Alex Saab preso político y de conciencia del régimen de Joseph Biden

La llegada de Joseph Biden a la regencia de la conserjería del imperio de los EEUU, supondría que un cambio en las políticas aplicadas por Donald Trump, llegaría. Al menos, esa fue la voluntad del pueblo de los Estados Unidos, expresada en las urnas en noviembre 2020. Biden, un político formado en los círculos del poder real estadounidense, con sus 36 años presidiendo la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado (1973-2009) y 8 años como vicepresidente de Barack Obama (2009-2017), siempre asoció sus funciones burocráticas con los intereses del Complejo Financiero, Industrial y Militar, el llamado «Poder Profundo» del imperialismo y las distintas agencias de inteligencia asociadas al mismo. Asimismo, el otrora Senador por Delaware, pequeño Estado de los EEUU que, con solo 975 mil habitantes, cuenta con más entidades comerciales que habitantes, una especie de Islas Caimán o Hong Kong, un verdadero paraíso fiscal al modo de vida estadounidense, propicio para la evasión fiscal y la criminalidad de todo tipo capitalista, moldearon la personalidad del Senador a su imagen y semejanza. No por casualidad, se le conocía como el Senador del banco MBA, entidad financiera que luego se fusionaría con el Bank of América. Tampoco, nada casual que los grandes contribuyentes de su campaña electoral hayan sido las principales entidades financieras de Wall Street. Como tampoco, su decidido apoyo al narco Estado colombiano y sus narco líderes: Pastrana, Santos, Uribe y Duque, quienes a través de los sembradíos de coca y la producción industrial de cocaína, garantizan que la banca internacional –una de las principales benefactoras de los políticos como Biden, sirvieran de lavadoras a miles de millones de dólares, como lo develó un informe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), en 2012, señalando que el cártel mexicano de los Zetas utilizó cuentas del Bank of América para lavar dinero procedente del narcotráfico e invertirlo en carreras de caballo en los EEUU. Se estima, que a nivel mundial se mueven cerca de 300.000 millones dólares/año provenientes del narcotráfico.

Un estudio de 2020, realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), reveló que los grandes bancos del mundo han permitido operaciones con recursos procedentes del lavado de dinero, señalando como responsables de las mismas a las siguientes entidades financieras: JPMorgan, HSBC, Standard Chartered Bank, Deutsche Bank y Bank of New York Mellon. La Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen, estima que 2,4 billones de dólares de fondos ilícitos son lavados cada año, cifra equivalente al 2,7 por ciento de todos los bienes y servicios que se producen cada año en el mundo. Según Antonio María Costa, ex director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen: «esto representa la vigésima economía del mundo y mucho dinero para blanquear». Todos los caminos, dentro de esa red criminal-financiera internacional, conducen a paraísos financieros tipo offshore, valga decir: Delaware, el Estado en que sirvió Joseph Biden como su Senador. Es allí, donde interactúan las organizaciones criminales, los representantes de los mayores bancos comerciales del mundo y los políticos profesionales devenidos en sus representantes. La banca internacional, constituye el vínculo más directo del «Poder Profundo» de los EEUU con los cárteles de las drogas y las bandas criminales de todo tipo. «Sin el "dinero sucio" la balanza de pagos de la economía norteamericana sería absolutamente insostenible; los niveles de vida caerían; el dólar se debilitaría; la inversión y disponibilidad de capital de préstamo se reducirían; y Washington no sería capaz de sostener su imperio global» afirma James Petras, en su escrito: «Estados Unidos, un imperio financiado con "dinero sucio", publicado en Octubre 2001 por la Red Voltaire.

Joseph Biden o «Sleepy Joe» (Joe el dormido), como se le conoce en las catacumbas del pueblo estadounidense, es un político mercantilista, ambicioso, capaz y dispuesto a trabajar con las fuerzas más reaccionarias del establishment imperialista. Al estilo Trump, Joseph Biden logró –presuntamente- evadir el pago de 513.540 dólares en impuestos sobre la nómina de sus 13,5 millones de dólares en beneficios corporativos declarados. La familia Biden, se gastó importantes sumas millonarias en la ampliación de sus propiedades inmobiliarias en Delaware, mientras se extendía adquiriendo otras en Washington. Todo, para financiar un estilo de vida extravagante y acorde a la de un plutócrata fascista estilo Donald Trump, quien pareciera haberse convertido en su modelo de vida a seguir. Y para lograr ser como Trump, «Sleepy Joe» no ha tenido el menor rubor de ensuciar sus manos y cubrirlas de la inmundicia propia de la política capitalista estadounidense, valga decir, en su largo historial o más bien prontuario criminal, supo consustanciar su carrera política con la corrupción administrativa característica del sistema capitalista estadounidense. Corrupción y guerras, bien pudiéramos afirmar que han sido los grandes hobbies de «Sleepy Joe», en su ejercicio de la política imperial. Aderezado con su machismo, y una docena de denuncias que cursan en los tribunales de EEUU por abuso sexual en contra de mujeres que le han acompañado en su servicio burocrático a favor del imperio, y su tradicional respuesta a las mismas ha sido siempre: «no son ciertas, esto no sucedió». ¿Les recuerda a alguien en Venezuela?

Fue, Vladimir Putin, Presidente de la Federación Rusa, quien lo desnudó de cuerpo y alma ante el mundo entero con su brillante respuesta a un iracundo «Sleepy Joe», que lo acusaba de ser un asesino. Le respondió Putin: «Siempre vemos nuestras propias cualidades en las otras personas (…) como si nos miráramos en un espejo» (Marzo 2021). Es así, que cuando «Sleepy Joe» le exige a Xi Jinping que China cumpla con las reglas del Derecho Internacional, es porque los Estados Unidos no las cumplen para nada, tan igual que lo hiciera Donald Trump, su gemelo. Peor aún, «Sleepy Joe» se da el tupé de desaplicar la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, suscrita por los Estados Unidos en 1961. Prueba de esta afirmación, lo constituye la persecución, secuestro y retención ilegal del diplomático venezolano de origen colombiano, Alex Naín Saab Morán, quien sirviera a la República Bolivariana de Venezuela como Enviado Especial para la Adquisición de Alimentos y Medicinas desde 2019, y en diciembre 2021 elevara su perfil diplomático al ser designado como Embajador Plenipotenciario de la Misión de Venezuela ante la Unión Africana, con sede en Etiopía. Hasta que en septiembre de 2021, el Gobierno Bolivariano le designa como miembro pleno de la delegación venezolana ante la Mesa de Diálogo entre Venezuela y los agentes del gobierno de los EEUU, realizados en México.

El 12 de junio de 2020, las autoridades de Cabo Verde retuvieron y encarcelaron al diplomático Alex Naín Saab Morán, a solicitud del gobierno imperialista de los EEUU. Con esa arbitrariedad, tanto del régimen de Cabo Verde como de los Estados Unidos, el gobierno imperialista de «Sleepy Joe» desaplica la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, la cual garantiza que los diplomáticos se puedan mover libremente en el ejercicio de sus funciones diplomáticas. Con esa actuación primitiva, ha devuelto la diplomacia de los Estados Unidos a los tiempos del imperio romano en que le daban primacía al principio del derecho del más fuerte. Tiempos en que, las relaciones entre los grupos humanos fueron esencialmente conflictivas y los recursos empleados privilegiaron los enfrentamientos armados, convirtiéndose en una constante en la historia de esas relaciones entre Estados, tal cual si estuviéramos todavía viviendo los tiempos de Donald Trump, su gemelo.

La Convención de Viena trajo consigo algo de civilización a las relaciones entre Estados y pueblos, reza en su artículo 29: «La persona del agente diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna forma de detención o arresto. El Estado receptor le tratará con el debido respeto y adoptará todas las medidas adecuadas para impedir cualquier atentado contra su persona, su libertad o su dignidad». El agente diplomático, Alex Naín Saab Morán, no solo fue retenido –ilegalmente- en Cabo Verde, sino que agentes de la CIA viajaron –expresamente- desde EEUU a dicha isla para intentar obtener una declaración que incriminara a miembros del Gobierno Bolivariano en actividades ilícitas al derecho internacional, para lo cual sometieron al agente diplomático a intensas jornadas de torturas físicas y psicológicas, le incomunicaron y no permitieron visitas de sus familiares más cercanos, esposa e hijas. Ahora, se le secuestra –nuevamente- y se le traslada a territorio de los Estados Unidos para someterlo a una parodia tan criminal como bárbara llamada «juicio», muy propia del teatro de las arbitrariedades en que han convertido a los Estados Unidos, su élite imperial gobernante como expresión de su declinación moral y ética.

Nada casual y vergonzante para el régimen imperialista de «Sleepy Joe», que sean los Talibanes -vendidos como intolerantes por la mediática Occidental- quienes le han dado una lección de diplomacia, exigiéndole respeto a su espacio aéreo: «El sagrado espacio aéreo de Afganistán está siendo ocupado por aviones no tripulados estadounidenses. Estas violaciones deben acabar», ha dicho Zabihulá Muyahid, reclamando: «Los países son los únicos dueños de la soberanía territorial y aérea de sus estados en virtud del Derecho Internacional. Por tanto, el Emirato Islámico, como única entidad jurídica de Afganistán, es el custodio de su tierra y espacio aéreo». ¡Así de bajo ha caído la diplomacia de los Estados Unidos! Y, así de alto ha subido la catadura moral de Alex Naín Saab Morán. Como dijera José Ingenieros en su célebre obra: El Hombre Mediocre, citémosle: «El portador de un ideal va por caminos rectos, sin reparar que sean ásperos y abruptos. No transige nunca movido por vil interés; repudia el mal cuando concibe el bien; ignora la duplicidad; ama en la Patria a todos sus conciudadanos y siente vibrar en la propia el alma de toda la Humanidad».

Alex Naín Saab Morán, reivindica la gesta de Antonio Ricaurte, militar granadino que no dudó en seguir la causa justa del Padre Libertador, Simón Bolívar, hasta inmolarse por la causa independentista en el campo de San Mateo, hoy Estado Aragua, impidiéndole a las tropas españolas apoderarse del parque de municiones del ejército Libertador, que se le había confiado a su custodia. Luchó por la liberación de Venezuela, como si fuese la patria que lo vio nacer. Al igual que Ricaurte, Alex Naín Saab Morán, se unió a la gesta independentista del yugo imperialista de los EEUU que ha venido librando Venezuela, bajo el liderazgo de su Presidente Constitucional, Nicolás Maduro. Y es por ello, que el imperialismo y la oligarquía colombiana, no le perdonan que los haya traicionado en su innoble propósito de intentar someter al pueblo venezolano por hambre, propiciando su genocidio, esa es la verdad histórica. La causa Bolivariana, que es una causa por la vida, se engrandece al contar con un patriota como Alex Naín Saab Morán en sus filas. Es una causa justa y noble, y es la más palpable evidencia de que Venezuela vencerá y se liberará de las amarras del yugo imperialista, sus sanciones unilaterales y su desprecio por las gentes y pueblos que habitamos al Sur de la América. Thomas Paine, dijo: que «un hombre justo es más digno de respeto que un rufián coronado». Condenadle Mr. Biden, como le condenarán pues Usted así lo ha decidido. La historia, ya ha absuelto a Alex Naín Saab Morán, un venezolano de excepción… ¡Venezuela vencerá!

Postscriptum: Octubre 2020, la plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente aprobó la Ley Antibloqueo para el Desarrollo Nacional y la Garantía de los Derechos Humanos, excepcionalísima Ley que ha permitido a la Nación que, en medio del más brutal bloqueo financiero y comercial que haya vivido nación alguna, Venezuela esté logrando reencauzar sus procesos económicos y haya reabiertos cauces a la inversión extranjera y al ingreso de divisas. Una Ley con rango Constitucional que fue cuestionada por la banda delincuencia organizada que se posicionó en la Asamblea Nacional en defensa de los intereses de los Estados Unidos, quienes la calificaron de «inconstitucional» e ilegal, pese a que el TSJ la declaró Constitucional y legal. En Sesión Ordinaria de octubre 2020, esa apátrida Asamblea Nacional, la declaró como: «inexistente e ineficaz» ¿…? Entre las fuerzas contrarrevolucionarias que se alzaron contra la Ley Antibloqueo imperialista, léase: Voluntad Popular, Primero Justicia, AD, Un Nuevo Tiempo y por supuesto, el gobierno de los Estados Unidos, estuvo la voz del Partido Comunista de Venezuela. «El proyecto de ley "antibloqueo" propuesto por el presidente de la República, lejos de representar una acción para proteger los intereses de la patria y el pueblo venezolano frente a la agresión imperialista, constituye un grave retroceso que profundizará las vulnerabilidades económicas del país frente a sus agresores externos…», dice el comunicado difundido por la organización. Cuestionaba, dicha organización política, el carácter de confidencialidad de cualquier documento, expediente, información, hecho o circunstancia relacionada con la aplicación de dicha Ley (Artículo 39). Cuestionamientos, que tan solo responden a los intereses del imperialismo y sus ansias de conocer quién o quienes hacen negocios con Venezuela para obligarlos a privarse de hacerlo so pretexto de ser sancionados por la OFAC, garantizando así el estricto cumplimiento de las sanciones unilaterales imperialistas. Esta Ley, desnudó de cuerpo entero a la vieja organización de izquierda, demostrando cuán infiltrada estaba por la CIA, lo que –sin dudas- le había llevado a abandonar las banderas del Antiimperialismo y refugiarse en los dólares de la extrema derecha capitalista y pro imperialista. La causa de Alex Naín Saab Morán, les quitaba la careta de supuesta izquierda Antiimperialista, mostrándonos su verdadero rostro. ¡Monstrum horrendum!

Caracas, 27-10-2021

 



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Henry Escalante


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