Las democracias liberales contra el mundo II

 En mi anterior artículo hacía hincapié en la transversalidad de las ideologías de los últimos tiempos. Parece que algunas partes de los partidos políticos han prestado atención a aspectos de su ideología original que antes no les eran manifiestos pero ahora, con motivo del enfrentamiento armado entre Rusia y Ucrania y la alianza política de las democracias occidentales con ésta última, parecen haber, de momento, dado un giro en parte por ser un motivo de reflexión y en parte porque a ello les conviene sacarle rendimiento. El discurso último de Trump parece llevar las cosas por ahí... 

 Josep Ramoneda dice que "sólo el 30% de la población del mundo vive en regímenes de libertad". Pero ¿se sabe el número de pobres y el índice de precariedad de ciudadanos que habitan en ellos? ¿Se sabe el número de las víctimas del saqueo, del expolio de materias primas de las que literalmente se apodera ese 30% de la población que vive libertad y con el lujo del bienestar en las democracias liberales? Pues la población de una democracia liberal vive en la opulencia o muy acomodada gracias, no a sus recursos naturales ni a su mayor inteligencia, sino a su manejo del terror, alertando a toda hora a la población sobre el peligro del terrorismo, a sus amenazas y a abusos de toda clases, incluidos los comerciales, cometidos con otras naciones, gracias a las invasiones y guerras de saqueo, justificadas con toda clase de embustes, y gracias a una guerra provocada por los anglosajones aprovechando la tendencia del fascismo ucraniano . 

 Pues, he aquí la paradoja, ¿quiénes maldicen el autoritarismo de una extrema derecha "clásica" pero ahora difusa, a la que le atribuyen el propósito de recortar las libertades formales sólo porque sí? Pues yo sé lo diré a quienes no han caído en el cuenta: en primer lugar, las grandes y pequeñas fortunas y las clases altas y medias, ésas que ya lo tienen todo cuanto pueden desear. En segundo lugar, el periodismo gráfico y audiovisual predominante. El periodismo, dividido entre el que tímidamente está a favor del poder político de la legislatura, y el descaradamente en contra. Pero ambos, oscureciendo la influencia esencial de la realpolitik, de los poderes fácticos, de dentro del país y de fuera de él. Pero en conjunto poniendo su libertad de información al servicio del sistema que comparte ese 30 por ciento de la población del mundo organizada en democracia liberal. ¿De qué modo actúa el periodismo?, pues atacando los efectos de la injusticia y de la corrupción, pero siempre dejando intactos a los autores intelectuales y reales de la injusticia social, como en España el Ibex y los fondos buitre y raras veces señalando con el dedo al corrupto. ¿Por qué y para qué? Pues para dejar intactas las verdaderas causas de la injusticia y la corrupción. Nadie ve, ni va más allá del espacio iluminado de la realidad que mayoritariamente vive cada democracia liberal por efecto de las no denuncias periodísticas. Lo que no es una democracia liberal, lo que no iluminan los focos de los medios de comunicación, no existe, no interesa comprenderlo y mucho menos interesa analizarlo. Tampoco Ramoneda.

 Pero es que, para mantener a todo trance la libertad en las democracias liberales donde vive un 30% de la población mundial, no se cuantifican los estragos, la devastación causada por esas democracias a otras naciones, ni los daños irreversibles a la biosfera, ni a la vida a nivel de Humanidad. La razón del estado del bienestar y de la libertad en esas democracias liberales está por encima de todo, en su política internacional. Por eso hay que decir en voz alta que en quienes tanto las celebran hay una buena parte de cinismo o de ignorancia consciente del mal causado en muchos otros ámbitos de la vida en sus propias naciones y en la de muchos otros países. Porque son ellos quienes no quieren saber nada de lo que ocurre fuera de ellas donde -dicen- se reparte pobreza. Ignoran, quieren ignorar, que la libertad y el bienestar que ellas disfrutan son posibles a costa del sudor, de la precariedad y de la pobreza del 70% restante de la población del mundo y otro tanto por cierto indeterminado de su propio país. ¿Acaso la opulencia de los wasp (blanco, anglosajón y protestante) no está cimentada en buena medida, en la desgracia de serindígena, negro o hispano, en Estados Unidos? Pues en las democracias liberales europeas, sin ser tan reseñables las víctimas como en USA, una buena parte de la población sin cara, tapada por los medios, paga el bienestar y el acomodo que tanto celebran orgullosas esas naciones articuladas por la libertad, con la privación del suyo… Por consiguiente, yo leo en los discursos de Trump, primero, un propósito de aproximación a Putin con quien tuvo buena relación antes de esa oprobiosa guerra, y segundo, otro propósito de apartarse del concepto y su praxis del "crecimiento económico", cuya política encierra la semilla del mal, y otro en detener la ayuda armamentística a Ucrania para detener la guerra que el fascismo ucraniano típico de los  años 30 del pasado siglo provocó. Cruce, por tanto, de ideologías. Sea como sea, ¿acaso no pueda ver Trump, aunque sólo sea por sorprender al mundo y por ver en su propia riqueza, harto de ella, un obstáculo para la armonía cada vez menos valorada, la idea de la pacificación?; todo lo contrario de la idea de todos los presidentes estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra Mundial. ¿No puede haber calculado asimismo hasta qué punto podría afectar, y mucho, al estado de cosas en el Israel contra todos, o en el todos contra Israel?  Recuérdese la transformación ideológica del socialismo encarnado en la figura del Tito yugoeslavo. Se convirtió en socialdemocracia. La política es así, un cambio constante de nomenclaturas, de objetivos, de paradigmas y de ideologías transversales en los diferentes ciclos de la Historia…  



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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