desmembraciones de esas ideologías para asegurar la continuidad capitalista. Son posturas que se asumen por autoconvencimiento antes que por la razón, la ciencia, el conocimiento, la historia. Son ese limbo entre derecha e izquierda política.
C. Los “progresistas” comparten eso que Theodore Kaczinsky (La Revolución Industrial y su futuro) llama “sentimientos de inferioridad” y de “sobreesocialización”.
C.1 Quienes tienen “sentimientos de inferioridad”, sienten que son menos que sus oponentes sin que medie una explicación objetiva. Los “sentimientos de inferioridad” no tienen que ver con el complejo de inferioridad que se refiere a una psicopatología.
Los “sentimientos de inferioridad” hacen que los “progresistas” interpreten despectivamente a sus oponentes. Esto denota su escasa consistencia ideológica al pretender universalizar lo que no existe en la realidad y rechazan la historia y la ciencia. Como el “género” o los “derechos humanos”, por ejemplo.
Los “sentimientos de inferioridad” hacen, igualmente, que los “progresistas” interpreten despectivamente a las minorías que dicen defender al asignarles una condición de debilidad, de incapacidad, de abandono.
C.2 Los “sentimientos de sobresocialización”, por su parte, hacen que los “progresistas” asuman la moral como una manera de entender la realidad y de hacer política. Acusan a sus oponentes y a los gobiernos de violar lo que consideran valores o principios “inalienables”. Dicen que la igualdad racial, la igualdad de los sexos, el pacifismo, el cambio climático, la libertad de expresión, la seguridad, el orden, la corrupción, el humanitarismo, la protección del ambiente, tienen que ver con “los derechos humanos”. No se cuestionan que éstos, por su abstracción y generalización, son inaplicables a situaciones concretas. “Los derechos humanos” son una “declaración” que le ha servido a la ONU y a sus instituciones para neutralizar cualquier posibilidad de cambio y para asegurar la servidumbre de los más por los menos.
Los “sentimientos de sobresocialización” anidan preferentemente entre las llamadas “clases medias intelectualizadas”. Éstas piensan, sienten y actúan moralmente. Se imponen como carga moral la marginación, las privaciones, la discriminación de aquellos a quienes identifican como “minorías”. De este modo creen eludir sentimientos de culpa que les viene de la educación recibida cargada de moralina, de valores impuestos, de religiosidad, de dogmas. Al asumirse como “intermediarios válidos” de las “minorías” encubren sus propios motivos y encuentran “explicaciones” morales para problemas que en la realidad no tienen un origen moral.
Lea aquí la parte IV-1
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