Bukele no joda. Yo sigo siendo de Sacacoyo

La negación de la historia como una forma de evasión de la realidad, ha venido evolucionando en el discurso político del actual presidente de El Salvador, de la misma manera que la representación mental que se tiene de ella. En estos últimos años. Incluso ha ido perdiendo su contenido transgresor y reivindicativa y la información de sus resultados transformadores han sido negados y menospreciados en el discurso oficial.

Aunque el discurso oficial de negación de los resultados históricos es visto por adolescentes y jóvenes como un discurso progresista, sin ser nocivo. Además de ser el discurso más consumido en El Salvador.

Actualmente la prevalencia de esta visión de la historia es del 90 % de la población y es que en las redes sociales es demasiado sencillo acceder a esta percepción del mundo ya que desempeña un papel de mantenedor del orden establecido por el régimen. Porque este da la solución a los problemas de la violencia, la inseguridad y el renteo que las pandillas y el crimen organizado mantuvieron en zozobra al país post guerra. Así, esta negación responde a la necesidad de sentirse bien, aunque la situación económica no le permita aspirar nada más que a condiciones cada vez más mínimas de sobrevivencia. Como decía mi suegra: "Bien está el Papa en Roma aunque no coma".

Ante una realidad tan cruda y de violencia que se acaba de vivir, la opción por alejar las preocupaciones durante el tiempo que dure el gobierno, no parece descabellada. Es en ese momento cuando esta percepción de la realidad empieza a desviar la atención colectiva que conduce a hacer individuos dóciles, y a aceptar cada vez la evolución del hegemonismo oficial.

El ejemplo mas reciente fue la aprobación parlamentaria, sin discusión de la propuesta presidencial de reducción de municipios.

Los motivos gubernamentales era frenar el descontento de los pobladores de la mayoría de municipios que cuestionaban lo inoperante de los alcaldes del partido del presidente. Era un secreto a voces que tales alcaldes no iban a ser reelegidos pues, en 3 años de gobiernos municipales, no había rellenado ni un bache de las calles en mal estado, incrementaron la tasa de impuestos y llenaron de partidarios y familiares las administraciones municipales.

Por su parte, La conversión de los municipios en distritos de las ciudades más grandes, destrozó las identidades culturales acumuladas por muchos años, menospreció los logros independentistas alcanzados por esas comunidades locales, rompe profundamente la idiosincrasia de los ciudadanos locales, destruye barrios obreros locales y deforma la lucha de la juventud por sus reivindicaciones locales.

En resumen, el discurso justificador y las medidas distritales de supresión de municipios es la forma cínica de salvar el voto y de alejar a las personas de la organización y lucha de las izquierdas para el desarrollo de sus comunidades y sostenimiento de su idiosincrasia y colocar a las personas en una confusa identificación con una generalidad abstracta, sin historia.

Con la supresión de municipios, no se respeta la soberanía alcanzada históricamente por el municipalismo y se borra el beneficio mutuo que se puede alcanzar entre el Gobierno y los municipios.



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Memo Fernández


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