Orlando Martínez Howley, periodista de un talento y una intrepidez creativa admirables, militante de un Partido Comunista Dominicano (PCD) muy singular, asesinado hace 48 años, tiene una actualidad sorprendente y aleccionadora para los países de Nuestra América todavía colonizado. Su pensamiento transformador y su actitud ante la vida ha trascendido su época, y aún conserva una vigencia impresionante.
Orlando partió de este mundo con el contenido de su columna Microscopio en la mochila –recogido en tres tomos- siempre sujeto a volver con la actualidad de obra política-teórica.
Más tarde se fue al "infierno", el ex Presidente Balaguer, caudillo del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), quien lo mandó a matar; auto-inculpándose posteriormente con su pérfida "página en blanco" contenida en su "Memoria de un Cortesano de la Era Trujillo" (en la que confesó conocer a sus asesinos sin revelar sus nombres); emanando posteriormente flujos de corrupción, racismo, coloniaje y despotismo.
Veinte años después logramos la condena judicial de sus autores materiales, no así de los autores intelectual; estos últimos generales miembros del Estado Mayor del régimen terrorista presidido por el propio Balaguer, todos protegidos por la partidocracia tradicional, el poder imperialista y la oligarquía capitalista de nuestro país.
Antes nos arrebataron a los Héroes Expedicionarios de junio de 1959 respaldados por la naciente revolución cubana, a las tres Hermanas Mirabal, Manolo Tavares Justo, Amelia Ricard, Amín Abel, Sagrario Díaz, Maximiliano Gómez, Francis Caamaño… y centenares de combatientes por la libertad y el socialismo.
El capitalismo imperialista siguió chorreando sangre y lodo sobre esta linda isla caribeña, y la oligarquía capitalista imitando sus fechorías y reforzando la podredumbre acumulada.
Cúpulas y Gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano-PRD (desdoblado luego en Partido Revolucionario Moderno-PRM, hoy partido gobernante) y del Partido de la Liberación Dominicana-PLD (dividido en PLD-Danilo y PLD/FP-Leonel), no tardaron en contaminarse con las nocivas emanaciones del balaguerismo, de la ultraderecha, EEUU y el gran empresariado.
El PRD llegó hasta pactar con el PQD del general genocida Wessin y Wessin, y con la derecha pro- latifundista opositora al Balaguer; Incorporó al General Milo Jiménez, autor intelectual del asesinato de Orlando y sus gobiernos ascendieron a generales a los coroneles Cruz Brea y Pou Castro, ambos de la misma claque criminal.
El Profesor Bosch se fue triste, llorando por la degradación y traición de su Partido de la Liberación Dominicana-PLD.
Fracciones de izquierdas, que se subordinan a opciones de esas derechas o se derechizaron, todavía cargan con esas ataduras; lo que ha facilitado prolongar por más de medio siglo esta contrarrevolución conservadora de factura imperialista, iniciada el 28 de abril de 1965 con la invasión gringa y enfrentada heroicamente por nuestro pueblo durante cuatro meses.
¡Tanto que se lo dijo Orlando!
Debilitada la oposición revolucionaria, por aquí se quedaron a sus anchas las MEGAMINERAS, el Cuerpo de Asesores Militares de EU (MAAG), la CIA, USAID y el FBI.
El sistema de partidos se fue enfermando de gravedad. Llegó el neoliberalismo Made in Usa y Gran Bretaña, sus privatizaciones, nuevas MEGAMINERAS estadounidenses y canadienses, y la ODEBRECHT brasileña.
Los cambios de caras y de un partido de derecha por otro derechista, dentro de esta institucionalidad pervertida -apoyados por un izquierdismo ablandado y un progresismo light- simplemente han reciclado, remodelado y modernizado viejas opresiones y diversas formas de corrupción, impunidad e iniciativas neoliberales.
Recordemos que una parte de ese espectro político apoyó los gobiernos PRD de Antonio Guzmán, Jacobo Majluta, Jorge Blanco, Hipólito Mejía y el actual Presidente Luis Abinader; y otra se integró o se alió al PLD y a sus gobiernos encabezados por los ex presidentes Leonel Fernández y Danilo Medina, en diferentes momentos.
La democracia con soberanía, intentadas en 1963 con el triunfo de Bosch (derrocado siete meses después y en 1965 con la Revolución Democrática-popular encabezada por el Coronel Caamaño, fueron revocadas y reemplazadas por la neo-colonialidad, la partidocracia y la plutocracia (los ricachones); esta última cada vez más preeminente y siempre cargada de "vacas sagradas" empresariales, siempre impunes.
Y con el reciente "cambio" encabezado por Abinader –ayudado por un progresismo claudicante y por las ONGs pro EEUU, que predominaron al interior de las grandes movilizaciones anti-corrupción convocadas por Marcha Verde- llegó el ultra-neoliberalismo, factor estimulante del crecimiento de un neofascismo, con un fuerte tono racista anti haitiano.
Esto agregó más racismo, machismo, xenofobia, pactos ominosos con Comando Sur y USAID, fideicomisos y Alianzas Público-Privadas-APP; el asalto de los mega millonarios a un Estado sustentado en la Constitución balaguerista del 1966, reencarnada y modernizada por la leonelista del 2010.
En ese contexto los poderosos Grupos VICINI, BONETTI, RIZEK y comparsa se insertaron directamente en el Gobierno para engullir, junto a la burguesía transnacional, lo que queda del patrimonio natural y estatal. ¡Ni el agua, que vale más que el oro, se ha quedado fuera de su voraz agenda!
Este ha sido el alto costo político de obviar verdades expuestas por Orlando Martínez y confirmadas por la vida.
El precio de tropezar tantas veces con la misma piedra y con las negativas consecuencias de las derechizaciones de un amplio espectro político de las fuerzas que protagonizaron la Revolución de Abril-65 y la Guerra Patria.
La contrarrevolución conservadora recibió nuevos nutrientes.
Los trágicos resultados están a la vista.
Los homenajes a quienes son reconocidos como héroes del periodismo asumirán otra dimensión y mucha calidad cuando el accionar transformador se apoye en sus comprobados aciertos de Orlando Martínez.
No basta con hacer ofrendas y llevar flores al pie de su busto.
Es hora de emprender rutas y propuestas políticas diferentes como el ejercicio de la democracia de calle y la Constituyente Soberana, que posibiliten crear nuevas fuerzas, nuevos liderazgos, nueva constitución y nueva institucionalidad. Y elecciones diferentes.
El tiempo de Orlando perdura: sus ideas viven.
Hay que atreverse a potenciar rebeldías y a cambiarlo todo desde calles, plazas y carreteras repletas de jóvenes, mujeres y pueblo empobrecido.
¡Hay que atreverse!