De un artículo de: Felipe Pigna
En las primeras décadas del siglo XIV de nuestra era, un pueblo de cazadores nómades que venían del Norte se estableció en dos islas en medio del lago Texcoco.
Allí fundaron en 1325 Tenochtitlán que sería la capital del Imperio Azteca y es hoy la ciudad de México.
Estaba basada en clanes de familias con un antepasado común, llamados calpullis. La sociedad azteca se dividía en varias clases: en la cima estaba el rey, luego los sacerdotes, los guerreros y los nobles; más abajo los artesanos y comerciantes y por último los trabajadores.
Fuera de la escala social quedaban los esclavos, que eran mayoritariamente prisioneros de guerra.
La base de la economía era la agricultura. Cultivaban maíz, porotos, calabazas, algodón y cacao, con el que hacían el riquísimo chocolatl (chocolate). Por vivir en medio de un lago, las condiciones de la agricultura eran muy especiales.
Pero los aztecas no se amilanaban, inventaron las chinampas, unas especies de balsas flotantes armadas con juncos entrelazados cubiertas con tierra sobre la que cultivaban.
Fueron grandes comerciantes y contaban con grandes ferias y mercados.
Los aztecas pensaban que el mundo había existido no una sino varias veces consecutivas.
En conjunto habían existido ya cuatro soles y cuatro tierras anteriores a la época presente.
Las cuatro fuerzas primordiales: agua, tierra, fuego y viento, habían presidido esas épocas o soles hasta llegar a la quinta época que era la del sol en movimiento.
La religión azteca era una permanente lucha entre el bien y el mal, representados por Quetzalcoatl y Tezcatlipoca, respectivamente.
El primero recibía flores y ofrendas y el segundo sacrificios humanos.
Tenochtitlan tenía más de 100.000 habitantes. Los españoles quedaron muy asombrados por el mercado de Tlatelolco. Así lo cuenta Bernal Díaz del Castillo, uno de los hombres de Hernán Cortés:»Quedamos admirados de la multitud de gentes y mercaderías que había en la gran plaza y del gran concierto que en todo tenían: oro, plata, piedras ricas, plumas, esclavos y esclavas, ropa barata y fina, hachas de latón y cobre…».
Fueron excelentes maestros en la talla de la piedra y arquitectos notables.
Las maravillosas pirámides del Sol y la Luna de Teotihuacán pueden admirarse aún hoy en las afueras de la ciudad de México.
En el centro mismo de la Capital se han descubierto hace unos 20 años las ruinas de los templos mayores de Tenochtitlán.
Eran extraordinarios orfebres y -a pesar de que muy pocos objetos de oro y plata pudieron salvarse de la codicia de los conquistadores que los transformaban en lingotes- producían verdaderas obras de arte en jade, oro y plumas
El Imperio Azteca sucumbió a la invasión de los españoles llevada adelante por Hernán Cortés en 1521.
El factor sorpresa, las rivalidades internas, la alianza de pueblos enemigos de los aztecas con los invasores, el engaño, el uso del caballo, las pestes desconocidas y la superioridad de las armas hicieron posible la derrota del poderoso Imperio, no sin antes oponer una dura resistencia como correspondía a un pueblo de guerreros.
Historia similar a nuestra defensa del territorio ent el etaque Español, pueblos aguerridos y valerosos que vendieron cara su derrota y que al pasar el tiempo se le reconoce como pueblo guerrero y formador la cultura Mejicana
NO SE DEBESER DÉBIL SI SE QUIERE SER LIBRE