El mundo entero ha condenado el brutal ataque terrorista de Hamas contra Israel. Por mas giros retóricos que se intenten, no hay justificación para los casi mil muertos israelíes, más de 2,000 heridos, y más de 130 secuestrados.
Una "pequeña" organización terrorista ha revelado las debilidades de una potencia nuclear regional, con un ejército de élite, respaldada por la principal superpotencia, y que supervisa milimétricamente la franja de Gaza, una "prisión al aire libre", como la califican los propios israelíes.
Nadie se explica cómo el gobierno encabezado por el Primer Ministro Benjamin Netanyahu no detectó una operación de tales dimensiones. El veterano periodista turco Ragip Soylu, insiste, a pesar del desmentido de la oficina del Primer Ministro, en que Netanyahu fue alertado 10 días antes de las preparaciones de Hamas para un ataque a gran escala.
Con razón se pregunta el conservador Jerusalem Post, "¿estamos ante el mayor fracaso de inteligencia en la historia de Israel?" A lo que el liberal Ha'aretz replica en un contundente editorial: "La catástrofe que cayó sobre Israel... es clara responsabilidad de una persona: Benjamin Netanyahu. [Él] fracasó completamente en identificar los peligros a los que estaba conduciendo deliberadamente a Israel con su gobierno de anexión y desposesión, al nombrar a Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir en posiciones clave, al adoptar una política exterior que ignoraba abiertamente la existencia y derechos de los palestinos."
Ha'aretz también nos recuerda cuando Bejamín Netanyahu reconoció, ante los miembros de su partido, que reforzar y financiar a Hamas era parte de su estrategia para impedir el establecimiento de un Estado palestino. Por eso la aguerrida opinión pública israelí, sin amilanarse ante la tragedia, no duda en apuntar al responsable.
"Este gobierno, el peor de la historia del Estado de Israel, dirigido por un corrupto, disfuncional y egoísta que no le importa mas que sí mismo -Benjamin Netanyahu- nos ha fallado" apunta un sobreviviente de los atentados.
El fracaso del gobierno de Netanyahu recuerda a la de la administración de George W. Bush en relación con los atentados del 11 de septiembre: el mito de la eficiencia de los gobiernos de derecha en temas de seguridad vuelve a derrumbarse.
Tal y como la administración Bush ignoró entonces los alertas de inteligencia, el gobierno de extrema derecha de Netanyahu se centró, no en defender las fronteras de Israel, sino en intentar limpiar étnicamente a los palestinos de los territorios ocupados. Cito de nuevo a Ha'aretz:
"Netanyahu, después de su victoria en las últimas elecciones, reemplazó la cautela por una política de derecha, avanzando para anexarse Cisjordania, limpiar étnicamente partes del Área C definida por Oslo, incluidas las colinas de Hebrón y el Valle del Jordán.
Esto incluyó también una expansión masiva de los asentamientos y el fortalecimiento de la presencia judía en el Monte del Templo, cerca de la Mezquita Al-Aqsa, así como alardear de un inminente acuerdo de paz con los saudíes en el que los palestinos quedaban excluidos y discutiendo abiertamente sobre una "segunda Nakba" a lo interno de su coalición gobernante.
Como era de esperar, rebrotaron las hostilidades en Cisjordania, donde los palestinos sintieron la brutalidad del ocupante israelí. Es en este contexto que Hamás aprovecha la oportunidad para lanzar su sorpresivo ataque."
Pero, como caracteriza a este tipo de gobierno, el de Netanyahu, en lugar de examinarse a lo interno, abuscar reconocer sus fallas, ajusta la crisis a su conveniencia tratando de culpar a Irán, algo que el propio secretario de Estado Blinken ha negado. Es el mismo numerito que vimos con Bush cuando el entonces Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, de inmediato culpó a Irak por los ataques a contra las torres gemelas del World Trade Center y el Pentágono.
La toma de Gaza
Todo indica a que Israel se está preparando para tomar Gaza. Los bombardeos ya han comenzado a nivelar la franja, matando a varios cientos de civiles. Buscan seguir el modelo aplicado para erradicar a ISIS de Raqqa y de Mosul.
Pero una invasión terrestre en Gaza, hogar de 2.2 millones de personas en un espacio densamente poblado, podría causar miles de bajas. Parece ser lo que ciertos sectores de extrema derecha en Israel buscan: una limpieza étnica. Las palabras del ministro de Finanzas israelí lo dejan claro: "No existe tal cosa como una nación palestina. No hay historia ni idioma palestino.
"Mis acciones en Gaza cambiarán al Medio Oriente", bravuconea Netanyahu. ¿De qué habla?, nos preguntamos. ¿Acaso matando a miles de civiles palestinos? ¿Ocupando Gaza a sangre y fuego? Aun si se llegara a eliminar a Hamas, no se erradicaría la resistencia palestina ni le daría "a golpes" un "nuevo rostro" al Medio Oriente.
La venganza no puede ser sustitutiva de la política.
Más allá de dinamitar los acuerdos entre Israel y Arabia Saudita, Hamas podría estar precisamente tras una respuesta militar masiva en Gaza. Esta estrategia evoca a la de Osama bin Laden, quien atacó a EE.UU. con la intención de desencadenar una respuesta militar que, esperaba él, eventualmente debilitaría a las potencias occidentales en el mundo árabe.
Y es exactamente eso lo que consiguió, como se evidenció con la desastrosa ocupación estadounidense de Afganistán y su posterior y polémica retirada. Tras décadas de bombardeos intensivos, cientos de miles de bajas afganas, miles de bajas estadounidenses, centros de detención y tortura, y matanzas de civiles, junto con los enormes costos para el Tesoro de EE.UU., el Talibán resurgió más fuerte que nunca, ahora gobernando Afganistán. La solidaridad internacional que EE.UU. obtuvo tras los ataques del 9/11 se disipó rápidamente, marcando el inicio de un declive en el prestigio y la influencia global de la nación.
No solo estamos ante un castigo colectivo hacia civiles, lo cual constituye un crimen de guerra, sino que, una vez asentado el polvo, por más que Israel destruya, Hamás permanecerá. Ninguna magnitud de violencia alterará esa realidad; la venganza no puede reemplazar a la política. Gaza no es Raqqa.
No existe justificación para que Hamas ataque a civiles inocentes, y lo mismo aplica para Israel al actuar contra civiles palestinos aprovechando su superioridad militar. La ley internacional es tajante: los crímenes de guerra de una parte no excusan los crímenes de la contraparte. Ya sea en Ucrania, Palestina o Israel, debemos luchar por mantener un orden global cimentado en la civilidad y la legalidad, pese a que bajo el actual estado del mundo parezca un desafío titánico.
Israel no debería cometer el mismo error histórico que los Estados Unidos: en lugar de utilizar el ataque como justificación de una agenda extremista, debería reflexionar sobre las políticas subyacentes que condujeron a esta situación. Es tiempo de mirarse al espejo y actuar de manera consecuente.
La "larga y difícil guerra" que Netanyahu promete "cambiará al Medio Oriente" no hará mas que debilitar a Israel.