De verdad que no sorprenden para nada las declaraciones que el presidente electo estadounidense, Donald Trump, anda vociferando en contra de "su patio trasero", es decir, Latinoamérica y El Caribe…con una particular bravuconada y sospechosa amenaza imperial, para demostrarle a ésta parte del subcontinente americano, que luego de juramentarse el día 20 de enero del 2025, va aplicar mano dura en contra de cualquier progresismo.
Éste genuino representante de la ultraderecha, junto a los sectores más reaccionarios y conservadores de EE.UU, quieren crear nuevos escenarios de confrontación bélica contra China y Rusia, cuando el imperio observa con mucha preocupación, que han ido perdiendo influencia económica en lo que consideran es su zona económica exclusiva.
Comenzando con el ataque de Donald Trump a los BRICS, cuando asegura que va aumentar en 100% los aranceles a todos los países que se les ocurran, realizar sus transacciones comerciales en monedas distintas al dólar americano, como también lo están haciendo con China.
Tenemos que recordar que hace muy poco tiempo, en Las Naciones Unidas, casi por unanimidad, los Estados Soberanos votaron en contra del bloqueo que mantiene Estados Unidos en contra de Cuba, y el bravucón Donald Trump, intentado disimular la aplastante derrota diplomática, dijo que eso no importa, ya que ellos tienen en la ONU, el poder de veto, lo cual no se sienten obligados a levantar un bloqueo que ya pasa de 60 años.
Igualmente sucede las ilegales medidas coercitivas unilaterales, aplicadas en contra de Venezuela, que se han profundizado en los últimos 5 años…y el presidente electo estadounidense, para no quedarse corto con su ilegal injerencismo "en su patio trasero", al decir, que no sólo van aumentar la presión internacional con más sanciones en contra de la población venezolana, sino que criticó al gobierno saliente de Joe Biden, diciéndole que no era necesario comprarle petróleo a Venezuela.
El remate imperial, es cuando Donald Trump, amenaza con "rescatar" el canal de Panamá, el cual fue construido por Estados Unidos, inaugurado en 1914 y lo administró hasta su traspaso al Estado panameño el 31 de diciembre de 1999, tras criticar las tarifas "exorbitantes" y la influencia China.