Los celos del subimperio brasilero contra Venezuela y la ALBA en los BRICS

En medios políticos se ha hecho gran despliegue del veto ejercido por Brasil para impedir el ingreso de Venezuela a ser un socio de los BRICS. La razón a la que se apega Brasil para tal decisión es que el gobierno de Maduro no ha mostrado las actas desglosadas de la elección presidencial del 28/7. Dentro del molde democrático burgués por el que la diplomacia brasilera ahora se rasga las vestiduras es obvio que esta es una razón para presionar al gobierno de Maduro a subordinarse ante el virtual renacimiento del Subimperio del Brasil. Digamos que el veto brasilero es congruente con la imposición del régimen de hambre contra al pueblo venezolano con el que el imperialismo de los países del Atlántico norte pretende derrocar el gobierno chavista y disolver la ALBA.

La posición brasilera, que muchos ven como ‘inexplicable’, puede ser mucho más sencilla de entender al discernir el papel histórico que las elites históricas en ambas naciones han tenido en la lucha independentista del continente frente a la hegemonía de los imperios del Atlántico norte.

Primeramente, revisemos el papel de Venezuela y de Brasil en la lucha por la independencia latinoamericana frente a estos imperios. La revolución Bolivariana la podríamos ubicar a más de 200 años atrás, cuando las fuerzas bolivarianas no solo rompieron las cadenas del imperio español, sino que se disponían a crear un movimiento insular para cruzar el Atlántico y liberar a los pueblos europeos de las monarquías que los oprimían con estos imperios. Solo la cautela con la retaguardia esclavista liderada por lo que desde entonces fueron el subimperio británico y francés, hoy el imperialismo yanki y Canadá, detuvo a las fuerzas bolivarianas de emprender esta titánica misión.

Entonces Venezuela estaba al frente de la lucha anticolonial y antiimperialista mientras las elites coloniales de Brasil se aprestaban con el príncipe Pedro I a construir el imperio del Brasil. Todo tras haber asilado toda la Corte Portuguesa después de la invasión de Napoleón Bonaparte a Portugal. De ahí que mientras Simón Bolívar buscaba crear una patria grande antiimperialista, Brasil estaban bien a la zaga de estas luchas, construyéndose a sí mismo como una monarquía europea exiliada en las costas atlánticas del mundo amazónico.

Luego examinemos el papel de Brasil como crisol aglutinador del capitalismo industrial global. Después de la postguerra europea Brasil se convirtió en la tierra prometida de todos los grandes buscadores de fortuna del momento. Desde portugueses, alemanes e italianos hasta japoneses y Suecos encontraron en Brasil un nuevo espacio para reencender el capitalismo después de la gran conflagración bélica entre los imperios del Atlántico norte. Brasil ofrecía como hoy sus vasos territorios, su administración ‘post’-colonial, y la explotación de la mano de obra barata que destilaban sus procesos de urbanización. Sin embargo, las transformaciones y las luchas por los derechos que siguieron con la democratización aupada por la nueva Constitución de 1985 generó un ambiente "hostil" para los inversionistas. Estos empezaron a migrar sus capitales hacia Asia, en especial hacia una China en proceso de reformas – las que bajo un esquema de estabilidad política ofrecía unos costos laborales aún más bajos que Brasil para la siembra de capitales.

Después de que China desplaza a Brasil como receptor de grandes capitales del norte global el papel de Brasil como líder de las economías latinoamericanas sufre un nuevo tropiezo. Durante la era Chávez, y en compañía con Cuba, con la revolución bolivariana Venezuela retoma su liderazgo continental con la construcción de proyectos como la ALBA y Petrocaribe – que sirvieron de plataforma para la fundación de la CELAC. Brasil ante este escenario, aún con los gobiernos de Lula, fue incapaz de formular un proyecto emancipador propio más allá de la integración económica adelantada desde Mercosur. Para buscar un escenario propio donde crecer sin muchos obstáculos pro-emancipadores el mismo Lula al final de su segundo mandato inició la UNASUR, buscando copar el vacío dejado por el imperio portugués en África subsahariana con la expansión del complejo industrial brasilero hacia ese mercado.

Sin embargo, acá las élites coloniales brasileras nuevamente llegaron tarde a la repartición del pastel colonial, y se encuentran con poderosos obstáculos a su expansión en África. Por un lado se estrellan contra los intereses de China por consolidar su influencia en África. China, con una estrategia tecnológica, comercial y financiera mucho más unificada, virtualmente copó las necesidades del continente africano por desprenderse del yugo colonial europeo. Por otro lado, y para rematar aún más las aspiraciones expansionistas de las élites coloniales de Brasil, Chávez lanza la estrategia, por demás antiimperialista y descolonizadora junto con Cuba, de unir a la CELAC con la Unión Africana. Esta búsqueda de una cooperación Sur-Sur contra el colonialismo de los imperios del Atlántico norte desafortunadamente quedó truncada cuando fallece el comandante Chávez en el 2013.

Con la partida de Chávez la revolución bolivariana entra en una fase de repliegue de posiciones. En la arena global pasa de estar al volante por la descolonización antiimperialista a nivel global al sillín de tortura con el enconada bloqueo de los imperios del Atlántico norte. El repliegue venezolano ha generado una nueva coyuntura, en la que Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua han estado sujetas a un sin numero de ataques contra la consolidación de sus revoluciones.

Durante su lucha contra la vieja casta colonial del subimperio brasilero, el PT ha estado sufriendo sus propios reveces. Terminó el segundo mandato de Dilma Rousseff con un lawfare por corrupción tanto en su contra como en contra del propio Ignacio Lula da Silva, que lo puso en la cárcel. Con el gobierno de Bolsonaro Brasil dio un gran giro a la extrema derecha, reavivando el viejo orden colonial y haciendo aún más explícito el papel de sus élites en convertir a Brasil, como lo acota Raúl Sibechi, en un subimperio al servicio de las elites coloniales del Atlántico norte. Estos subimperios ya los hemos visto en crecer en Canadá y EEUU. Y como lo subrayan otros analistas como Huikyong Pang y kitinut Onsee también en Corea del sur para el sureste asiático (2023, Korean Studies) y en Australia para el Pacífico sur como lo acota Max Quanchi (2004, Journal of Pacific History).

Y aquí llegamos a la era de los BRICS. Venezuela siempre ha tenido un papel de líder continental en diferentes coyunturas históricas. Para decirlo coloquialmente ha sido la líder natural de la patria grande Latinoamericana. El papel de Brasil durante años recientes ha sido el de ser virtualmente el portero para Latinoamerica de los imperios y subimperios de Atlántico norte en los BRICS. Especialmente frente a la incorporación de las revoluciones latinoamericanas qué con la ALBA todavía arden en Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela. El liderazgo Brasilero en los BRICS, basado casi enteramente en el tamaño de su economía, no es compatible con el conjunto de posiciones antiimperialistas qué hoy confluyen en los BRICS. Ante el contraataque imperial desatado para debilitar a la CELAC vemos una tímida solidaridad antiimperialista opacada por el empeño de la élite histórica brasilera por ser un piñón importante en el engranaje del capitalismo regional y global. El veto contra Venezuela (y contra Nicaragua) no es por discrepancias sobre los resultados de la reelección de Nicolás Maduro sino que simplemente refleja una discrepancia histórica.

La aceptación de Bolivia y Cuba como países socios a los BRICS constituye un gran respiro para la comunidad de países de la ALBA. En la construcción de la resiliencia del bloque la ALBA enfrenta un furioso contraataque lanzado por los imperios del Atlántico norte. Para nadie es un secreto que estos han respaldado el golpe de estado perpetuado contra Evo Morales en Bolivia, sostienen los bloqueos económicos y financieros impuestos contra la revolución cubana y la Bolivariana, así como las sanciones que empiezan a acrecentarse sobre la revolución sandinista. Además, han logrado prácticamente neutralizar la expansión del ALBA en el mundo andino con el golpe de estado contra Pedro Castillo en Perú, y la derechización con paramilitarismo qué Daniel Noboa está ejerciendo en el Ecuador. Y con el cuento mediático del miedo a convertirse en ‘otra Venezuela’, y la incorporación de Colombia en la OTAN tienen en jaque al gobierno progresista de Gustavo Petro.

Por estas razones, quizás el veto de Brasil contra los países del ALBA puede tener mas asidero en el temor de las élites históricas coloniales qué dominan el sub-imperio brasilero de abrirle paso al liderazgo antiimperialista que las revoluciones de la ALBA puedan ejercer al interior de los BRICS.

Para finalizar, el liderazgo bolivariano aproxima históricamente a los países del ALBA a los miembros de los BRICS bloqueados históricamente por el imperialismo de los países del Atlántico norte. Esto ocurre actualmente con Rusia – un bloqueo qué reviva la guerra fría contra la URSS que hoy además se extendido con la guerra en Ucrania. Igual ocurre con China a lo largo de todas sus etapas desde la revolución liderada por Mao Tse-Tung. Y también a ocurrido frente al régimen del apartheid racista impuesto por el subimperio holandés a la población originaria de Suráfrica. Ante estas experiencias coloniales tanto históricas como recientes desentona la inexistente experiencia antiimperialista de las élites brasileras, que con su proyecto subimperial lejos han estado de vivir un bloqueo similar ni medidas coercitivas comparables a las sufridas por las revoluciones del ALBA.

Esta disparidad de congruencias históricas hace de la diplomacia Brasilera un portero muy distante de los intereses bolivarianos, cubanos, sandinistas y bolivianos. Al mismo tiempo que desde ya, por su condición histórica de seguir siendo un subimperio europeo en las costas atlántica del Amazonas es un obstáculo para el desarrollo de posturas contra el imperialismo de los países del Atlántico norte dentro de los BRICS.

Así que las discrepancias entre Caracas y Brasilia en realidad poco tienen que ver con la supuesta ‘falta de confianza’ emitida por la diplomacia brasilera después de los comicios presidenciales venezolanos. Esta disparidad refleja dos posiciones históricas totalmente disimiles, la brasilera todavía a la zaga de esta lucha y la de una Venezuela con la ALBA todavía a la cabeza de la bstalla antiimperialista global que ahora se ha convertido en el hilo conductor del actual cambio de época.

Juan Velasquez Atehortúa, profesor asociado, catedrático adscrito a la universidad de Gotemburgo, Suecia.



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