Después de siete elecciones democráticas, Brasil pasó por una nueva ruptura democrática con el impeachment impuesto a Dilma Rousseff e ingresó en el peor momento de su historia desde la dictadura militar.
La elección anterior –del 2018 – se dio con la prisión y la condena de Lula, favorito para ganar. Fue en esas condiciones y con el beneplácito del Poder Judicial, que permitió que las fake news diseminadas por robots jugaran un rol determinante en el resultado de las elecciones, que un personaje como Bolsonaro se convirtió en presidente de Brasil.
En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de este año se enfrentarán justamente Lula y Bolsonaro. Lula, con una larga trayectoria de líder sindical y de dirigente político desde hace más de 40 años, incluyendo los mejores gobiernos que Brasil ha tenido. Bolsonaro, politico de muy bajo perfil por casi 30 años, fue escogido por la derecha para ser su candidato.
Los dos representan países muy distintos. Lula representa a los de abajo que, como él, luchan cotidianamente para sobrevivir con su trabajo. Representa a los que están del lado da la democracia, de las políticas económicas de desarrollo económico y de políticas sociales de distribución de la renta.
Hoy Lula representa a todos los que se oponen a Bolsonaro, al bolsonarismo y a los bolsonaristas. Estos, a su vez, representan a los que han apoyado la nueva ruptura de la democracia, que han promovido intereses de los bancos privados y el capital especulativo. Que desarrollan discursos del odio y de la violencia.
Son dos alternativas radicalmente contrapuestas, sostenidas por sectores sociales opuestos, que apuntan a dos futuros distintos de Brasil. Bolsonaro significaría la continuidad de la política de aislamiento internacional, de agresión a las mujeres, a los negros, a los medios, a la Justicia. Lula propone un gobierno de reconstrucción nacional, de diálogo, de alianzas amplias y de una política externa soberana.
Lula ganó la primera vuelta con el 48% de apoyo, cinco puntos más que Bolsonaro, que significa 9 millones de votos de diferencia. Hubo más de 20 millones de abstenciones. Lula espera contar con el apoyo de Simone Tebet, candidata de la alianza entre el MDB y el PSDB, que quedoó en tercer lugar, con el 5% de los votos. Busca tambien el apoyo del PDT, partido de Brizolla, que tuvo a Ciro Gomes como candidato, quien obtuvo 3% de votos.
Bolsonaro cree que puede triunfar con la misma política aislacionista con que ha logrado llegar a la segunda vuelta, con 7 millones de votos menos que en 2018, con el desgaste por su pésimo gobierno.
El favorismo de Lula se mantiene en segunda vuelta. Le han faltado apenas 1,5% para haber triunfado ya en primera vuelta. Contando con la adhesión de más fuerzas, Lula viajará de nuevo por todo el país, haciendo a la vez campaña para sus candidatos de las provincias que estarán en segunda vuelta – San Pablo es la principal -, pero también en el nordeste, donde Lula tuvo más del 60% de votos y en provincias de peso, como Minas Gerais – donde Lula ha triunfado por pequeño margen – y Río de Janeiro, donde ha perdido por poco.
Bolsonaro ya ha tomado nuevas medidas de auxilio económico a las personas, en plena campaña electoral, contando con el beneplácito del Poder Judicial. Ya ha retomado sus discursos agresivos, confiado de que podrá de nuevo sorprender a las encuestadoras. Queda claro que él recibió un 5% que eran de Ciro Gomes, que bajó del 8 al 5%. Pero Bolsonaro tuvo votos de indecisos, que le hicieron salir del 35% previsto por las encuestas, al 43%.
Las cuatro semanas prometen grandes emociones, contando con debates televisivos entre los dos, que deben favorecer ampliamente a Lula. Se esperan también grandes actos de las dos campañas, en los que se medirán la capacidad de movilización de ambos candidatos.
Son dos políticos ampliamente conocidos que ya han gobernado a Brasil -dos mandatos de Lula y uno de Bolsonaro-, propiciando comparaciones entre ambos. La campaña de Lula recobra fuerzas, después de la decepción de no haber triunfado en primera vuelta, contando, sobretodo, con las extraordinarias performances de Lula.
Será un enfrentamiento de los dos líderes políticos más grandes de Brasil en este siglo, definiendo quién asumirá la presidencia del país por los próximos cuatro años decisivos en la historia de Brasil. Bolsonaro pelea por no ser el primer presidente que no logra ser reelecto. Lula aspira a completar el pequeño porcentaje que casi lo hizo llegar a la presidencia de nuevo. Todo se dará con mucha emoción, ansiedad y expectativa.